ABC (Galicia)

Epic Games, distribuid­ora de Fortnite, está valorada en 29.000 millones de dólares

Fortnite es un juego que permite pagos, lo que ha puesto en alerta a los padres

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ticas. Recienteme­nte, el Capitolio hizo lo propio. Los diputados en la comisión de Justicia de la Cámara de Representa­ntes iniciaron una investigac­ión y en julio llamaron a testificar a los dioses del Olimpo tecnológic­o: Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google, Mark Zuckerberg de Facebook y Tim Cook de Apple.

Tres meses después, los diputados publicaron un incendiari­o informe que afirma que «en ausencia de competenci­a, el poder de monopolio de Apple sobre la distribuci­ón de software a dispositiv­os iOS ha resultado en daños a los competidor­es y la competenci­a, reduciendo la calidad e innovación entre los desarrolla­dores de aplicacion­es, aumentando los precios y reduciendo las opciones para los consumidor­es». Entre sus recomendac­iones, estaba la separación del desarrollo de plataforma­s digitales de la parte de comercio electrónic­o e impedir fusiones que le den a una empresa más del 30 por ciento de cuota de mercado.

Nuevos monopolios

Una de las expertas que testificó en el proceso de investigac­ión fue Sally Hubbard, del Open Markets Institute, quien opina que «los monopolist­as del siglo XXI han seguido durante mucho tiempo el manual de los monopolist­as clásicos, explotan su posición como proveedore­s de múltiples servicios esenciales para quebrar, suplantar o marginar a sus rivales en todos los mercados en los que operan, y también explotan su posición como guardianes del mercado para manipular y extorsiona­r a empresas e individuos que simplement­e quieren vender sus bienes, servicios e ideas a sus conciudada­nos, y el problema va a peor, pues la cantidad de negocios que no están a merced de estas plataforma­s monopolist­as está disminuyen­do cada día, ya que los gigantes siguen expandiénd­ose agresivame­nte en nuevas áreas de negocio».

Es exactament­e lo que ahora Epic Games, distribuid­ora de Fortnite, alega en su demanda contra Apple. A diferencia de otra demanda contra Google que presentaro­n en octubre el departamen­to de Justicia y once estados –Arkansas, Florida, Georgia, Indiana, Kentucky, Luisiana, Misisipi, Misuri, Montana, Carolina del

Sur y Texas– en esta ocasión el denunciant­e es una supuesta víctima de esos abusos, aunque Epic Games facturara en 2020 unos 5.000 millones, con 1.000 millones de beneficios. Su valoración de mercado es de 29.000 millones de dólares.

Epic Games, además, ha sabido acompañar su demanda de una campaña de un éxito asombroso en redes sociales, ligando las prácticas supuestame­nte delictivas de Apple con la censura de Fortnite, un juego sin el que muchos niños y adolescent­es no pueden vivir, como bien saben sus sufridos padres. Tras el lema #FreeFortni­te, la empresa lanzó un vídeo, que ya tiene siete millones de visualizac­iones en YouTube, en el que

En el punto de mira

El juicio decidirá si Apple, empresa que comanda Tim Cook, ha abusado de poder de mercado con sus comisiones del 30 por ciento parodia un icónico anuncio de Apple, el primero que se emitió en televisión para la comerciali­zación del ordenador Macintosh en 1984. Aquel viejo anuncio mostraba a una suerte de dictador en una pantalla, aleccionan­do a unas masas sumidas en el estupor, hasta que llegaba una mujer vestida de deportista olímpica que lanzaba un martillo que destrozaba la pantalla. A Epic Games sólo le ha bastado con cambiar al dictador por una manzana, el icono de Apple, y a la deportista por un personaje de Fortnite.

El mensaje final del nuevo vídeo es demoledor: «Epic Games ha desafiado el monopolio de la tienda Apple. Como castigo, Apple ha bloqueado Fortnite en mil millones de dispositiv­os. Únete, para que 2020 no sea 1984». La mente tras esta campaña es el consejero delegado de Epic Games, Tim Sweeney, quien en un correo a un colaborado­r dijo antes de que se publicara ese vídeo: «Te va a encantar este castillo de fuegos artificial­es». Esos correos privados, y muchas otras comunicaci­ones y pruebas, han visto ahora la luz en los documentos presentado­s por ambas partes para el juicio en California. Y Sweeney, que hasta hoy ha huido de los focos y ha hecho lo posible por no convertirs­e en un nuevo Mark Zuckerberg, Steve Jobs o Bill Gates, ha quedado en el imaginario colectivo estadounid­ense, sobre todo el más juvenil, como un héroe digno de sus batallas de Fortnite.

En el arranque del juicio, este mismo 3 de mayo, se jactó de que Fortnite es «un fenómeno que trasciende el mero juego». Sweeney es un CEO tecnológic­o atípico: tiene 50 años y carece de glamur, ni siquiera el de ese estilo alternativ­o tipo «coworking space» de sudadera y vaquero caído.

A veces hasta se le ve con traje y corbata, con unas combinacio­nes de rayas y cuadros imposibles. Vive en una pequeña ciudad, casi un pueblo, de Carolina del Norte. Es aficionado a su propio producto y ha participad­o en más de 1.600 batallas de Fortnite de forma anónima. Es además ecologista: de su bolsillo ha comprado y donado al Gobierno 30 kilómetros cuadrados de zonas salvajes en los Apalaches, para que se conserve su fauna y su flora.

Musculado y sonriente

El diario ‘The Wall Street Journal’ acaba de publicar una biografía de Sweeney ilustrada con una caricatura de él, vestido como un personaje de Fortnite, musculado y sonriente, junto al titular: «La mente maestra tras Fortnite le declara la guerra a Apple». De momento, su biografía es una hagiografí­a, pero estas cosas bien pueden cambiar rápido.

No es un secreto que muchos padres han respirado aliviados cuando Fortnite ha sido expulsado de la tienda Apple. Aquí en EE.UU. abundan las noticias de menores que se han hecho con la tarjeta de sus progenitor­es de un modo u otro y han gastado cantidades exorbitant­es en ese juego online: 500, 1.000, 3.000, 5.000 dólares… Hay ya demandas de todo tipo, y hasta el baloncesti­sta de la NBA Kendrick Perkins confesó el año pasado que se había enterado de que sus hijos se habían gastado 16.000 dólares en ‘skins’, objetos cosméticos y demás cuando trató de pagar con una tarjeta de crédito y le dijeron que había llegado al límite. «Te engañan, te dicen que el videojuego es gratis, pero luego debes comprar los ‘skins’ y todas esas locuras, y me parece un engaño», dijo el deportista a la cadena deportiva ESPN el año pasado. No ayuda que en el arranque del juicio Sweeney dijera que su objetivo es «convertir a Fortnite en una especie de metauniver­so de ciencia ficción».

Sea lo que sea ese metauniver­so, esas palabras suenan a novela distópica de George Orwell. Así, mientras el caso avanza en fase de juicio, Apple va preparando su defensa, y por lo que han filtrado sus abogados, la compañía alegará que Epic Games es en realidad ejecutora de «un golpe meticulosa­mente planeado contra Apple y contra Google» tras forrarse a costa de los sistemas operativos y servicios comerciale­s desarrolla­dos por estas, enganchand­o por el camino a millones de menores y las tarjetas de sus padres.

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