ABC (Galicia)

Alonso-Sainz, un lujo para disfrutar

▶Los dos españoles se juntan en un curso de apariencia fascinante, que realza a la Fórmula 1 en nuestro país después de un periodo insustanci­al «Sería un buen año si entramos en la Q3, sacamos puntos y hay opción de pelear por los podios» Las segundas par

- JOSÉ CARLOS CARABIAS MADRID

Un lustro atrás, Fernando Alonso lanzó un pronóstico de riesgo. «Carlos Sainz es el futuro de la Fórmula 1 en España», sentenció tajante como es. El vaticinio sentó mal a algunos jóvenes pilotos que se asomaban a los penúltimos escalones de la F1 en categorías inferiores y que también opositaban a cumplir sueños. Alonso era entonces un campeón en horas bajas en McLaren-Honda, y Sainz un novato con ritmo progresivo en Toro Rosso que trataba de quitarse el estereotip­o de «hijo de...». Aquel McLaren mejoró muy poco, Alonso se cansó de esperar y en 2018 dijo hasta luego a la Fórmula 1. Puntualizó que no era un «hasta siempre» porque sabía que el veneno de la competició­n se apoderaría de él otro día. Sainz, siempre hormiga laboriosa, ha crecido hasta decorar la predicción de su maestro: Renault, McLaren y, ahora en la cumbre de su ascenso, Ferrari. Alonso regresa a la F1, como estaba cantado, y el horizonte dibuja un lujo para disfrutar: dos españoles protagonis­tas, cada cual en su talla, en el campeonato que empezó ayer en Bahréin con dominio de Verstappen en los primeros entrenamie­ntos libres.

Amistad y familias

Son dos familias con vínculos de amistad desde hace treinta años cuando el padre del asturiano, José Luis Alonso, llevó a su hijo y futuro piloto a una exhibición en Oviedo del campeón de rallys en los noventa. Alonso y Sainz jr coinciden por primera vez en las pistas con la pirámide invertida. Sainz ya no es el cachorro siempre al rebote de los titulares que dejaba el ovetense. Es un piloto de Ferrari. Y Alonso, en teoría, es ocupante de un coche de nivel inferior, el Alpine.

El padre de Fernando Alonso es un incondicio­nal de la Fórmula 1, aficionado a todas las categorías del automovili­smo y a los coches en general. En su familia se ha recibido como un regalo la decisión del piloto de volver a las carreras. Se considera en el círculo privado que Fernando se ha ganado el derecho a regresar cómo y cuándo quería, a disfrutar de su experienci­a profesiona­l, sin ansiedades o necesidade­s personales porque lo tiene todo hecho dentro de la Fórmula 1.

A Alonso le ha incomodado estos días en Bahréin que cualquier rueda de prensa haya comenzado por su edad (39 años, cumple 40 en junio) y, como siempre, ha buscado un argumento sólido para rebatir. «El que domina esto tiene 36», dice por Hamilton. «No hay veinte años de diferencia».

Lejos de la F1, la edad no ha pesado de ninguna manera en su rendimient­o. Ganó dos veces las 24 Horas de Le Mans, el Mundial de Resistenci­a, las 24 Horas de Daytona y concursó con gran solvencia fuera de los circuitos en una modalidad tan compleja como el rally Dakar. Ni siquiera es el más veterano de la actual F1, Raikkonen va a cumplir 42 años.

La nueva realidad que impone el coronaviru­s ha provocado que a Alonso le sobre este año. El gran cambio normativo de la F1, la vuelta a la tortilla en las reglamenta­ción técnica, estaba previsto para 2021. El confinamie­nto y las restriccio­nes lo han aplazado a 2022. Alonso quería regresar para llevar a cabo ese proceso de cambio y cruzar los dedos por si las mentes pensantes de Renault conseguían un coche capaz de ganar carreras. Será como barajar las cartas. Tal vez te toque el as. Alonso cree que Renault tiene medios y él la experienci­a para comandar esa revolución de 2022. De momento, el Alpine parece estar a la cola del pelotón intermedio, aunque ayer se vio que la competenci­a se aprieta. Quince coches en un segundo.

«Sería un buen año si entramos regularmen­te en los puntos, nos clasificam­os para la Q3 y tenemos la opción de luchar por los podios», señala Fernando Alonso.

A Carlos Sainz le mueve siempre la regularida­d. Tanto en el carácter –apacible y esquivo con las polémicas–, como en la pista –apenas comete errores–, el madrileño es un contrasent­ido del principal precepto que mueve a los pilotos en la F1: el compañero de

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Ferrari SF21

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