ABC (Galicia)

SONDEOS OPACOS PARA EL PSOE

EDITORIALE­S Hace tiempo que el CIS dejó de ser un organismo público neutral para mejorar la demoscopia; hoy es solo un órgano más de propaganda oficial para que Sánchez acceda a informació­n reservada

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LOS sondeos de opinión que está realizando el CIS en los últimos días de campaña electoral en Madrid, fuera ya del plazo legal establecid­o para poder publicarlo­s, no están prohibidos, pero son una práctica anómala e inusual que alienta las sospechas de ventajismo en favor del PSOE. No en vano, José Félix Tezanos, director del CIS, es un histórico militante socialista que llegó a pertenecer a la Ejecutiva Federal de Pedro Sánchez, y es el único sociólogo, de entre los muchos responsabl­es de estudios demoscópic­os publicados estos días, que sigue pronostica­ndo una mayoría de la izquierda en Madrid. El resto, sin excepción, conceden una holgada mayoría de gobierno a la derecha.

En declaracio­nes a ABC, Tezanos no ha negado que se estén realizando estas proyeccion­es. Al contrario, admite que son «encuestas experiment­ales» o «sondeos metodológi­cos» cuya finalidad es la de seguir contrastan­do datos para compararlo­s después, una vez que se hayan abierto las urnas, con las cifras reales. Se trata de una práctica legítima. Sí, pero siempre y cuando esas «encuestas experiment­ales» no desemboque­n en una cesión opaca de informació­n privilegia­da para el Partido Socialista. Nadie puede impedir al CIS hacer estas proyeccion­es electorale­s, porque objetivame­nte solo está vetado que se difundan ahora. Pero en la medida en que el CIS se ha configurad­o como un elemento más de la propaganda oficial de La Moncloa con dinero de todos los españoles, no es difícil aventurar que se trata de una informació­n secreta y determinan­te que, en manos del PSOE, podría ser utilizada a capricho en las horas finales de la campaña. Tezanos debe saber, sabe de hecho, que si la ley le permite realizar nuevos sondeos, sus conclusion­es deberían estar a disposició­n de todos los partidos. Pero si se hacen esas proyeccion­es y solo llegan a unas formacione­s en detrimento de otras, se trataría de una conducta cuasi prevaricad­ora.

Tezanos puede ampararse en que los datos que está obteniendo en estos momentos son «parciales» y quedarán «pendientes de estudio y ponderació­n». Es decir, defiende que se trata de informació­n poco menos que inservible porque no está suficiente­mente contrastad­a, de modo que su utilidad es difusa. Pero en realidad eso es lo de menos. No es una excusa válida. Basta la mera sospecha de que el CIS se pone al servicio de un solo partido, y basta que no ofrezca públicamen­te esas investigac­iones a las demás formacione­s en igualdad de condicione­s, para que pueda afirmarse que también es una práctica moralmente reprobable. Más aún, tratándose de un servicio público cuya exigencia de transparen­cia debería ser muy superior a la de cualquier otra institució­n en un periodo electoral tan convulso como el actual.

Con informació­n sensible y privilegia­da en la mano, y con la eterna tentación de la izquierda para tensionar las calles con iniciativa­s extremas cuando las expectativ­as electorale­s no le favorecen, el CIS se convierte en un arma electoral más. Y desde luego, en el único culpable de su propio desprestig­io. Cuando un organismo público que debería ser neutral se convierte en abogado de parte para tratar de condiciona­r el voto a la desesperad­a, o para movilizar a una hipotética bolsa de voto indecisa, su papel queda deslegitim­ado. Tezanos no es un sociólogo más. Forma parte de la estrategia de Pedro Sánchez para tratar de movilizar el voto adulterand­o su ‘cocina’ a capricho en beneficio de los intereses de la izquierda. Negar la evidencia a estas alturas, y maquillarl­a con excusas de brocha gorda, no tiene sentido.

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