ABC (Galicia)

REGRESO A LA CASILLA DE SALIDA

Las elecciones madrileñas de este año confirman el cambio de tendencia que empezó a verse en los comicios gallegos

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l invento saltó por los aires. Hace ahora 10 años el 15M irrumpió en la escena pública española para cambiarlo todo. De aquel terremoto surgió la presunta nueva política, que en realidad ni era nueva ni era política. Y que, en efecto, no cambió nada. De hecho, ahora,

Euna década después, estamos regresando ya a la casilla de salida. Los resultados de las elecciones en Madrid apuntan en esa dirección, aunque ya los comicios gallegos y vascos del pasado verano o —con todas las especifici­dades que tiene esa comunidad— las catalanas de principios de año permitían intuir la extinción de esa nueva política.

Hoy por hoy a Ciudadanos ya poco más le queda que anunciar la fecha de su disolución. El 4M ha certificad­o su desintegra­ción, pero en Galicia hace ya bastante tiempo que no era más que una entelequia. Aquí apenas se notará su desaparici­ón.

Tampoco tendrá mucho impacto la liquidació­n de Podemos. De hecho, ya no están en O Hórreo. La implosión definitiva probableme­nte se retrase un tiempo porque todavía conservan silla en el Consejo de Ministros, pero el adiós de Iglesias anticipa la descomposi­ción de ese universo político que apenas conservará en el tablero gallego un espacio semejante al que en su día tuvo IU.

El 4M confirmó un punto de no retorno para ambas marcas que ya se había atisbado el 12J. También aquellos comicios permitiero­n intuir —y ahora se confirma— que Vox sigue el mismo camino que el resto de los partidos que surgieron al calor de la nueva política. Irrupción, crecimient­o exponencia­l, estancamie­nto, declive y evaporació­n. En este caso, a escala nacional estaríamos entre la fase 3 y la 4, aunque en Galicia, en realidad, ese partido siempre fue residual.

Aquí ya volvimos en julio al viejo esquema a tres anterior al 15M. Galicia anticipó con AGE en 2012 la revolución de la nueva política. Y Galicia volvió a anticipar en 2020 la extinción de esa nueva política.

El regreso a lo que los politólogo­s llaman bipartidis­mo imperfecto. Con margen para la configurac­ión de otras marcas, pero circunscri­tas a un territorio concreto. En Galicia el BNG ya reocupó ese espacio que quedó disponible —como izquierda alternativ­a al PSOE— tras la disolución de la Marea. No parece por ello que quede hueco para importar el experiment­o verde de Más Madrid.

El único efecto secundario de la nueva política que resiste, aunque significat­ivamente debilitado, es el sanchismo. El 4M parece el kilómetro cero del cambio político a nivel nacional, pero hasta que se materialic­e en unas generales Sánchez seguirá moviendo a su antojo las marionetas del PSOE. En Madrid estrelló a Gabilondo y en Andalucía intenta depurar a Susana Díaz. La incógnita es si aquí le sigue sirviendo el siempre obediente Gonzalo Caballero o busca un nuevo títere para la Rúa do Pino.

En todo caso, las elecciones madrileñas de esta semana confirman el cambio de tendencia que empezó a apreciarse en los comicios gallegos del pasado verano. El declive del sanchismo y la liquidació­n de la nueva política. Diez años después la escena política vuelve de nuevo a la casilla de salida.

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