Juego de niños para Nadal
▶ Reduce a Alcaraz sin piedad en su estreno en Madrid y se cita con otro joven, Popyrin
Como regalo de cumpleaños, una lección magistral del mejor maestro. Carlos Alcaraz recibió de manos de Rafael Nadal una clase privada, ante unas 2.000 personas en la pista central de la Caja Mágica, de la que aprender y acordarse para toda la vida. Una bienvenida a la mayoría de edad asfixiante y sin remordimientos, eso sí, depurada en 77 minutos (6-1 y 6-2). El futuro llega de muy buenas maneras, pero todavía hay muchísimo presente.
El balear, estreno impoluto en el Mutua Madrid Open, se está acostumbrando, cosas de la vida, a enfrentarse a raquetas de nuevo cuño, talentos adolescentes con potencial a raudales, pero a los que les falta ese baño de realidad que ofreció ayer a Alcaraz, nervioso por el personaje y por el escenario. Pero admitía después que no está para la docencia, sus objetivos son otros, ajenos a quien esté al otro lado de la red. «No tengo que enseñar nada a nadie, él tiene a su equipo. Si algún día tuviera alguna duda y quisiera preguntarme algo, yo encantado, estamos aquí para ayudarnos y más si son compañeros y más si es un chico con muchas cosas positivas de carácter y de tenis. Pero mi motivación va más allá de una primera ronda».
Al contrario que los rivales en formación que se va encontrando por el camino, con 34 años, el 2 del mundo juega casi de memoria, aunque todavía la falta de rodaje lo obligue a reencontrar automatismos, como con el saque, que tantos problemas le ha causado en esta