ACS ofrece 10.000 millones por el negocio de autopistas de Atlantia
▶ El grupo pretende crear un gigante de las concesiones tras vender su división industrial
Tal y como había advertido en los últimos días, ACS se suma a la puja por Autostrade per l´Italia (ASPI), la principal concesionaria de carreteras de peaje en el país transalpino. El grupo de infraestructuras español ha remitido a Atlantia, propietaria de la compañía, una carta en la que asegura que estaría dispuesto a ofrecer 10.000 millones de euros por la concesionaria.
La compañía española pretende potenciar con esta operación su red de autopistas, que ya fortaleció en 2018 con la adquisición del 50% menos una acción de Abertis. El resto del capital social lo maneja Atlantia, que en un principio estuvo dispuesta a ‘comerse’ a la firma española en solitario.
La buena convivencia entre ambas empresas en el capital de la concesionaria es una de las razones que ha empujado a ACS a pujar por ASPI, según la misiva remitida a Atlantia, a la que ha tenido acceso ‘Financial Times’. «Dada la estrecha relación entre nuestros grupos tras la exitosa adquisición conjunta de Abertis, ACS ha estado siguiendo la situación de ASPI durante los últimos meses y creemos que es un activo muy interesante que encaja perfectamente en la estrategia a largo plazo de ACS», reza la carta, escrita por Florentino Pérez.
ACS no es, sin embargo, el único interesado en la división de Atlantia. La semana pasada, un grupo liderado por el banco de inversión italiano Cassa
El presidente de ACS, Florentino Pérez
Depositi e Prestiti (CDP) y en el que están presentes gestoras como Blackstone y Macquarie también mostraron su interés.
«Damos la bienvenida a la oferta de ACS, que es muy superior a la oferta hecha por CDP y sus socios», dijo a Reuters Jonathan Amouyal, socio de TCI Advisory, que posee el 10% de Atlantia. La compañía italiana tiene previsto reunirse en los próximos días para analizar las ofertas recibidas por su filial de autopistas.
Pérez ya confirmó al inicio de esta semana en una reunión con analistas su intención de crear un gran grupo de infraestructuras tras desprenderse de un paquete importante de su división industrial, Cobra, que acaba de ser traspasada a la multinacional francesa Vinci por 5.000 millones.
No obstante, el directivo aclaró que cualquier movimiento respecto a ASPI tendrá que contar siempre «con los deseos del Gobierno italiano», ya que es el primer interesado en adquirir las autopistas transalpinas tras un acuerdo que obligó a Atlantia, que posee el 88% de la concesionaria, a ponerlas en venta tras el derrumbe de un puente en Génova en el verano de 2018.
Es por ello que en su primer tanteo el presidente de ACS ha planteado la posibilidad de entrar en la empresa como socio del Ejecutivo italiano o junto a otros accionistas relevantes, en caso de que Atlantia rechace la última oferta enviada por el Gobierno que encabeza actualmente Mario Draghi, como ha hecho en numerosas ocasiones en los últimos meses.
Aun así, Florentino Pérez admitió en el mencionado encuentro que ya está barajando otras ofertas encaminadas a la creación de este gran grupo de infraestructuras si finalmente la operación no llega a buen puerto. «Si es con nuestros amigos italianos, encantados: si no, lo haremos con otros interesados», afirmó en este evento.
La crisis derivada de la pandemia es de tal magnitud que ha derribado mitos y nos ha obligado a modificar comportamientos de honda raigambre. No me refiero a que no podamos movernos o, mejor, que lo hagamos de una manera espasmódica, en medio de confinamientos erráticos y no siempre explicables. Tampoco pensaba hablarle de cosas como el teletrabajo o la reducción de los viajes profesionales. No, quería comentarle la obligada apostasía europea de sus sacrosantos principios de estabilidad. Ya nadie se acuerda, y quienes lo hacen no pueden reprimir una sonrisa irritante de condescendencia, que la UE había elevado a la categoría de dogmas unos principios básicos de comportamiento de las cuentas públicas con el loable objetivo de garantizar la estabilidad del euro. Aunque los países ‘sospechosos’ éramos los del Sur –Italia, Grecia, Portugal y España– lo cierto es que fueron la orgullosa Francia y la severa Alemania quienes primero se saltaron los límites.
Luego volvió la ortodoxia y ha aguantado con no pocos sobresaltos hasta la llegada de la pandemia que ha provocado su explosión descontrolada. Europa se olvida de las exigencias de austeridad y control de déficits y deuda, al menos en 2020 y 2021. Puede que también se vea obligada a hacerlo en 2022. Pero llegará el 23 y habrá que presentar un plan de consolidación. No quiero ni pensar lo que sucederá entonces, cuando nos obliguen a reducir dos o tres puntos de deuda sobre PIB cada año. Los ajustes en los gastos y las subidas de impuestos serán tan grandes que derribarán gobiernos y soliviantarán a los ciudadanos.
Mientras tanto, además de no tener corsés, parece que vamos a tener ayudas. Unas ayudas que llegarán tras cumplir algunos compromisos previos a su aprobación y otros anteriores a su liquidación. Para que eso suceda hay que adoptar criterios objetivos y actuaciones transparentes. Justo lo que no estamos haciendo. El caso de Plus Ultra y en menor medida algún otro como Air Europa, son el ejemplo perfecto de lo que no se debe hacer y pone en peligro la llegada de las ayudas europeas. La discrecionalidad es peligrosa y la oscuridad es letal. Si el capitalismo de amigotes es un cáncer peligroso, el capitalismo de afinidades políticas es una actitud suicida. España va a recibir dinero y tendrá que asumir comportamientos. ¿Cuáles? Pues justo los contrarios a los actuales.
Posibles socios La compañía abre la puerta a que la operación se complete con el apoyo del Gobierno italiano