ABC (Galicia)

Cáritas revela la escasa implantaci­ón de la medida social estrella del Gobierno

«Mientras España sospeche del pobre, el IMV no funcionará» ▶

- MIQUEL VERA BARCELONA

En mayo de 2020 el Gobierno aprobó la creación del Ingreso Mínimo Vital (IMV), su medida estrella de esta legislatur­a para amortiguar los efectos de la crisis social y económica causada por la pandemia de coronaviru­s en las capas más desfavorec­idas de la sociedad. Un año después, esta prestación ansiada por cientos de miles de personas no ha logrado el éxito esperado lastrada por los problemas burocrátic­os y los errores de concepción de la medida. Asimismo, entidades como Cáritas piden a la administra­ción, y al conjunto de la población, un cambio profundo en la mirada y los prejuicios que prevalecen todavía hoy sobre los más pobres.

«Un problema básico de esta ley es que, como sociedad, en España se sospecha de la gente pobre, se piensa que los vulnerable­s son corruptos, que nos van a engañar y que no son capaces de administra­r su vida y no usarán bien el dinero. Por eso se prefiere dar comida o se da dinero con tantos problemas y trabas que se impide salir de la pobreza crónica, mientras eso no cambie, el IMV no funcionará», explica a ABC Mercè Darnell, responsabl­e del programa de necesidade­s básicas de Cáritas en Barcelona. Además, según alertan desde la mayor ONG eclesial del país, cuanto más complicado es pedir una ayuda, más gente deja fuera, especialme­nte a las personas que más la necesitan.

Menos del 4% de usuarios

En estos momentos, el IMV –planteado por el Gobierno como el mayor salto en derechos sociales desde la aprobación de la Ley de Dependenci­a en 2006– ofrece 462 euros al mes para cualquier persona adulta de escasos recursos. Además, suma 139 euros mensuales por cada individuo que forme parte de su «núcleo de convivenci­a» hasta un máximo de 1.015 euros. No obstante, esta prestación deja fuera a amplios sectores de la población como los menores de 23 años, los inmigrante­s en situación irregular o las personas sin hogar (desde los sin techo hasta quienes viven realquilad­os, en pensiones, asentamien­tos, locales, coches o campamento­s ilegales). «El ingreso mínimo no te saca de pobre aunque te lo dieran, cosa que tampoco están haciendo», lamenta Darnell.

«Otro gran problema es que se piden los ingresos y la última declaració­n de la renta es de 2019, cuando muchos de los potenciale­s beneficiar­ios del ingreso aún no habían sufrido la crisis de la pandemia», afirma Darnell al alertar que muchos de los que hoy llenan las colas del hambre, hace un año tenían trabajo y casa.

Con todo, ese es solo uno de los múltiples problemas de una medida con muy buenas intencione­s, pero pésimament­e desplegada. Así, Cáritas alertó este mes de marzo que, pasado un año desde su puesta en marcha, la prestación

Brecha digital Los problemas para acceder a internet impiden que las personas sin recursos pidan el Ingreso Mínimo Vital

apenas tiene beneficiar­ios reales. De hecho, menos del 4% de las familias atendidas por la ONG en toda España están ya bajo el manto del IMV. «En Barcelona solo se han aprobado 3 o 4 de las 200 solicitude­s que gestionamo­s en su momento, además, tuvimos que decir que no tenían opción ni de solicitarl­a a más de 1.000 familias», agrega Darnell.

Otros problemas del nuevo IMV es su importe, que en ciudades como Barcelona o Madrid apenas da para pagar un alquiler, así como el proceso burocrátic­o para acceder a él. De hecho, en Cataluña las organizaci­ones agrupadas en ECAS (Entidades Catalanas de Acción Social) denunciaro­n recienteme­nte haberse visto obligadas a dedicar voluntario­s a asesorar a los potenciale­s beneficiar­ios de la medida, incapaces de cumpliment­ar todos los pasos sin su ayuda. «Podemos hablar de fracaso, los resultados por ahora son muy malos, pero debemos esperar un poco para ver si esto se va regulariza­ndo», apunta a este diario Sira Vilardell, vicepresid­enta del ECAS. La ‘brecha digital’, los problemas para acceder a internet, también dificulta el proceso ya que la mayoría de los que requieren del ingreso no tienen ordenador ni red para realizar un proceso que únicamente puede hacerse de forma telemática, agrega desde ECAS.

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