TRIBUNA ABIERTA
DANKE ANGELA Necesitamos líderes que tengan la autoridad moral que ha tenido Merkel durante dieciséis años para poder afirmar que quien decide dedicar su vida a la política sabe que ganar dinero no es la prioridad
EN los últimos tiempos, el mejor líder político que ha tenido, no solo Europa sino el mundo entero, ha sido la canciller alemana Angela Merkel, y sería cosa justa y buena reconocerlo de forma masiva y calurosa. España haría bien en organizar un homenaje a una mujer que en el 2020 fue considerada por la revista Forbes como «la más poderosa del mundo».
El eje franco alemán ha sido siempre decisivo en el buen funcionamiento de Europa y la canciller alemana desde que fue elegida en el 2005 se convirtió en la clave de ese buen funcionamiento, sin minusvalorar la leal colaboración y las aportaciones políticas de Emmanuel Macron.
Pero Angela Merkel merece una admiración especial porque ha dado, y seguirá dando hasta el final de su mandato en el próximo otoño, un ejemplo de coherencia, de constancia, de integridad, y de valentía y de honradez, unas cualidades realmente escasas en la vida política.
Comparándola con el mundo español genera cierta envidia. Tenemos un estamento político razonable, un estamento válido y perfectamente comparable con el de otros muchos países desarrollados. Pero hay dos valores en donde tiene que mejorar; en grandeza y en audacia. Pareciera a veces que el único objetivo claro que
Santos Isaías, Dionisio de Vienne, Geroncio de Cervia, Gregorio Ostiense, Hermas, José Dô Quang Hiên y Pacomio.
Abad del monasterio de san Cosme y san Damián, en Roma. Obispo de Ostia. Vivió varios años en España como legado papal. tuviera es el de resistir en el poder para lo que pase y caiga quien caiga. Ni siquiera en una época de pandemia surge ese género de liderazgo capaz de promover valores cívicos y éticos que ayuden a la ciudadanía a soportar con fuerza tiempos difíciles.
No nos merecemos ciertamente tanto tacticismo y pragmatismo político, tantos discursos vacíos de autenticidad y repleto de vulgaridades y lugares comunes, e incluso con un narcisismo insoportable, declamados con una prepotencia ridícula. Ya somos ciudadanos con capacidad crítica y autocrítica. Sabemos con cierta claridad lo que queremos y lo que no queremos.
Necesitamos líderes que tengan la autoridad moral que ha tenido Merkel durante dieciséis años para poder afirmar, sin la menor reserva, que quien decide dedicar su vida a la política sabe que ganar dinero no es la prioridad. En otras palabras, necesitamos otra Angela Merkel que defienda con su misma fuerza el papel de Europa en el mundo actual.
¡Gracias Angela!