TODO IRÁ BIEN
En esto ha quedado la libertad en Cataluña. En no ir a la libertad
M Ellama el director del Ritz para invitarme con mi señora y la niña a conocer el hotel. En el coche, camino del colegio, lo anuncio con gran euforia: «¡El próximo fin de semana, nos vamos a Madrid!». Explico lo del Ritz, que tengo mesa en Barracuda y por supuesto en el restaurante más querido de Maria, que es el Sushi 99 de Padre Damián. Todo es júbilo de padre e hija pero veo que mami guarda silencio. «Yo no pienso ir a la zona cero del Covid», es la primera frase que dice. «Eres un irresponsable. Madrid es una morgue. Yo no me quiero morir». ¿Ustedes saben lo que es sentirse único? Yo lo sé. Porque yo fui ayer el único hombre que ha sido insultado por invitar al Ritz y llevo ya muchos años siendo el machista oficial de España cuando no hago otra cosa que desvivirme por mi hija, y también por mi esposa, a quien sigo llamando así y tratando como tal aunque ya no vivamos juntos. Son cosas que sólo me pasan a mí. Luego está el complejo independentista, que en lugar de revolverse contra la demencial incapacidad de sus gobernantes, fabula con difuntos ajenos y ha convertido a Cataluña en el cementerio de cualquier buen propósito.
Madrid es la mayor expresión de talento y de vida de Europa, un padre que invita al Ritz es un padre de todos los tiempos y Maria le dice a su madre: «Nosotros iremos a Madrid y tú eres libre de no ir». En esto ha quedado la libertad en Cataluña. En no ir. En no ir a la libertad, en no ir a la prosperidad, en no ir al Ritz, en no ir a Madrid. En este momento no hay en la política independentista una sola idea propositiva. Sólo existe la negación. Sólo un odio impotente, tribal contra Madrid. El odio contra Madrid es la mayor provincia de España. Contra el Madrid de Ayuso como contra la Superliga de Florentino. Iremos a Madrid. Claro que iremos a Madrid. Del Ritz a Barracuda por Cibeles, Neptuno y Alcalá. «Mírala, mírala/ Maria y su papá».
Cataluña y Madrid han aprovechado la pandemia para explicar lo que piensan de la libertad. No han sido sólo los partidos políticos, también madrileños y catalanes hemos tenido la ocasión de demostrar lo que esperamos de la vida y nuestro nivel de desarrollo intelectual. Ahí están el Ritz y Barracuda, que ya abrieron; el Bernabéu que está a punto; y Florentino Pérez impulsando y presidiendo la que va a ser una de las más trascendentes empresas del mundo. En Barcelona tenemos la profunda tristeza de las calles afeadas por Ada Colau, la deprimente retórica del recelo y la queja, el resentimiento contra la creatividad y la empresa, el Barça arruinado, el Camp Nou obsoleto y sin dinero para adecuarlo, y los restaurantes de los hermanos Iglesias y Adrià han sido condenados al concurso de acreedores por los más aldeanos e ineptos gobernantes que Cataluña ha conocido desde el tontísimo, facineroso, asesino y asesinado Lluís Companys.
Llamo al Ritz para concretar que iremos la noche del 4 de mayo. Y que Maria entienda la diferencia de amanecer en una ciudad que ha decidido vivir y ser libre.