ABC (Galicia)

La empresa del exasesor de Cameron adelantaba pagos a los proveedore­s a cambio de una comisión. Luego revendía esas deudas

El regulador alemán ha paralizado la actividad de Greensill. Después, Tokio Marine y Credit Suisse le han negado su apoyo

- La segunda caída

Foods de Kensington, un caro supermerca­do orgánico, haciendo la compra. Ha contado que durante el confinamie­nto él cocinaba todos los días para la familia.

En septiembre de 2019 publicó sus memorias, por las que recibió un adelanto de 800.000 libras. ¿Mucho? Sí, pero calderilla frente a los 60 millones de dólares que ha pagado Penguin Random House a Barack y Michelle Obama. Vendió 65.000 ejemplares en el primer año, menos que las autobiogra­fías de Blair (350.000) y de John Major (91.500). Como tantos estadistas jubilados, se ha anotado también en el circuito de conferenci­antes del Washington Speakers Bureau. Su tarifa es de 120.000 libras la hora. ¿Mucho? Bueno, Blair llegó a cobrar en su mejor momento hasta medio millón de dólares por una filípica de 20 minutos. Aún así, no hay queja: en 2019, el año previo al Covid, la Oficina de Cameron, situada en unas habitacion­es de St. James’s que le ha prestado un amigo Rothschild, declaró ganancias de 836.000 dólares.

En 2009 estalló en Reino Unido un enorme escándalo, al destapar la prensa la picaresca de los gastos excéntrico­s de los diputados a cuenta del erario público. Algunos habían llegado a pasar a los Comunes hasta facturas de la reforma de sus segundas residencia­s, incluida una caseta para patos. Cameron, por entonces líder de la oposición, advirtió: «El lobismo de los políticos es el próximo escándalo a punto de ocurrir. Hay unas relaciones demasiado amistosas entre el Gobierno, las empresas y el dinero».

Registro de lobistas

Como gobernante creó una oficina de registro de lobistas para evitar abusos por parte de los políticos entregados al cabildeo. Pero hoy él mismo se ha visto envuelto en lo que denunciaba. El Gobierno británico considera que Cameron no incumplió ninguna regla al presionar a ministros en apoyo de los intereses de Greensill, ya que no era un tercero, sino un empleado de la compañía. Pero los laboristas exigen una comisión de investigac­ión a fondo. Además, se han destapado los favores y privilegio­s que concedió al financiero Greensill cuando era su asesor en el Ejecutivo, donde presumía de acceso directo y daba órdenes en nombre del premier. También se ha sabido que pocos días después de destaparse que Bin Salman había ordenado el asesinato de Khashoggi, Cameron acompañó a Greensill a una estancia en Arabia en la tienda en el desierto del príncipe saudí, donde logró apoyo del fondo real para su compañía.

Lex Greensill, con fachada de tipo simpático y fama de extremadam­ente osado en las finanzas, era un banquero de jet privado y mansiones en Londres, Sydney y Nueva York. Llegó a la capital británica desde Australia en 2001. Trabajó en la City, primero para Morgan Stanley y luego para Citigroup. A finales de 2011 crea su propia financiera, Greensill Capital, que

Lex Greensill

Financiero australian­o de 44 años, condecorad­o por Buckingham en 2017 como miembro de la Orden del Imperio Británico por sus «servicios a la economía». Asesor sin sueldo de Cameron en su etapa como primer ministro. En 2018, le devuelve el favor al político y lo contrata para su financiera, Greensill Capital, que quebró el pasado 8 de marzo, provocando una enorme onda sísmica en miles de clientes de más de un centenar de países de todo el planeta. presenta con este lema: ‘Cambiando las finanzas para cambiar el mundo’. Su objetivo era «crear unas finanzas más justas», ayudando a las empresas que se quedan colgadas por los retrasos en los pagos de sus clientes. La fórmula de Greensill, llamada técnicamen­te «financiaci­ón de las cadenas de suministro», consistía en adelantar los pagos a los proveedore­s a cambio de una comisión que percibiría cuando se les abonase por fin su factura. Si el asunto ya era complejo, le dio una vuelta de tuerca más empaquetan­do esas deudas como complejos derivados y revendiénd­olas a terceros. Sin embargo, el invento parecía funcionar. En 2019, Greensill Capital, la firma para la que intermedia­ba su empleado Cameron, declaró haber movido 143.000 millones de dólares en préstamos para diez millones de clientes de 175 países.

Lord Myners, en su día ministro para la City con el laborista Gordon Brown,

Sanjeev Gupta

Empresario anglo-indio de 49 años, creó durante la crisis el emporio GFG Alliance, dedicado al acero, la minería y el comercio de materias primas. Ensalzado por toda la clase política del Reino Unido como «el salvador del acero británico», su firma está hoy en jaque, pues se ha descubiert­o que su sorprenden­te expansión se sostuvo con créditos del vidrioso y ahora quebrado Greensill. Gupta intentó hacerse con la planta de Alcoa en Lugo. venía denunciand­o en la Cámara de los Lores desde 2019 que en Greensill había «riesgo sistémico de fraude». El tiempo le ha dado la razón y hoy diputados tories denuncian en los Comunes

un posible esquema Ponzi, una estafa piramidal, que podría llevarse por delante también al ‘savador del acero británico’, Sanjeev Gupta, pues se ha descubiert­o que era el beneficiar­io del 60% de los préstamos de Greensill.

El imperio de Greensill empezó a pinchar en Alemania. Había comprado un banco en Bremen, que rebautizó como Greensill Bank, pero el pasado 3 de marzo las autoridade­s de supervisió­n germanas paralizaro­n su actividad por su alocado endeudamie­nto. Por su parte, Tokio Marine, la asegurador­a nipona que daba garantías al tinglado de préstamos y facturas de Greensill, se negó a renovar su póliza. Ante esa noticia, Credit Suisse, que ya veía poco claro el emporio de Gupta, congeló un fondo de diez mil millones de dólares vinculado a Greensill. Fue la puntilla. Próximo paso: la insolvenci­a y el regreso del lobista Cameron a todas las portadas. Una vez más, sobró codicia y faltó regulación.

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