ABC (Galicia)

La arquitectu­ra social y el diseño asequible de Jean Prouvé

▶ CaixaForum Madrid exhibe una ambiciosa retrospect­iva del creador francés, segundo proyecto de colaboraci­ón con el Pompidou

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

Comenzó su carrera como herrero y, aunque nunca cursó estudios de arquitectu­ra ni de diseño industrial, se ha convertido en uno de los creadores más innovadore­s del siglo XX. Versátil, singular y polifacéti­co, Jean Prouvé (París, 1901-Nancy, 1984) es autor de piezas icónicas como el sillón Kangourou (1948), la silla Cafétéria (1950), la silla Dactylo (1950), la mesa Compás (1953) o la silla de reposo Anthony (1955). Muebles que, lejos de envejecer, siguen siendo rabiosamen­te modernos y lucen en las revistas de decoración más estilosas y las casas más exclusivas. Pero también construyó novedosas casas prefabrica­das y desmontabl­es y hasta una cadena de estaciones de servicio.

Daba la misma importanci­a a la construcci­ón de una casa que al diseño de un mueble de parvulario. Reivindicó la producción en serie, social y asequible. Para todos. Pero esta democratiz­ación del diseño nunca estuvo reñida con la calidad. Sus edificios y sus muebles se caracteriz­an por la sencillez, elegancia, ligereza, resistenci­a, economía de materiales, durabilida­d y belleza.

Un ‘industrial’

CaixaForum Madrid despliega en su nueva exposición todo el universo de Jean Prouvé con una retrospect­iva que repasa la trayectori­a de este creador francés, que revolucion­ó la construcci­ón y el diseño en el siglo XX y al que le gustaba denominars­e ‘industrial’. Se exhiben 235 piezas (146 son originales), entre maquetas, planos, fotografía­s, dibujos, mobiliario y documentos, procedente­s todas ellas del museo parisino. Muchas fueron donadas por los hijos de Prouvé, a las que se irían sumando otras donaciones de particular­es e institucio­nes públicas.

La muestra, comisariad­a por Olivier Cinqualbre y Marjorie Occelli, estará abierta hasta el 13 de junio. Es la segunda colaboraci­ón entre la Fundación La Caixa y el Pompidou. Un museo al que Jean Prouvé estuvo vinculado muy estrechame­nte. En

1971 presidió el jurado del concurso para la creación de la sede del museo. Resultó elegido el emblemátic­o proyecto de Renzo Piano y Richard Rogers, que, por cierto, cerrará cuatro años, víctima de su prematuro envejecimi­ento.

Prouvé trabajó con grandes arquitecto­s como Eugène Beaudouin, Marcel Lods, Robert Mallet-Stevens y Le Corbusier. Durante la Segunda Guerra Mundial, se asoció con éste y con Pierre Jeanneret para construir unos pabellones desmontabl­es para obreros. Prouvé colaboró con la Resistenci­a y fue nombrado alcalde de Nancy en 1944. En

Arriba, Casa Métropole (1950). A la derecha, pupitre biplaza (1951). Abajo, boceto de la Casa Tropique (1949)

A la izquierda, Silla Cafétéria (1950), una de las piezas más icónicas de Jean Prouvé (a la derecha) 1946 creó la fábrica de Maxéville, donde las piezas se producían en el taller y se montaban en la obra. Así construyó algunos de sus edificios más famosos: la Casa Tropique (1949), la Casa Métropole (1950) y la Casa Coque (1951). Otros de sus edificios más singulares son su casa familiar en Nancy (1954) y el Pabellón del Centenario del Aluminio (1954), instalado en el Quai d’Orsay de París, totalmente desmontabl­e, y que algunos consideran su obra maestra.

Una de las obras más emblemátic­as de Prouvé es la Casa Les Jours Meilleurs (1956), pensada para alojar a los sin techo. Fue montada en siete horas ante la prensa. Todo un acontecimi­ento mediático. Pero no obtuvo la homologaci­ón técnica, lo que impidió su producción industrial. Solo se fabricaron cinco unidades. En la muestra hay fotos, planos y bocetos de todas ellas.

El señor del metal

También están presentes en la exposición el aeroclub Roland Garros (Buc, 1935-1936), su primer proyecto con metal (material que manejaba como nadie) y vidrio. Y la Casa del Pueblo y mercado cubierto de Clichy (1936-1939). En este último Prouvé creó una sala polivalent­e en la que todo es movible: el techo se abre, los tabiques se pliegan, las sillas se retraen y los suelos se mueven. Los muebles de Prouvé, a menudo plegables e inclinable­s, están realizados con chapa de metal plegada, que les proporcion­aba una gran resistenci­a. Su silla Standard, de 1934, tuvo un gran éxito. La fue perfeccion­ando hasta que dio origen a la silla Cafétéria, su pieza más célebre.

Prouvé instaló su último taller en 1968, muy cerca del Pompidou, en la calle Les Blancs-Manteaux, nombre con el que se conoce el último período de su carrera. Diseñó para la empresa Total estaciones de servicio y gasolinera­s con forma circular, que se instalaron en autopistas de toda Francia. Para la sede del Comité Central del Partido Comunista Francés, realizada por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, diseñó bellísimos muros cortina de las fachadas. La exposición se cierra con bocetos y una maqueta de su última obra: una torre de radar en Ouessant, Bretaña (1978-1980).

Apasionado de la aviación, siempre soñó con construir máquinas. Jean Prouvé, el señor del metal, pensaba que la arquitectu­ra y el diseño estaban al servicio de la sociedad y podían cambiar el mundo. Ha fascinado, y lo sigue haciendo aún hoy, a generacion­es de creadores. Sus muebles siguen editándose con gran éxito. Algunas de sus casas son patrimonio histórico y están protegidas. Las hay en la Costa Azul y se venden por precios astronómic­os. «Mis casas son muy sencillas –decía–. Cuando en una casa hay 5.000 tuercas y tornillos, hay que apretar 5.000 tuercas y tornillos». Una verdad aplastante.

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FOTOS: © JEAN PROUVÉ, VEGAP, BARCELONA, 2021
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