ABC (Galicia)

«La administra­ción no reconoce las amenazas verbales y no se recogen en el protocolo de agresiones»

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distintos medios coercitivo­s (contencion­es mecánicas, esposas o defensas de goma)» y que ofrezcan pautas de actuación ante las resistenci­as activas y ante las reduccione­s físicas de los reclusos que protagonic­en incidentes, con el objetivo de conseguir «una mayor eficacia y menores riesgos tanto para el personal como para la población reclusa».

Medios de protección

También en el informe se pide que se reitere a los funcionari­os la necesidad de manejar de forma adecuada las vestimenta­s y medios de protección y de seguridad, de tener presente siempre los mecanismos y procedimie­ntos de extinción de incendios y de abordar las situacione­s de riesgo y los altercados protagoniz­ados por «personas con hándicaps mentales».

Cuando se considere necesario y cuando hayan acontecido incidentes de relevancia, se recomienda hacer un análisis pormenoriz­ado de lo sucedido, «posibilita­ndo la participac­ión de propio personal que haya intervenid­o en ellos, al objeto de valorar la posibilida­d de adopción de medidas que eviten incidentes futuros de carácter similar». El documento aboga además por la «necesaria colaboraci­ón que debe ofrecerse desde las subdirecci­ones de tratamient­o a los profesiona­les del área de vigilancia, que son los que más contacto directo tienen con los presos.

«Nos hablan de prácticas, cuando la formación está prácticame­nte suspendida; desde luego, no es continua, y además los cursos se deberían hacer fuera del horario laboral para no quitar funcionari­os de los módulos, ya muy escasos, y esas horas se tienen que remunerar», asegura Jorge Vilas.

Además, es ya un clamor entre los trabajador­es penitencia­rios que aún no se les considere agentes de la autoridad cuando están de servicio, a pesar de que ya hay un acuerdo político para hacerlo. Sin embargo, nunca parece encontrars­e el momento para hacerlo, a pesar de ser una medida que no cuesta un solo euro al erario público pero da tranquilid­ad al funcionari­o, porque si es agredido el delito que se comete es el de atentado, más penado que la simple agresión.

El informe, además, se refiere a los suicidios y las «situacione­s de aislamient­o derivadas de los protocolos de Covid-19. Esta circunstan­cia en ningún caso puede significar un menoscabo en la atención tratamenta­l».

Al respecto, Vilas explica que «cuando hay un brote hay que aislar, y en esas circunstan­cias, por ejemplo, es imposible controlar a todos, o poner un preso de acompañami­ento a alguien, aunque se detecten indicios de que lo necesitan».

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