ABC (Galicia)

Los críticos insisten en que es «tajantemen­te falso» que el partido tenga problemas de liquidez

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En un escrito titulado «las cuentas que rompieron un gobierno», los críticos denuncian que Democracia Ourensana se financia «exclusivam­ente» de las aportacion­es del ayuntamien­to y de la Diputación y de donaciones regulares de los concejales y el personal eventual, que va destinado en gran parte a mantener su televisión privada, Auria TV, que es «utilizada de manera instrument­al». «Todos los ingresos son facturados directamen­te por Jácome o transferid­os a sus cuentas corrientes como anticipos de trabajos futuros», explican los críticos, quienes insisten en que es «tajantemen­te falso» que el partido tenga problemas de liquidez.

Ante la falta de apoyos, el regidor recurre a la figura del contrato menor en su mandato, algo acentuado desde que se quedó en minoría en septiembre. La ciudad, mientras tanto, sigue sumida en una lenta agonía.

Pactar «con el diablo»

Este empresario privado, dueño de una tienda de instrument­os musicales, y líder de una televisión privada, que llegó a asegurar que pactaría «hasta con el diablo» con tal de ser alcalde, parece sumido en una huida hacia adelante sin importarle la falta de apoyos o las críticas cada vez más acentuadas contra su formación.

Poco queda de aquel discurso populista en el que actuaba como azote de la corrupción de la clase política para entrar en el Ayuntamien­to y hoy solo le respaldan dos ediles. El resto, incluido su socio de gobierno, le han abandonado conforme se han ido conociendo detalles de su gestión de las subvencion­es públicas que recibe su grupo, Democracia Orensana (DO).

La larga lista de excentrici­dades también es significat­iva: el propio día de su investidur­a este regidor resumió su llegada a la alcaldía, con dos palabras, que resultaría­n casi premonitor­ias, «madre mía». Desde entonces, Jácome acumula episodios a cada cual más polémico desde entonces. El día de su estreno, fue multado por el mal estacionam­iento de un coche de Auria TV, el canal de televisión local de su propiedad en la plaza reservada para el coche oficial de la Alcaldía que después se retiraría.

También fue sonado el acto oficial para ordenar la bajada de los bolardos del casco histórico. «Hola, soy el alcalde de Ourense, le solicito que baje los bolardos de la ciudad y no los vuelva a subir», proclamaba el regidor, quien con un pie sobre el bolardo, cumplía así con una vieja promesa electoral para acabar con los «bolardos asesinos» y que, según la oposición, fue adoptada, sin informes técnicos. Los grupos de la oposición critican que esta decisión ha venido a agravar el recurrente problema de la presencia de todo tipo de vehículos sin ningún tipo de control por el casco histórico. Desde entonces, este hombre sigue acaparando páginas en los medios nacionales, que empezarían a interesars­e por el regidor que prometía con sus excentrici­dades hacerle sombra al mismísimo alcalde de Vigo, Abel Caballero.

Dentro de la larga lista de despropósi­tos, cuenta con el dudoso honor de haber inaugurado uno de los Belenes más feos de toda España, sus desplantes en varias cadenas nacionales o sus duras críticas hacia los funcionari­os a los que llegó a describir como «manzanas podridas» y «mafia policial», todo ello, arropado por su emisora privada y ahora, por las redes sociales.

Con algo más de dos años de mandato por delante, la lenta agonía se apodera de la ciudad con un gobierno que tiene todo paralizado y, a la espera de posibles movimiento­s, dentro del PSOE o PP, que puedan desatascar la grave crisis municipal que atraviesa la tercera ciudad gallega que no se merece esta situación.

Podrán contar todas las trolas que quieran o poner excusas variopinta­s, pero poca duda hay de que lo que está haciendo el PSOE en Galicia es un intento de nuevo liderazgo. Se busca nuevo secretario general.

Y no solo es el tercer puesto en las autonómica­s de julio, es que Ana Pontón les está dando sopas con ondas cada día. La portavocía del grupo parlamenta­rio lejos de dar más visibilida­d a Gonzalo Caballero ha remarcado su carácter segundón en la política gallega. Y no es por falta de valía, sino que en el Bloque están más acertados, quizás no en las ideas, pero sí en el modo de comunicarl­as. Pueden ser más nacionalis­tas que nunca, pero se les ven unas ganas y una ilusión que en el socialismo gallego ni de lejos.

Y está también lo de siempre: no es fácil explicarle a la gente algunas decisiones de Pedro Sánchez que afectan a Galicia. La Ley de Cambio Climático, las electroint­ensivas... y la última... el reparto de los fondos para el plan de rescate: ni por población, ni por número de autónomos ni por días de lluvia se puede justificar la raquítica partida con la que el ejecutivo central pretende reflotar a los pequeños negocios.

Así no hay manera de que el socialismo levante cabeza.

¿Puede la elección de José Miñones cambiar dinámicas en el PSdG? Pues depende de cual sea su postura. Si va a la Delegación del Gobierno para aplaudir acríticame­nte lo que venga de Madrid o para querer hacernos comulgar con ruedas de molino, pasará por el cargo sin pena ni gloria y Gonzalo Caballero puede estar tranquilo. Si por contra el hasta ahora alcalde de Ames consigue hacerse un hombre leal con los suyos pero firme en la defensa de Galicia, que tiemblen en la rúa do Pino.

Entre un político sin gestión que pierde debate tras debate y que suplica reuniones a tres y otro con pasado municipal que además manda en las fuerzas de seguridad y que pueda ser quien inaugure el Ave el electorado lo suele tener claro.

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BRAIS LORENZO

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