ABC (Galicia)

Las chicas Disney son guerreras

El estudio estrena en la plataforma y muy pocas salas de cine su última película de animación

- ÓSCAR RUS VICENTE FEDERICO MARÍN BELLÓN

o hay una princesa a la que rescatar ni una imposible historia de amor en ‘Raya y el último dragón’, el nuevo largometra­je animado de Disney, que hoy se estrena en pocas salas de cine y en su plataforma. Aquí, la ‘mala’ de la película es la princesa Namaari (Gemma Chan), una joven de armas tomar y dispuesta a todo para salvar solo a los suyos. Eso incluye hacer la trece catorce a la protagonis­ta, Raya (Kelly Marie Tran), otra joven guerrera que quiere salvar el mundo tras la casi extinción de dragones por culpa de una fuerza maligna.

NEse último dragón es en realidad la última dragona, a la que pone voz la rapera Awkwafina.

Las tres actrices son de ascendenci­a asiática y sus personajes también; en este caso, de un continente descuajeri­ngado por las guerras entre las regiones, que quieren llevarse el dragón (o lo que queda de él: una piedra) al agua. Cuando Adele Lim, antes guionista del taquillazo ‘Crazy Rich Asians’, entró al último proyecto de Disney, ya existía la pareja titular: «Fue fantástico hacer ambos personajes femeninos porque es raro ver una relación de amistad tan fuerte como el corazón de una película importante». Mientras Raya es una heroína tenaz, empeñada en salvar el mundo de manera agresiva, Sisu es una criatura proclive a confiar y amar. Hay otra relación estrecha que vertebra ‘Raya y el último dragón’: la frustrada relación entre la protagonis­ta y

Dirección: Don Hall, Carlos López Estrada, Paul Briggs, John Ripa. Intérprete­s: Animación. isney profundiza­ba en la maravillos­a ‘Soul’ en la línea filosófica a la que parece haberse entregado Pixar. Con ‘Raya y el último dragón’ confía en las aventuras de toda la vida, convenient­emente modernizad­as. Sus heroínas, femeninas y asiáticas, surfean sobre una historia que rebosa magia y aboga por la fe en el prójimo y la bondad. Las viejas princesas cursis han sido sustituida­s por guerreras con carácter. Aún son guapas, pero el premio ya no es un príncipe apuesto, ni valiente ni cobarde. Los avances en materia social y tecnológic­a del gigante son incuestion­ables, aunque algún espectador se preguntará si todo ello basta para transmitir emoción, además de valores.

DEl astuto ratón tampoco ha perdido la habilidad para enriquecer sus relatos con sabrosos personajes secundario­s, claves en casi todos sus guiones. Los dibujan siempre mucho más pequeñitos y no tienen demasiadas frases, cuando no son directamen­te mudos, pero trabajan como robaplanos profesiona­les y, a menudo, son casi los únicos encargados de cosechar sonrisas. Las protagonis­tas se concentran en sus absorbente­s misiones y en dar la talla en las peleas, para pasar de pantalla. La videoavent­ura incluye dragones y gemas con poderes, todo novísimo y a la vez familiar, no ya en el universo Disney, sino en películas casi adultas y de superhéroe­s de otras franquicia­s, arcas perdidas incluidas.

‘Mulan’ es otro referente obvio, pero no el único de una película en la que hay hasta cuatro directores, uno de ellos de habla hispana, que aportan diversidad y pulen hasta el último detalle para que nadie se quede atrás ni dormido. El resultado es un producto casi perfecto; si algo se echa en falta es alguna arruga de la que enamorarse.

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