La adultez tardía
Vaya a por delante que tengo 78 años y que entreno al tenis una hora diaria porque participo en el circuito de veteranos que organiza la Federación Internacional de Tenis a lo largo de toda la temporada en diferentes lugares del mundo. De hecho, el campeonato del mundo de este año se va a celebrar en Mallorca durante el próximo mes de octubre y esa es la razón por la que estoy entrenando intensamente, para intentar hacer un buen papel, ya que el nivel es muy alto. Solo en mi categoría de edad, de 75 a 80 años, hay un ‘ranking’ de 950 jugadores compitiendo regularmente.
Sirvan estos datos como introducción de una anécdota que he vivido en primera persona en un polideportivo municipal de Madrid.
Como se trata del centro deportivo con pistas de tenis que tengo más cerca de mi residencia habitual, me acerqué al mismo para informarme de la posibilidad de entrenar en dichas instalaciones, y en la ventanilla de información me preguntaron si yo era adulto, y cuando dije mi edad, me miraron con cara de sorpresa y me informaron que solo admitían adultos hasta los 64 años de edad.
Sinceramente, no sé si fue una reacción espontánea de la señorita que me atendió en la ventanilla de información al ver a una persona de mi edad interesada en hacer deporte, o por las instrucciones que pueda tener de instancias superiores, pero como me marché compungido y perplejo quería contarlo.
Cuesta creerlo, ¿verdad? Que cada cual saque sus propias conclusiones.
Yo he sacado la mía. Creo que soy un ‘adulto tardío’, que seguiré haciendo deporte a pesar de que algunas ordenanzas municipales no me lo pongan fácil, y que el deporte es salud, a cualquier edad, lo diga quien lo diga.