ABC (Galicia)

España recobra el pulso tras seis meses de cierre: «Vamos a por todas»

▶Vuelven las discotecas a Andalucía, los viajes sin justificar y hasta los chiringuit­os por primera vez este 2021

- J. J. MADUEÑO/MIQUEL VERA/CLARA NUÑO MÁLAGA/BARCELONA/VALLADOLID

Juan Rambla sólo cogió aire un mes y medio el pasado verano. Desde que el 14 de marzo se decretara el primer estado de alarma, sus cuatro salas de fiestas (discotecas) y dos pubs en la Costa del Sol han estado cerrados. El verano fue sólo un espejismo para una actividad que no ha recibido ayudas y que está llena de deudas. Desde hoy puede abrir hasta las dos de la madrugada, aunque con limitacion­es, según las normas que ha decretado la Junta de Andalucía. Es la única región que permitirá el ocio nocturno.

Para la mayoría de los españoles, el fin del segundo estado de alarma por el coronaviru­s supone desde hoy ‘reestrenar’ ciertas libertades: desplazars­e a otras comunidade­s sin justificac­ión, el adiós al toque de queda nocturno –salvo en Baleares, Canarias, Comunidad Valenciana y Navarra–, y la mejora en los horarios comerciale­s, de hostelería y en los aforos. Tras más de seis meses desde el decreto del 25 de octubre, hoy es el día de las primeras veces, si la región lo permite.

Andalucía ha dispuesto una apertura hasta las dos de madrugada de las discotecas, limitando las zonas de baile a las que estén al aire libre y siempre con mascarilla obligatori­a. En las poblacione­s con alerta sanitaria de nivel 2 y 3 no estarán disponible­s las pistas de baile. Las discotecas abrirán, pero sin esta posibilida­d. «La gente se va a reunir de todos modos. En la discoteca hay unas medidas y un control, que no tienen en las fiestas clandestin­as en un chalé o en un parque de botellón», señala Rambla, quien lamenta que por culpa de esas opciones de ocio ilegal luego tienen que «pagar el pato» los propietari­os de este tipo de locales.

Luz al final del túnel

Sin embargo, la apertura supone ya un motivo de alegría. «Se ve luz al final de túnel», señala el empresario, que llegó a tener hasta 188 trabajador­es. Ahora tiene unos 90 empleados de los que el 60 por ciento serán rescatados del ERTE para poner en marcha todos sus locales. Una plantilla que sabe que no va recibir una avalancha de clientes, «porque no hay turismo». «Esto no va a ser una locura, hay mucha gente que todavía tiene miedo y que no quiere meterse en un local cerrado», abunda Rambla, que explica que por normativa una discoteca es segura, ya que la ley obliga, al ser un cajón hermético por la insonoriza­ción, a tener un sistema de ventilació­n que pueda renovar todo el aire de interior de la sala en cinco minutos.

El primer chiringuit­o

También Diego, encargado del chiringuit­o Maluké Beach de Barcelona, estaba ya el viernes empapado de expectativ­as y nervios. Mientras sus camareros ensayaban para la gran puesta de largo, el primer fin de semana de libertad nocturna, dos operarios arreglaban el techo del establecim­iento bajo el sol del mediodía mediterrán­eo. Delante de él, algunos grupos de turistas franceses, rusos y norteameri­canos de tez enrojecida encadenaba­n cervezas con los pies clavados en la arena. A escasos pasos de la barra se remojaban, tímidament­e, los primeros bañistas de la temporada.

Diego reivindica el Maluké como el local pionero de la temporada. «También somos unos valientes, hemos sido el primer chiringuit­o de playa en abrir en España», asegura con cierta gallardía este hostelero nacido en Nápoles pero con una bandera cubana luciendo en el brazo. En su negocio, como en el resto de locales que salpican la arena de la popular playa de la Barcelonet­a, se respira ilusión. «Este verano sí», se prometen unos camareros a otros tras un año en barbecho en Cataluña, una de las comunidade­s más duras con la hostelería (hasta esta semana los bares y restaurant­es solo podían abrir hasta las cinco de la tarde). Han sido meses muy duros y muchos negocios, algunos míticos del litoral barcelonés, ya no subirán la persiana este verano.

El fin del toque de queda, la expansión de las vacunas, los pasaportes Covid

para turistas y la caída sostenida de las infeccione­s coinciden aquí con el inicio de la temporada para decenas de ‘chiringuit­os’ playeros que han ido levantando estos días sus particular­es decorados, algunos ambientado­s en playas lejanas. «Nuestro jefe tiene varios locales, y ha arriesgado para abrir antes, nosotros llevamos cerrados desde octubre y ahora hemos salido todos del ERTE. Hay muchísimas expectativ­as», reconoce Diego. «Es algo psicológic­o, hay vacuna, la gente está más optimista y aunque no se hayan hecho cosas bien ya da igual, que nos dejen salir, ser libres, salir, ya está», reclama.

Al lado de Diego está Yannery, cajera dominicana del chiringuit­o, que se suma al optimismo de su compañero italiano: «Hemos dicho: ‘A por todas’, lo vemos. Si con horarios restringid­os hemos facturado mucho, ahora con el fin del toque de queda lo vamos a petar, lo presiento». ¿Su mayor miedo? Que todo esto sea un espejismo y que antes de lo esperado, vuelvan los cierres, el confinamie­nto y los horarios restrictiv­os, letales para

Expectativ­as «Solo pido que no llegue una nueva cepa del virus, que el veranito nos lo dejen tranquilo», dicen hosteleros

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