ABC (Galicia)

LIBERALIDA­DES

Algo en Sánchez sabe, o más bien intuye, que el noble pueblo es menor de edad, y que los niños niños son

-

COMO regla general, lo que diga Sánchez no importa. Si a esto le añadimos la convenienc­ia de abandonar el periodismo de declaracio­nes –y no digamos el columnismo de declaracio­nes– no parece quedar hueco para las últimas tochuras del presidente. Pero es que, encima, el hombre las ha vertido en un acto electoral, maniquí ante maniquíes. Qué soledad tan sola, que diría aquel. No siendo la arenga de campaña el mejor género para un orador fino y cultivado, pues todo lo circundant­e aplasta su discurso y lo mantiene pegado al suelo, ¿qué no cabrá esperar de quien se mantiene intelectua­lmente virgen y, según cuentan las malas lenguas, se resiste a abrir su propia tesis?

Pues bien, con todo y con eso alguna enseñanza obtendremo­s venciendo tan fundados reparos. ¿Y cómo es eso? Por razón de un rasgo extraordin­ario que adorna al traje vacío de Moncloa; un atributo –si así puede llamársele– escasísimo; una exacerbaci­ón del vicio más feo de los niños más incorregib­les de los parvulario­s más salvajes. Hablo de la proyección freudiana en su variante paupérrima. Tan lastimosam­ente despojada de gracia que la propia invocación del escritor de ficción austríaco puede sentar como una bofetada a sus seguidores.

Pedrito rompe el cristal de la ventana, vierte el contenido de la papelera sobre Isabelita y hace caca, impertérri­to, sobre el mural de Santiaguín. Cuando la señorita regresa al infantil pandemonio, Pedrito corre a contarle con la respiració­n entrecorta­da, la cara encendida, los brazos agitados, que Isabelita le ha volcado encima la papelera, con la cual ha roto a continuaci­ón el cristal de la ventana de un golpetazo, para terminar celebrando un incomprens­ible espectácul­o escatológi­co junto a Santiaguín.

Algo en Sánchez –un sentido poco estudiado por los especialis­tas, un reflejo evolutivo raro– sabe, o más bien intuye, que el noble pueblo es menor de edad, y que los niños niños son. Que la clase reaccionar­á como cabe esperar. Prevé que la mayoría sufrirá una inmediata disonancia cognitiva, pero... Pero lo emocional siempre puede más, y Pedrito está ciertament­e indignado. Fíjate, si me siento cargado de razón.

En las almas infantiles que han presenciad­o los hechos ciertos y la denuncia falsa, los límites se difuminará­n pronto y, antes de dos minutos, lo realmente percibido habrá quedado sepultado bajo la convincent­e rabieta del gamberro y mentiroso patológico. El resto lo harán los gritos con que la señorita –notaria de oídas de la realidad– va a amonestar a Isabelita. Que serán de aúpa, no una regañina cualquiera, no, sino amenazas de expulsión. Porque los hechos son demasiado graves, se dice Pedrito, presa ya de su propia red de mentiras como todo buen farsante. ¡Aquí hay destrozos, aquí hay barbarie! Pedrito se ha subido a un pupitre antes de exclamar lo anterior con los ojos húmedos. ¡Y la clase apesta, caramba! ¡Ayuso no deja de enredar con la vacunación!

 ??  ?? Fe de ratas
Fe de ratas
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain