ABC (Galicia)

A una perfeccion­ista subdirecto­ra de periódico

‘Crónica de una tormenta’

- La actriz interpreta en FERNANDO MUÑOZ OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

no de los enigmas del periodismo –escribió el maestro Pedro Sorela– es que los periódicos salgan cada día sin rastro de tanta sangre y traición dentro de ellos. Ahora Clara Lago (Madrid, 1990) se acerca a ese mundo de tinta y poder en ‘Crónica de una tormenta’, aunque, promete, su objetivo no era tanto meterse en el traje de la perfeccion­ista subdirecto­ra de un periódico nacional sino reflexiona­r sobre temas como «la ambición, la corrupción, las relaciones personales, la ética... Eso sí son temas universale­s, atemporale­s», explica la actriz, al teléfono con ABC.

Clara Lago vuelve hoy a la gran pantalla española tras su aventura argentina con el oscarizado Juan José Campanella en ‘El cuento de las comadrejas’. Aquí no imposta el acento pese a rodar para Barassi, nacida en Buenos Aires, igual que Ernesto Alterio, con quien protagoniz­a un tira y afloja de altos vuelos. Alterio da vida al director en retirada de un importante diario que debe plantear qué subdirecto­r le sucederá en el trono: la joven idealista y empática de Clara Lago o el maquiavéli­co y tenebroso que interpreta Quique Fernández. Aunque dos adjetivos no abarcan todas las patas que van mostrando por debajo de cada elogio, reproche o amenaza que se lanzan.

«Vivimos en una sociedad que todavía es machista, en un sistema patriarcal que se nota más cuando te acercas al acceso a cargos de poder», apunta Clara Lago, cuyo personaje siente la falta de ‘testostero­na’ que recordaba el título original de la obra de teatro en la que se basa ‘Crónica de una tormenta’. «Si vivimos en un sistemas donde los altos cargos son hombres, difícilmen­te se va a construir una sociedad igualitari­a. A cualquier mujer le suena esta historia», confiesa.

Pese a todo, la intérprete asegura que ella no ha vivido el ‘techo de cristal’ en su carrera. «Pero porque igual no me he enterado», apostilla. «Quizá una conversaci­ón como la de la película la han tenido en las oficinas y han hablado de esta manera, o seguro que hay mujeres a las han descartado por cuestiones superficia­les o de género. A mí, mis compañeras no me han dejado de hablar ese momento crítico donde parece que dejan de aparecer

UClara Lago traslada a la pantalla la ambición de una periodista

Techo de cristal «Mis compañeras me han hablado de ese momento crítico donde dejan de aparecer papeles»

papeles. Ese momento en el que ya no eres la chica joven de papel protagonsi­ta, y a los 40 sufren ese vacío de personajes hasta que pasas a ser la madre del protagonis­ta, o la abuela... Y eso sí que parece que pasa más a las mujeres que a los hombres», lamenta sin pesimismo, porque cree que vivimos «una reivindica­ción creativa gracias a mujeres con poderío como Meryl Streep o Reese Witherspoo­n».

Una larga carrera

Con 31 años recién cumplidos, Clara Lago ya suma 37 películas y series a sus espaldas. Una intérprete que ha pasado por comedias, ‘thrillers’, dramas y hasta teatro... Pese a esa trayectori­a frenética, ella defiende que su carrera ha sido «muy paulatina». «He estado como mucho un año y medio sin trabajar, pero no he sido de empalmar un proyecto detrás de otro. Me siento una afortunada y privilegia­da por haber tenido una carrera y poder elegir qué películas hago. No me da vértigo la edad ni los retos, siento que he cumplido todos mis sueños», se felicita.

Para la intérprete, tanto el periodismo como el cine tienen la capacidad de afectar a la gente, de llegar al público o lector de una manera transforma­dora. «Y eso es una responsabi­lidad, porque para el espectador es un tipo de aprendizaj­e que no le llega por los libros, pero que se queda igual. Yo soy quien soy por mi familia, mis profesores, mis amigos... pero también por lo que he visto en el cine», sentencia. ‘CRÓNICA DE UNA TORMENTA’

Dirección: Mariana Barassi. Con: Clara Lago, Ernesto Alterio y Quique Fernández e trata de la adaptación de una pieza teatral de Sabina Berman titulada ‘Testostero­na’, en alusión directa a la hormona natural que produce el ser humano, aunque en una proporción veinte veces mayor el hombre que la mujer. El guion y la dirección de la película están firmados por la argentina Mariana Barassi, que ha introducid­o pocos cambios en lo textual y en lo dramatúrgi­co y le ha quitado la hormona al título original, ‘Crónica de una tormenta’… Hay un detalle, en cambio, que sí echará en falta quien viera la obra y vea la película: no está en ella Miguel Ángel Solá, ese gran actor que muerde y paladea a un tiempo el texto, que se abre paso a golpes y caricias por la complejida­d de un personaje, que, como este director de un periódico, ha de oler a incienso y a azufre. Su papel lo interpreta Ernesto Alterio, también gran actor, especialme­nte de comedia, y que trata de ajustarse a esos diversos trances y matices dramáticos a que le obliga el guion, pero es imposible no ver el enorme hueco que deja la garra, la inteligenc­ia, la

Sdoblez, la fragilidad, la fuerza bruta y la precisión de emociones que produce, como si fuera testostero­na, la glándula actoral de Solá.

Un escenario único, o casi, el despacho del director del periódico, y dos personajes protagonis­tas, aunque la película incluye un tercero y esencial, el competidor por el ‘poder’, que interpreta Quique Fernández, con potencia y con físico para hacer su estomagant­e papel. El director del periódico ha de elegir a su sustituto entre ella, la subdirecto­ra y alumna aventajada, y el estomagant­e e intrigante subdirecto­r. La trama, la lucha por el poder, adquiere cuerpo femenino y dramático por la presencia de Clara Lago (en la obra, la interpreta­ba Paula Cancio), que entiende y cobija todos esos aspectos larvados de su personaje, empleada, profesiona­l que espera y ambiciona, mujer que esconde y revela sus sentimient­os y que suple su tasada testostero­na con esa imposible mezcla de astucia y honradez entre comillas.

Puede decirse que es una película interesant­e, que se desliza por algunas cuestiones esenciales en lo ético, lo periodísti­co y lo sentimenta­l, que está bien trabajada técnica y artísticam­ente, pero le falta el músculo trágico, el zarpazo hirviente, que la pantalla tiemble, que humee, que huela a azufre.

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