La exposición ‘Luces del norte’ muestra 70 códices decorados franceses y flamencos
Los manuscritos medievales de la BNE: luz en las tinieblas ▶
La Biblioteca Nacional de España se ha propuesto rescatar a la Edad Media de ese lugar oscuro al que con tanta frecuencia la han relegado los historiadores, y para ello ha recuperado de su rico fondo de manuscritos los iluminados franceses y flamencos más valiosos. De ahí el nombre de la exposición: ‘Luces del norte: manuscritos iluminados de la BNE’, que desde hoy y hasta el 5 de septiembre mostrará 70 de los 156 códices decorados de principios del siglo IX y hasta el XVI que durante tres años han investigado los comisarios Samuel Gras y Javier Docampo, fallecido en marzo de 2020.
A la memoria del exdirector del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE está dedicada esta muestra que, en palabras de Gras, pretende oponerse a ese imaginario tenebroso de la Edad Media: «A través de estos manuscritos vemos cómo la nobleza y la burguesía de la época se preocupa por recoger en los códices la transmisión del conocimiento». Es la primera de las tres exposiciones que se programarán para que el público pueda ver también una selección de los fondos españoles e italianos, que completan una colección de más de ochocientos manuscritos iluminados. La importancia de esta iniciativa la ilustra una fecha: 1933. Fue la última vez que se realizó un catálogo razonado sobre estas colecciones. Nunca antes se había llevado a cabo una exposición de estas características en la BNE.
Los manuscritos rescatados son una magnífica muestra del arte de la iluminación, que alcanzó su máximo esplendor en la Europa medieval; esos colores vivos, oro y plata que servían para dividir los textos o ilustrar las historias que relataban, cuando no cumplían una función meramente decorativa. Estos adornos se realizaban con plumas de ave o caña y con tintas de colores y pan de oro o plata. Los códices de la exposición están divididos por distintas temáticas y en ellos se puede leer la vida de la época. Porque de los talleres de los iluminadores franceses y flamencos, los más solicitados, no solo salieron misales o biblias, sino que también se puede apreciar el alcance del conocimiento
Crucifixión de Cristo con la técnica de la grisalla, en tonos grises en áreas como la historia, la justicia o la ciencia.
Hay también libros cuyas ilustraciones reconstruyen escenas de la vida cotidiana de la sociedad europea desde los tiempos de Carlomagno hasta el reinado de Francisco I. Son los libros de horas, los ‘best sellers de la época’, según Gras. Fueron estos los libros de oraciones más habituales para los laicos entre los siglos XV y XVI, y en ellos se testimonia el paso desde la religiosidad medieval hasta el nacimiento de una religiosidad individual. Estos códices parten de las oraciones que rezaban los monjes, y en su contenido se muestran los salmos, las letanías o calendarios litúrgicos. Las imágenes de los calendarios son especialmente interesantes porque en ellas se mostraban las actividades típicas del periodo correspondiente, como el pisado de la uva en septiembre, el juego de San Valentín en febrero o una pelea con bolas de nieve en diciembre.
El manuscrito de mayor antigüedad es el Códice Metz –814828–. Se cree que fue encargado por uno de los hijos de Carlomagno, Drogo, obispo de Metz, y refleja el interés que tenía el emperador por disponer de instrumentos científicos fiables para armonizar el calendario de sus territorios. Que para este y otros códices se recuperara la tradición griega y romana demuestra, según el comisario, que en la Edad Media hubo
La muestra expone setenta manuscritos medievales
Los puntos cardinales y las trayectorias del Sol y la Tierra
Libro de horas de Carlos V, de una gran riqueza iconográfica una continuidad en el conocimiento, y no un apagón. Entre la muestra de manuscritos expuestos se encuentra también una colección de biblias parisinas que, por su pequeño tamaño podían transportarse y manejarse con facilidad. Fue la primera vez que se logró ajustar la totalidad del texto sagrado a un único volumen, los libros de bolsillo de hoy. Recurrieron a una letra diminuta y a la división en capítulos. Hay igualmente textos bíblicos comentados, que a su vez provocaban nuevos comentarios anotados en los márgenes.
Estos volúmenes no estaban al alcance de todos por su elevado coste. Eran un signo de lujo y de conocimiento superior, y algunos de la colección pertenecieron a reyes como Carlos VIII o Margarita de Austria. Pero viniendo de Francia era inevitable que se colara una polémica literaria, la primera de la historia, de hecho, a cuenta del ‘Roman de la Rose’. Se trata de un poema alegórico del siglo XIII sobre la seducción que provocó una pugna literaria-feminista por las dos representaciones que se hicieron: una con los ideales del amor cortés y otra más cínica, incluso misógina. Así se explica que la literatura sea en Francia una cuestión de Estado.
Javier Docampo La exposición homenajea al exdirector de Manuscritos e Incunables, que murió hace un año