ERC quiere gobernar sola al dar por rota la negociación con Junts
▶ Los posconvergentes todavía confían en un ejecutivo de coalición con los republicanos
El papel del fugado Puigdemont en el futuro del ‘procés’ es el principal escollo que ha impedido un acuerdo de Esquerra y Junts para revalidar un Govern secesionista de coalición. Hasta el punto de que ayer, el candidato de ERC a la Presidencia, Pere Aragonès, dio por rotas las conversaciones: «Después de 83 días de negociación, es evidente que los consensos necesarios no existen. A día de hoy, no existen las bases para que un Govern de ERC y Junts sea fuerte y cohesionado».
Aragonés anunció su intención de constituir un Govern en solitario, pero lo cierto es que para casi cualquier combinación –excepto un tripartito con el PSC y los comunes, que a día de hoy descartan– Esquerra necesita el beneplácito de Junts. Por eso Aragonès se agarró a unas declaraciones anteriores del secretario general de Junts, Jordi Sànchez, que había puesto sobre la mesa apoyar la investidura de un Govern de ERC en minoría para evitar repetir las elecciones. «Asumimos claramente esta opción para desencallar las negociaciones», dijo Aragonés tras reunirse la ejecutiva del partido.
El golpe en la mesa de Aragonès cogió por sorpresa a Junts, que ayer celebraba un congreso virtual extraordinario. Los posconvergentes no tiran la toalla e instan a los republicanos a no levantarse de la mesa: «Continuamos abiertos a dialogar para crear este
Govern» de coalición, explicó Sànchez por videoconferencia desde la prisión. Si eso no fuera posible, Sànchez no descarta que los posconvergentes apoyen –tendrían que aprobarlo las bases del partido– la investidura de Aragonès y quedarse fuera del Govern para evitar la repetición electoral. Sànchez aseguró que propondría que cuatro diputados de Junts votasen a favor de la investidura de Aragonès para un Govern de izquierdas, si este recaba los apoyos de la CUP y de los comunes. Con esta fórmula, Aragonès podría ser elegido presidente en segunda vuelta. Pero los comunes tienen serias dudas de que Junts acabe apoyando un Govern progresista desde fuera, y ven más factible un tripartito que incluya al PSC, del que Esquerra rehúye.
El amago de romper las negociaciones, que Aragonés ha negado que responda a una «táctica negociadora», se produce después de 83 días de conversaciones, sobre las que las dos formaciones hacen valoraciones bien distintas. Mientras los posconvergentes aseguran que iban por buen camino –Sànchez auguraba un acuerdo en cuestión de días–, Aragonès dejó claro ayer que Junts estaba mostrando «un optimismo que no encaja con la evolución de las negociaciones».
La ‘tutela’ de Puigdemont
El protagonismo que Junts quiere dar a Puigdemont es, para Esquerra, un obstáculo insalvable. Aragonès dice que los posconvergentes pretenden convertir el Consejo por la República, el chiringuito que el expresidente tiene en Waterloo, en un espacio parainstitucional que decidiría, por ejemplo, las relaciones de la Generalitat con el Estado. «Si en el principal tema de la agenda política, que es el proceso independentista, hay un órgano que dice al Govern qué es lo que tiene que hacer, y lo que no tiene que hacer, esto es una tutela. El presidente de la Generalitat no es un gerente, no es un administrador», sentenció Aragonès.
Sànchez, por su parte, niega que Junts pretenda que Puigdemont dirija al presidente de la Generalitat desde Bélgica: «Junts ha dejado bien claro desde el primer momento, y por escrito, que el Govern no podía ser tutelado por nadie», replicó Sànchez. No dio más detalles de en qué consistiría ese «órgano colegiado».
También el propio Puigdemont reaccionó al envite de Aragonès, aprovechando su participación en el congreso telemático de los posconvergentes. Dijo que su formación no se dejará «pisar», ni tampoco que les falten al respeto: «Hoy sabemos con más claridad que nunca que para la independencia Cataluña necesita que Junts exista, que sea fuerte y decisiva», dijo Puigdemont.
Mientras, el exministro Salvador Illa –vencedor de los comicios, por delante de ERC y Junts– no tira la toalla en su propósito de gobernar. Pidió a Aragonès que se aparte: «Hágase a un lado, acepte la realidad y deje que haya un Govern se servidores públicos de izquierdas». Si el 26 de mayo no hay acuerdo se convocarán de forma automática, por ley, unas nuevas elecciones. Todos dicen que quieren evitarlas, pero el reloj sigue corriendo.