EL PUEBLO MÁS QUERIDO
El cambiazo de Ribadeo en los últimos años ha sido enorme, de los de vuelta de calcetín
Mediante votación por red, Ribadeo ha ganado el título de «pueblo más querido», no sé muy bien si de Galicia o de toda España y tampoco conozco las particularidades de la entidad convocante ni las bases del certamen, aunque en todo caso me adhiero al fallo y lo suscribo plenamente, porque algo me toca. El cambiazo de Ribadeo en los últimos años ha sido enorme, de los de vuelta de calcetín. Su desarrollo económico, social, turístico, comercial y hasta urbanístico (aquí, con alguna mutación discutible) ha sido significativo. Y quizá lo haya sido porque los ribadenses saben administrar sabiamente, acrecentándolo, el patrimonio heredado, dinamizándolo y colocándolo en el escaparate. Las olas del mar de los cántabros (así dice el inagotable Cunqueiro) llevan rompiendo en Illa Pancha desde hace miles de años, pero hasta ayer no supimos ver en ellas una cita para surfistas de todo el mundo. Y siempre estuvo ahí la playa de Augas Santas, que ahora dicen As Catedrais los folletos turísticos. Y siempre se cantaron habaneras y hubo casonas de indianos —señoreadas desde la Torre de los Moreno, ese prodigio de originalidad y fulgor— pero faltaba la multitudiaria cita anual que removiese y honrase la memoria de los abuelos ultramarinos, irrenunciable e inagotable, como nos enseña Martín Fernández Vizoso, cónsul de la indianía en Galicia. Y siempre amaneció Dios sobre la ría.
En ese marco no caben disparates políticos, sino decisiones de altura. Yo he conocido alcaldes ribadenses de todos los colores y estoy persuadido de que ni uno solo de ellos buscó para sus compoblanos otra cosa que no fuera la mejora común, así le pareciese bien o mal al partido al que se adscribiesen. El actual regidor se sella con siglas del Bloque pero, como Lores en Pontevedra, sus apabullantes mayorías recogen papeletas de todos los colores, sin que la cosa amague con virar. Obras son amores y no megafonías, palabrerías y redes asociales. Así es cómo «el pueblo más querido» ha ido ganado fama de ser también uno de los lugares más gratos para vivir. Que lo siga siendo.