La vida es un derecho
Parece que el esfuerzo político de la izquierda ha resultado fructífero en su empeño por legalizar la eutanasia. Una intención de cambiar la percepción social para normalizar una acción contra natura: la muerte.
De nuevo, buscan desacreditar la credibilidad de la oposición. Se apoyan en argumentos falaces tentados a recordar el voto de la derecha contra el aborto, el divorcio o el matrimonio homosexual. Pero, quizá, olviden el momento y las circunstancias de las votaciones. Mientras tanto, prefieren estructurar discursos volcados en la historia política de una España polarizada, en lugar de argumentar su descabellado deseo de poner fin a una vida. Apelan el derecho a una muerte digna sin sufrimiento, pero callan que suministrar un fármaco ‘envenenado’ no es más digno que la atención en cuidados paliativos. Decidir cómo y cuándo morir no te hace más fuerte, sino más frágil. El suicidio asistido no es un derecho; la vida sí lo es. familiar tenemos un horario laboral demasiado rígido; mientras, en los países nórdicos, Alemania o Dinamarca apuestan por la flexibilidad horaria para facilitar así la conciliación laboral.
En gran parte de Europa no está bien visto trabajar más tarde de las 17 horas; es más, prolongar el horario más allá de esa hora está asociado al bajo rendimiento. Lo importante para ellos es cumplir los objetivos, no las horas que estés empleando para ello. Es tiempo de adaptarnos y aprender de los países con mayor productividad. Incrementar el rendimiento de los trabajadores es positivo para todos, y ello se consigue no ampliando el horario, sino con trabajadores motivados.