«No creo en personas inmorales: juegas con las cartas que te tocan»
Jo Nesbø Novelista ▶ El noruego aparca a Harry Hole para firmar ‘El reino’, un thriller vestido de tragedia familiar
usuarios, algo que no ocurría en 2004. También han incrementado el número de cámaras: de 130 a 277 en esos diecisiete años.
Con todo, la investigación del Ministerio de Cultura, según ‘El País’, plantea que es «absolutamente imprescindible» la aprobación de un protocolo de actuación ante desapariciones de documentos, en el que debería incluirse una mejora de comunicación para que cualquier sospecha de pérdida relevante se le comunique a la directora. Hay que recordar que el robo del ‘Sidereus Nuncius’ de Galileo, que tendría un valor cercano al millón de euros, se detectó en 2014, pero la directora actual, Ana Santos, sostiene que no lo conoció hasta 2018. Tampoco hay que olvidar que Cultura encargó el informe en marzo de 2021, aunque conoció el robo en 2018.
Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional de España
La sombra de Harry Hole es tan alargada que incluso Harlan Coben, colega de profesión y compañero de fatigas en la sección de los superventas, patinó de lo lindo cuando, durante la presentación de la versión inglesa de ‘El reino’ (Reservoir Books), le preguntó a Jo Nesbø (Oslo, 1960) si aquella era la primera novela que escribía sin el malcarado, arrogante y torturado detective como protagonista. Porque, en efecto, ‘El reino’ no es la primera novela independiente que firma Nesbø –ahí están ‘El heredero’, ‘Headhunters’, ‘Sangre en la nieve’ o esa minucia de nada titulada ‘Macbeth’), aunque, tanto por ambición como por envergadura, merezca casillero propio.
En ella, el autor noruego viste de thriller la tragedia familiar de Roy y Carl, dos hermanos crecidos en un pequeño pueblo de montaña al que el segundo regresa tras años de ausencia para construir un gran complejo hotelero. Una nueva vuelta de tuerca a las bajas pasiones, los secretos envenenados y los relatos bíblicos actualizados con la que Nesbø, cincuenta millones de ejemplares vendidos y subiendo, le toma las medidas al mal en su encarnación más cotidiana. —Como en ‘El heredero’, la familia vuelve a ser el centro de la novela. —En la novela negra a menudo hay un crimen como punto de partida y necesitas, sobre todo, emociones fuertes. Y las emociones más fuertes son las que se dan en la familia. En el 80% de los asesinatos, el culpable tiene una relación estrecha con la víctima. —¿Cómo se toma Harry que lo dejen en el banquillo?
–No le importa; la verdad es que no sabe ni dónde está (risas).
—En ‘El reino’ aflora también la codicia y el poder del dinero como subtrama. ¿Es la corrupción el gran pecado capital del siglo XXI?
—Sí que hay una corrupción sistémica. Y es un problema, porque hace que la sociedad funcione mal. También es un tema de ética y moralidad. Pero yo no creo en personas morales o inmorales: acabas jugando con las cartas que te han tocado y haces lo que se espera que hagas. Así que la corrupción es algo que tiene que ver con arreglar el sistema. Por ejemplo, si eres un oficial
Leer y reescribir «Necesitaba algo como ‘Macbeth’ ya que, después de años de oficio me, di cuenta de que había dejado de leer»
El escritor noruego Jo Nesbø de policía en el tercer mundo, se da por hecho que tendrás que ser corrupto para poder alimentar a tu familia. No es una cuestión de integridad personal, sino de cómo está montado el sistema.
—Hace un año decía que en Noruega la pandemia se había convertido en un entretenimiento de masas. —Sigue siendo así. La gente no habla de otra cosa. Será interesante ver cómo observamos este periodo dentro de cien años. Es posible que el Covid-19 u otras variaciones nos acompañen toda la vida, quién sabe. Pero hace poco leí que el número de personas fallecidas por Covid-19 este otoño iguala al número de fallecidos por tuberculosis en un año. Y la gente se pregunta: ‘¿la tuberculosis sigue existiendo?’. Puede que no aquí, donde vivo yo, pero existe. La pandemia ha sido un toque de atención para muchos países; una señal de alarma de que hay un mundo fuera, más allá de nosotros. La gente sigue muriendo de tuberculosis, y lo que para nosotros es un descubrimiento para otros es su día a día. —¿Qué ficción cree que saldrá de este año tan extraño, terrible y oscuro? —Es difícil decirlo, porque la ficción ha tratado las crisis de manera muy distintas. Si nos fijamos, por ejemplo, en la crisis climática, que es el tema que va cambiar el mundo y la historia, tampoco ha generado tanta ficción. La guerra de Vietnam, en cambio, sí que dio lugar a un tipo de libros y películas muy concreto. Y los tiroteos en las escuelas también han saltado al cine. Creo que todo depende de si la crisis llega a una especie de conclusión, ya que es más fácil hablar del tema. Así que si desaparece esta pandemia, es posible que sí que lleguen bastantes novelas sobre este periodo.
—Para muchos autores, tener la oportunidad de reescribir ‘Macbeth’ sería un punto de inflexión definitivo. ¿Qué significó para usted?
—Todos los libros que he hecho han tenido una influencia en mi manera de escribir, pero puede que ‘Macbeth’ haya sido el que más, ya que leí y releí el trabajo de otro autor en busca de lo que subyace bajo el texto. Leer a grandes autores siempre es una buena escuela. Y es algo que necesitaba, porque como escritor, después de muchos años de oficio me di cuenta de que había dejado de leer. Tener este tipo de estímulos es importante. De lo contrario, te puedes quedar aislado. Es como cuando Joni Mitchell se hizo popular y empezó a escribir sobre gente rica en casas con piscinas. Esa era su vida.