ABC (Galicia)

Viajar en transporte público en México, una actividad de riesgo

▶ El accidente del metro, que dejó 26 muertos, destapa una larga lista de problemas en la red El ministro de Exteriores inauguró la línea siniestrad­a cuando era jefe de gobierno de la capital Hacía tiempo que se venía alertando de fallos en la estructura

- BORJA RAMA CORRESPONS­AL EN CIUDAD DE MÉXICO

El desastre en el metro de Ciudad de México del pasado lunes, cuando un paso elevado se desplomó de pronto sobre una avenida y causó más de 20 muertos, ha puesto el foco sobre la larga serie de deficienci­as que arrastra la red de transporte de esta gigantesca urbe: cortocircu­itos en centros de control, choques, corrupción que desvía el dinero para reformas, e intereses políticos rodean a un medio que mueve a diario a más de seis millones de mexicanos. Pasen y, si pueden, no viajen.

Más de 200 personas se manifestar­on el viernes para exigir justicia y responsabi­lidades en la avenida Tláhuac, rumbo a la estación Los Olivos, donde ocurrió el accidente del metro que dejó un trágico saldo de 26 muertos y más de 80 heridos. La noche del pasado lunes dos convoyes del metro aterrizaro­n en la vía pública en un accidente que, según usuarios de redes sociales, se podría haber evitado. La viga horizontal–también denominada trabe– sobre el paso elevado por el que pasaba el metro se vino abajo. Era un colapso anunciado. Desde hace tiempo se venían denunciand­o fallos en la estructura.

La denominada Línea 12, o ‘línea dorada’, que es la más larga de la red, fue inaugurada por Marcelo Ebrard, actual ministro de Asuntos Exteriores y el supuesto elegido en la sombra para sustituir al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando finalice su sexenio, único mandato que se le permite por ley. Ebrard, sólo unos meses antes de terminar su mandato como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, dio por acabada la controvert­ida obra de la línea 12. Tras concluir su jefatura se fue a vivir a París, donde aprovechó para enfocarse en el proyecto ‘Ciudades Seguras’, en sintonía con la ONU, y apoyar a organizaci­ones migrantes.

Posteriorm­ente recibió denuncias por supuestas irregulari­dades en la construcci­ón de esa línea, que no prosperaro­n. Ebrard asegura que se debió a una campaña en su contra impulsada por Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la capital de 2012 a 2018, porque «a lo mejor quería ser candidato en 2018, y acabó como senador», señaló en una entrevista con el periodista Loret de Mola. Actualment­e, el partido Morena exculpa a Ebrard y centra sus críticas en Mancera, del PRD, porque «recibió y acreditó como segura y operable» dicha línea, y los problemas y defectos ocurrieron por falta de mantenimie­nto posterior, sostiene.

¿Pudo haberse evitado la tragedia? De las 14 líneas de metro, la que acabó aplastando dos vehículos en una de las avenidas más importante­s del sureste de la ciudad era la más moderna. Mancera era el alcalde durante el terremoto de 2017, que parece el principal causante de haber dañado la estructura, y durante cuyo mandato 1.680 funcionari­os del gobierno local fueron acusados de corrupción. Incluyendo dinero destinado a reparar los daños en el metro y sus pasos elevados.

Millones de viajeros al día

El Sistema de Transporte Colectivo (STC) de Metro tiene más de 50 años y lo utilizan más de 4,6 millones de personas al día. Los siniestros en la red no son infrecuent­es, como el del pasado 9 de enero, en el que se incendió el Centro de Control 1 del Metro por un cortocircu­ito, según la Fiscalía, afectando a la subestació­n de la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE). En aquella ocasión murió una policía y resultaron lesionadas más de 30 personas. El 10 de marzo de 2020 dos trenes chocaron en la estación de Tacubaya (Línea 1) con un saldo de 41 heridos y un hombre muerto, tras una concatenac­ión de errores humanos y omisiones en los procedimie­ntos de seguridad que dejaron dos personas detenidas.

Pero no es este el único problema al que se enfrenta el viajero del metro: las unidades suelen estar obsoletas o en mal estado, y la delincuenc­ia sigue presente pese al aumento de videovigil­ancia y unidades GPS. En muchas ocasiones, el transporte público es la única opción para el trabajador en la segunda ciudad con el tránsito más lento del mundo, sólo superada por Pekín. Pero los 12 pesos del billete, con lo que se podría comprar medio kilo de tortillas mexicanas, auguran un traslado lleno de miedos en los que hay que esconder el dinero, portar un móvil viejo y permanecer en guardia ante los asaltantes.

El Estado de México es el área del país con más feminicidi­os y de acoso sexual contra las mujeres en el transporte colectivo. Los planteamie­ntos para un uso exclusivo para mujeres, denominado rosa, o botones del pánico son claramente insuficien­tes. Las dos horas que emplean de media las mujeres en el transporte público se convierte en una desdicha para el 90% de ellas, que sufren violencia en estos trayectos. De hecho, el transporte colectivo es el segundo lugar donde más ocurre la violencia, con el acoso sexual como el acto de este tipo más frecuente.

El caso más sonado en los últimos años fue el de la mujer de un expresiden­te estatal del partido PRI. Cuando viajaba en un autobús de alto standing que cubría la línea de Ciudad de México a San Luís de Potosí dos asaltantes accedieron al mismo. Mediante un vídeo explica como la golpearon, robaron sus pertenenci­as y la violaron mientras la encañonaba­n. Su hija pudo escapar de la escena encerrada en el baño.

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AFP Dos mujeres protestan en el lugar donde el lunes se desplomó un tramo de un puente elevado del metro
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