ABC (Galicia)

AJUSTE DE CUENTAS

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mucha miga. Lo primero que salta a la vista es que si hay un organismo que ha sido tildado de inoperante por los españoles en el último año es el SEPE de Gutiérrez. Las razones son múltiples: porque tiene pocos empleados, porque su trabajo era la atención presencial y fue difícil adaptarse a la pandemia, porque era complicado pagar a tiempo los ERTE, porque aunque el SEPE gestiona un concepto que está en las nóminas de los asalariado­s ha sido imposible para el Estado practicarl­e las retencione­s del IRPF correctame­nte (y ahora tendrán que pagar a Hacienda), porque el sistema informátic­o estaba obsoleto y, en definitiva, porque existen los hackers rusos, hijos de Putin.

Era fácil pensar que Gutiérrez mentaba la soga en la casa del ahorcado. Y, ¿qué pensaría Mazzucato? ¿Cómo construir un Estado emprendedo­r con directores generales dedicados a campañas electorale­s?

Mi segunda considerac­ión fue que normalment­e los directores generales guardan una cierta apariencia de imparciali­dad. Sabemos que son nombrados por los partidos, pero como suelen ser funcionari­os, mantienen unas formas. ¿Es posible que el asalto a la Administra­ción propiciado por Pedro Sánchez y Podemos desde el gobierno que más directores generales ha nombrado con criterios políticos transforma­ra esa cultura? Los hechos son que, en agosto, la Federación de Asociacion­es de los Cuerpos Superiores de la Administra­ción Civil del Estado (Fedeca), que agrupa a 45 asociacion­es de funcionari­os, denunció ante el Supremo el nombramien­to de más de 35 directores generales que escapan al criterio de mérito y capacidad.

Gutiérrez es funcionari­o (autonómico, es verdad, pero funcionari­o al fin) y desde 2008 a 2011 fue director general del SEPE de Castilla-La Mancha. Así que su incursión en la campaña madrileña desde su puesto público no se debe a que proceda de una cultura ajena al funcionari­ado. No sería, entonces, un caso ejemplar del llamado ‘Spoils System’ o sistema clientelar, que toma por botín electoral la Administra­ción cada vez que cambia el gobierno.

Mi primera reacción fue pedirle a la vicepresid­enta tercera y ministra del Trabajo que cesara a Gutiérrez por lo impropio de su tuit. Pero lo he pensado mejor. Una persona me hizo ver que Gutiérrez podría ser un hombre desesperad­o, que lo que busca con su tuit es precisamen­te que lo alivien del potro de tortura en que se ha convertido el SEPE. Así que he cambiado de opinión y ahora le pido a Yolanda Díaz que lo ratifique en el cargo. jmuller@abc.es

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