40 años del Estatuto de Autonomía La salud del autogobierno, a ojos de quienes sentaron sus bases
▶Miembros de la comisión que alumbró el «Estatuto dos 16» analizan sus efectos y vigencia tras cuatro décadas ▶La reforma del texto divide a quienes fueron capaces de apartar diferencias pero ven hoy improbable un consenso
Cuarenta primaveras acaba de cumplir el Estatuto de Autonomía de Galicia, aprobado el 6 de abril de 1981. Una «feliz consecuencia», ensalzaba el día del aniversario Alberto Núñez Feijóo, de un «afán popular que se remonta muy atrás»; de una «democracia recuperada»; y de las «ideas fecundas sembradas por gallegos que imaginaron una Galicia libre y autogobernada». Hoy, reivindicaba el presidente de la Xunta, «el autogobierno mostró ser un marco útil para la resolución de problemas inéditos» que trajo la pandemia de Covid; «un marco institucional estable cuando solo había inestabilidad». Mientras el BNG insiste en soslayarlo para dar paso a un nuevo «estatus» que reconozca a Galicia como «nación»; y el PSOE aboga por «actualizar» el texto, ABC acude a los padres del autogobierno gallego, a aquellos que sentaron sus bases. Integrantes de aquel grupo fundacional que dejó a un lado sus diferencias políticas e ideológicas para alumbrar un anteproyecto que se conoció como el «Estatuto dos 16». Quién mejor que ellos para chequear su estado de salud y su vigencia transcurridas cuatro décadas de su entrada en vigor.
«En Galicia la autonomía ha sido un éxito», afirma, rotundo, Francisco Puy, quien formó parte, bajo las siglas de Alianza Popular (AP), de la comisión que dio forma al anteproyecto. Y añade con la misma firmeza: «De que el Estatuto actual es un éxito total no cabe la menor duda». Víctor Manuel Vázquez Portomeñe, por aquel entonces (1979) enrolado en la extinta UCD, hace un balance «enormemente positivo desde todos los puntos de vista». «Desde el punto de vista económico, social y de aglutinación de esta comunidad autónoma que adquirió conciencia de sí misma y sabiendo que es parte importante y sustancial de España», expone. «Galicia creció cultural, social y económicamente. La economía gallega, fruto justamente de estos 40 años de acción política, está resistiendo mucho mejor que la media española esta crisis que estamos soportando», amplía.
Se muestra más aséptico el socialista José Vázquez Fouz: «Los 40 años han servido para consolidar el autogobierno de Galicia a través de sus instituciones, especialmente de la Xunta y el Parlamento gallego. Ha habido etapas de mejor gobierno y etapas de desgobierno; por lo menos, que no respondiera a las inquietudes y problemas del pueblo gallego», pondera. Vázquez Fouz recuerda que es el único diputado que estuvo en las tres fases del proceso, nada sencillo, y para nada rápido, que fue necesario para dar salida al Estatuto de Autonomía: la comisión que consensuó el anteproyecto, la asamblea de parlamentarios que remitió el proyecto a Madrid y la comisión constitucional que aprobó el Estatuto, tanto en comisión como en el Pleno de las Cortes Generales.
Con este bagaje, se lanza pronto a sacar a colación lo que los anglosajones gustan de llamar «el elefante en la habitación». «Si no se reforma» el texto —como quiso el bipartito—, «se puede llegar a un anquilosamiento, y tendríamos una cosa no exactamente lo que se previó por parte de los que pusimos en su momento todo el valor político y todo el trabajo para un autogobierno. Realmente hoy necesita ese Estatuto una revisión», reivindica. So