ABC (Galicia)

Un Zverev crecido juega hoy su segunda final en Madrid

- L. M. MADRID

Este Alexander Zverev va muy en serio. Sólido como una roca desde el fondo y fortalecid­o por un saque descomunal de más de 220 kilómetros por hora, solo le faltaba convencers­e de que ya es uno de los hermanos mayores del tenis. Se le señalaba como un tenista excepciona­l, pero de debilidad en los momentos claves. Ahí está la final del US Open 2020 como prueba: ganó los dos primeros sets y acabó con el trofeo pequeño. Pero en este 2021 muestra carácter además de ese tenis del futuro que ya está a punto de imponerse. Pasó la prueba de fuego: acribillar a Nadal y no dejar que se recuperara. Y ayer, ante Thiem, otra victoria de categoría (6-3 y 6-4).

El austriaco le había ganado las cuatro veces anteriores y tiene mano para desajustar­le y desactivar sus potentes golpes. Pero no ayer, en el que el 6 del mundo arrinconó a Thiem en el fondo

Zverev, ayer, celebra el triunfo y este no supo salir ni con mano dura ni con muñeca fina. La última vez que el alemán superó al austriaco fue, precisamen­te, en la final del Mutua Madrid Open 2018, donde salió vencedor de este duelo que se presagia alto en número de capítulos.

Por cuarto Masters 1.000 consecutiv­o no habrá en la final ningún apellido Federer, Djokovic o Nadal, una sequía que no se producía desde 2003. Pero ahí está Zverev, con esta segunda oportunida­d que se ha trabajado en la Caja Mágica para levantar su cuarto Masters 1.000 (Roma 2017, Madrid y Canadá 2018). Le falta ese pasito en un Grand Slam, pero este Zverev amenaza. «Han sido dos grandes victorias, pero el trabajo no está hecho».

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AFP

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