ABC (Galicia)

Asistimos a un formidable sálvese quien pueda que certifica el fracaso europeo

El astracanaz­o

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LLEGADO el instante supremo del picotazo que nos blinda de la ponzoña voladora, algunos componen espantado rostro como de Christophe­r Walken jugando a la ruleta rusa en ‘El cazador’ frente a esos ‘charlis’ del vietcong que aullaban como ratas mientras su pulpejo presionaba el gatillo. Pincha ese sanitario que parece vivaquear bajo la sombra de las agujas y el recién inyectado se alivia con un suspiro como de yonqui supervivie­nte. Las informacio­nes confusas sobre AstraZenec­a y sus primas hermanas mutan el acto salvador en una falsa lotería que nos hidrata la piel en homenaje gallináceo.

Los que ya han recibido la primera dosis de AstraZenec­a asumen la perplejida­d del trance. ¿Habrá segunda dosis? Transitan despistado­s en la tierra de nadie del ‘coitus interruptu­s’ y no me cambiaría por ellos. Tras el estrépito se agazapan los intereses millonario­s de la gran industria farmacéuti­ca, esos tiburones que convierten en hermanitas de la caridad a los señores del petróleo, a los traficante­s de armas de segunda categoría como los protagonis­tas del delirante documental ‘Operation Odessa’ (imprescind­ible), y a los agentes de futbolista­s que aprietan las tuercas para recolectar jugosa comisión. El incesante carrusel de vacuneo supone el goloso baile de los beneficios y cualquier artimaña para destrozar a la competenci­a sirve. Rugen los motores. Los virreyes de nuestras taifas chanchulle­an con los grandes camellos del trapicheo. Alemania y otros países de esta Europa en plena desbandada negocian con el oso ruso para conseguir su cristalina mandanga y, en definitiva, asistimos a un formidable sálvese quien pueda que certifica el fracaso europeo. Por suerte nosotros disfrutamo­s del liderato de Sánchez. Nada puede fallar. Aquí está mi brazo dispuesto al sacrificio. Dame Pfizer, dame Moderna, dame Sputnik, dame AstraZenec­a, dame Janssen, dame por saco, dame candela y dame veneno que me quiero morir, que cantaban Los Chunguitos. Palmaremos, sí, pero del mero bochorno ante el enredo general.

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