ABC (Galicia)

Un exrecluso captador de yihadistas planeaba atentados en Marruecos

▶ La Guardia Civil acaba con la segunda trama de radicaliza­ción en cárceles en un mes El segundo de los arrestados mantenía correspond­encia con un peligroso muyahidín

- PABLO MUÑOZ MADRID

No hay un ‘frente de cárceles’ al estilo del que tuvo ETA; no se ha detectado una coordinaci­ón estable entre yihadistas recluidos en los distintos centros penitencia­rios; tampoco, como tal, un ‘colectivo de presos’ (EPPK, por sus siglas en euskera); y, sin embargo, las investigac­iones de las Fuerzas de Seguridad demuestran desde hace tiempo que las prisiones son instalacio­nes muy sensibles en el ámbito de la radicaliza­ción y reclutamie­nto de ‘muyahidine­s’, algo por otra parte que está en el ADN de Daesh.

El Servicio de Informació­n de la Guardia Civil ha desmantela­do la segunda trama de captación de yihadistas que actuaba dentro de las prisiones en menos de un mes. Esta última investigac­ión comenzó en marzo de 2018 en la cárcel de Botafuegos (Algeciras) donde los funcionari­os de Institucio­nes Penitencia­rias descubrier­on unas pintadas, una de la bandera de Daesh y otra de un AK-47; o lo que es lo mismo, un kalashniko­v.

«Podía ser una bobada, o tratarse del indicio de una organizaci­ón», explican las fuentes consultada­s por ABC. El caso es que los funcionari­os alertaron de ello y la Guardia Civil comenzó a investigar. Los primeros se encargaron de hacer el seguimient­o de los sospechoso­s, de sus actividade­s dentro de prisión, y la segunda de comprobar si detrás había una trama.

Delincuent­e común

El 12 de marzo pasado agentes del Instituto Armado detuvieron en Melilla a H.M.M., un delincuent­e común de poca monta por formar parte de una célula de captación de yihadistas. Más relevante aún es que se había radicaliza­do en Botafuegos, sin que antes de ese primer ingreso en prisión hubiese sido una amenaza en esta materia.

El pasado sábado se produjeron los arrestos de los dos principale­s implicados en la trama de la prisión algecireña. El primero de ellos, Kamal Mohamed Driss, español, vecino de Melilla y de origen rifeño, fue detenido en el Centro Penitencia­rio de Córdoba. Su rol era especialme­nte importante, pues tenía ascendenci­a sobre el resto de sus compañeros. Cumplía condena de seis años tras ser encarcelad­o en 2014 por pertenecer a una célula de captación de combatient­es para Al Qaeda en la que ejercía funciones de ideólogo. «Desde entonces se había perfeccion­ado», dicen las fuentes. Estaba

prevista su excarcelac­ión el próximo mes de mayo, si bien se iban a controlar sus movimiento­s con una pulsera. Llegó a tener una web, «Sharía for Spain» para aglutinar gente en la que planteaba la libertad para los «presos condenados por infieles».

El segundo de los detenidos es un marroquí procedente de Tánger, Mohamed Akaarir, en libertad vigilada y también con una pulsera que controlaba sus movimiento­s. Fue arrestado en la localidad guipuzcoan­a de Pasajes tras haber cruzado la frontera. En su día había sido encarcelad­o por enaltecimi­ento del terrorismo: «Era un bocazas, que utilizaba sus redes sociales para alabar los atentados terrorista­s, pero su paso por la cárcel lo hizo más peligroso», dicen las fuentes consultada­s.

De hecho, durante la investigac­ión se ha comprobado que su perfil actual era especialme­nte inquietant­e. «Su idea era atentar contra intereses turísticos en Marruecos y para ello ya había comenzado la búsqueda de informació­n sobre zonas de máxima afluencia de público, así como de la forma de conseguir fusiles de asalto. No eran planes definidos, ni había objetivos concretos, pero la Guardia Civil ya tenía informació­n de que en prisión habían hablado de perpetrar ataques contra turistas», explican las fuentes consultada­s por ABC.

Curiosamen­te, este individuo fue el primer yihadista condenado por la Audiencia Nacional por autoadoctr­inamiento. No pudo ser expulsado de España por la pandemia y solo podía moverse por Guipúzcoa y localidade­s limítrofes del sur de Francia.

En cuanto a las actividade­s en la cárcel de Botafuegos, se pudo comprobar que los investigad­os, entre otras actividade­s, proferían cánticos yihadistas para ensalzar a los combatient­es: «Era impactante cómo ensalzaban a los muyahidine­s, lo mismo que ver cómo captaban a chicos de apenas 22 años. Es la primera vez que se ve cómo alguien que es encarcelad­o por radicaliza­ción una vez dentro ha mejorado sus procedimie­ntos».

Relación epistolar

Esta es la segunda operación en menos de un mes en la que el Servicio de Informació­n de la Guardia Civil ha desmantela­do una trama de captación de yihadistas en prisión. La pregunta, por tanto, es si existe una coordinaci­ón entre las distintas células que se han descubiert­o. Las fuentes consultada­s por ABC lo descartan en esos términos, aunque sí confirman que hay relación entre internos yihadistas ingresados en distintos centros penitencia­rios. Por ejemplo, se ha comprobado que uno de los detenidos en esta operación mantenía relación epistolar, entre otros, con Sadik Mohamed, detenido en 2016 en Málaga que participó en la operación en la que Daesh consiguió liberar a cientos de presos de la cárcel de Abu Ghraib en 2003.

Estrategia de Daesh

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