«Solo la Santa Sede podría retirar el título de católica a la UCAM. Esto ya ocurrió una única vez, en Perú»
«Cuando lo moral queda subordinado a lo práctico caemos en una visión utilitarista del hombre»
terar la identidad específica del hombre». Izpisua no utilizó embriones humanos, pero ese extraño embrión que destruyó al día 19 de desarrollo y que da nombre a su estudio sí contaba con células humanas, con material genético del hombre.
Patricia Santos, autora del Código Universitario Compendio Legal de Bioética y doctora en Filosofía política y del Derecho en la Universidad San Pablo CEU, defiende que «la Iglesia mantiene una línea valiente en la lucha por la vida» y en el estudio de las quimeras hombre-macaco «se están mezclando dos órdenes distintos, aunque sean biológicamente compatibles, lo que supone una alteración del ser humano como especie con una esperanza de vida muy limitada».
Esperanza de vida limitada
Aunque ese embrión tuviese muy pocas posibilidades de salir adelante, la ciencia «debe buscar todas las garantías» porque «se puede dar lugar a un engendro con ADN humano». Santos coincide con Nombela en que el problema no se encuentra en el punto del que parte la investigación, ni en el objetivo que perseguía Izpisua, sino en el resultado final: «A pesar de no haber utilizado embriones humanos se están utilizando células humanas».
Hasta ahora, el grupo de Izpisua ya había producido embriones quiméricos humano-animal utilizando ratones, cerdos y vacas pero, a pesar de sus esfuerzos, no se había generado una cantidad de células humanas suficiente para pensar que los tejidos y órganos creados fueran útiles para trasplantes clínicos. Esta vez ha sido distinto porque hombre y mono son especies próximas en su línea evolutiva, como si hablaran lenguas genéticas parecidas y estuviesen condenados a entenderse. Julio Aznar, director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia también ha querido desmarcarse del resultado de la investigación. Aznar opina que es «difícil determinar qué grado de colonización con células humanas alcanza el embrión quimérico producido». Por este motivo, argumenta que «puede no ser ético generar y manipular dichas quimeras, ni mucho menos destruirlas» pues la colonización de las células humanas en el macaco podría llegar al cerebro.
No es tan tajante Carlos A. Simón, profesor de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Considera que el trabajo de Izpisua «no parece ir contra la doctrina católica, aunque en un futuro, se vería afectada la dignidad humana». El teólogo recela de que las categorías biológicas resultantes «no sean fijas, sino fluidas» y remata que esto podría plantear «importantes y preocupantes desafíos éticos y legales en el futuro». «Han jugado con fuego. Si te toca ponerte rojo, te pones rojo», opina Santos sobre el apoyo de la Universidad Católica de Murcia a este experimento.
Fuentes consultadas por este diario aseguran que este centro se rige por un sistema «totalmente jerárquico donde nadie abre la boca». Uno de los profesores de la UCAM contactados por ABC declaró, al preguntarle por la investigación, que «tenía órdenes estrictas de no hacer valoraciones». Desde la institución argumentan que «todas
En busca de nuevas quimeras
Juan Carlos Izpisua colaboró en 2017 con el científico chino Jun Wu (arriba) en el crecimiento del primer embrión híbrido con células de humano y cerdo las opiniones se tienen que coordinar».
La UCAM no ha incurrido en ninguna ilegalidad porque el experimento se ha desarrollado en el contiente asiático y no en el campus murciano. No obstante, para que una universidad sea considerada católica –explica Rufino Callejo, doctor en Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Comillas– tendrá que inspirarse y basarse en los principios de la doctrina católica que se desarrollan en la Constitución Apostólica de la Santa Sede, ‘Ex corde Ecclesiae’.
La Iglesia precisa que una universidad católica debe poseer características esenciales como «la inspiración cristiana por parte, no solo de cada miembro, sino también de la comunidad universitaria como tal». Ante el riesgo de que la UCAM pudiera perder la letra ‘C’ de sus siglas, Callejo explica que «el Vaticano podría ‘quitarle’ el título de católica si considera que no mantiene los principios de moral o doctrina católica». Solo en una ocasión la Iglesia retiró el título de católica y pontificia a una universidad en Perú a la que, tras unos años, terminó restituyendo. El tiempo terminará resolviendo si el campus murciano tiene que cambiar de nombre.
Enrique Martínez, catedrático de Filosofía de la Universidad Abat Oliva CEU de Barcelona, explica que «cuando lo moral queda subordinado a lo práctico» caemos en una posición «puramente utilitarista». Se produce entonces «el abandono de la naturaleza humana». Este amante de la filosofía recuerda que este tipo de experimentos le hacen pensar en la novela ‘Frankenstein’...«Y el hombre quiso ser como Dios y acabó creando un monstruo».