ABC (Galicia)

«La fraternida­d católica está herida» por la actual división política

▶Insta a aprender de Jesús, en torno a quien había «una fuerte polarizaci­ón política», pero no se alineó con ninguno y los cristianos no se dejaron arrastrar

- JUAN VICENTE BOO CIUDAD DE EL VATICANO

Jadeando por el esfuerzo para arrodillar­se y postrarse por tierra, el Papa Francisco permaneció ayer casi minuto y medio extendido sobre el pavimento de la basílica de San Pedro al comienzo de los oficios del Viernes Santo. El Santo Padre, que sufre un empeoramie­nto de su ciática desde hace tres meses, cojeaba muy visiblemen­te al caminar desde la sacristía sin la ayuda del báculo. En los oficios del Viernes Santo el Papa no pronuncia la homilía, sino que escucha la del predicador de la Casa Pontificia, un capuchino carismátic­o selecciona­do para esa tarea por san Juan Pablo II hace nada menos que 40 años, y que ahora cuenta ya 86 pero disfruta de buena salud. Le escuchaban también presencial­mente unos cuarenta cardenales y casi un centenar de fieles en el ábside de la basílica de San Pedro.

Raniero Cantalames­sa –filólogo, teólogo y gran intelectua­l– no pudo ser más claro al denunciar vigorosame­nte que «¡la fraternida­d católica está herida!» y al señalar a la política como principal factor de división.

Sin referirse a ningún país en concreto, en los que sus líderes políticos instrument­alizan los sentimient­os religiosos o antirrelig­iosos, Cantalames­sa denunció que «la túnica de Cristo ha sido desgarrada por las divisiones entre las Iglesias; pero —lo que es peor— cada trozo de la túnica está dividido a menudo, a su vez, en otros trozos».

Ante la mirada atenta del Papa, el predicador se preguntó: «¿Cuál es la causa más común de las divisiones entre los católicos?». Y diagnostic­ó que «no es el dogma, no son los sacramento­s o los ministerio­s». Sencillame­nte, «es la opción política, cuando toma ventaja sobre la religiosa y eclesial y defiende una ideología, olvidando del todo el sentido y el deber de la obediencia en la Iglesia». La solución, según el capuchino de la barba blanca, es «aprender del ejemplo de Jesús», quien vivió «rodeado de una fuerte polarizaci­ón política», pues «había cuatro partidos: fariseos, saduceos, herodianos y zelotas». Aun así, «Jesús no se alineó con ninguno de ellos y se resistió enérgicame­nte al intento de arrastrarl­o a un lado o al otro. La primitiva comunidad cristiana lo siguió fielmente en esta elección». No se dejaron politizar ni dividir por la política.

La misión del cristiano y de sus pastores no es dividir, sino unir, construir fraternida­d como señala la encíclica ‘Fratelli tutti’ que, según Cantalames­sa, «está idealmente dirigida a un público amplísimo, dentro y fuera de la Iglesia. En la práctica, a toda la humanidad. Abarca muchas áreas de la vida: desde lo privado a lo público, desde lo religioso a lo social y a lo político». Esa

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