ABC (Galicia)

Alejandra Ruiz Rato, una novia feliz y emocionada

La hija de Espartaco se casó ayer en una elegante ceremonia con toques rurales

- GEMA CONTY MADRID

ÍNTIMA Al enlace solo acudieron 75 invitados entre familiares y amigos de la pareja por la restriccio­nes sanitarias

La ermita de Nuestra Señora de Setefilla, en Lora del Río, fue el lugar escogido por Alejandra Ruiz Rato, de 29 años, y Ernesto de Novales, de 41, para darse el «sí, quiero» ayer en una íntima ceremonia oficiada por el sacerdote Jaime Conde, párroco de la iglesia de Las Tres Mil Viviendas de Sevilla y primo del novio, tal y como ya adelantó ABC. La hija mayor de Espartaco y Patricia

Rato llegó acompañada por su padre, el padrino en la ceremonia religiosa, en un atípico coche nupcial: un todoterren­o oscuro decorado con una paca de heno en el techo y unas flores en los laterales. Ni el padre ni la hija dejaron de sonreír en ningún momento, mostrando su cara más amable con la prensa que se encontraba en el lugar del festejo.

Antonio Ruiz Rodríguez, abuelo paterno de la novia, fue de los primeros invitados (75 en total) en llegar a la ermita sobre las doce de la mañana. Ataviado con una camisa blanca, chaleco gris claro y corbata de lunares

La madre de Tito de Novales y Espartaco

en tonalidade­s oscuras, no quería perderse ningún detalle del gran día de su nieta. Poco después asomó el coche de Patricia Rato, con un diseño de Tot-Hom y sus otros dos hijos, Isabel y Juan Ruiz.

Por parte del novio, su madre –la madrina–, con vestido verde, mantilla negra y un recogido, y su hermana, Blanca de Novales, con un favorecedo­r vestido morado y un tocado, casada con el torero mexicano Alfredo Ríos. No faltó a este enlace de tintes campestres el torero Pepín Liria, amigo íntimo de Espartaco.

Los que no pudieron acudir debido a las restriccio­nes sanitarias fueron los amigos de los novios, excepto María Fernández de Córdoba, que acudió en calidad de testigo de Alejandra Ruiz.

En la finca familiar

Sobre las tres de la tarde y con una temperatur­a más propia de los meses calurosos del año, los ya marido y mujer se trasladaro­n en coche a la dehesa de Majavieja, en la localidad sevillana de Constantin­a, a unos 30 kilómetros de la iglesia. Se trata de la finca familiar, propiedad del extorero, en la que precisamen­te trabaja la propia novia como gestora turística de la propiedad en la que su padre cría toros desde que se retiró de los ruedos en 2015. Fue precisamen­te en esta finca donde se celebró la pedida del empresario Tito de Novales, como así le conocen sus amigos, y Ruiz el pasado 27 de diciembre de 2020. Aunque sopesaron la posibilida­d de posponer la boda a 2022 por la emergencia sanitaria, finalmente los novios prefiriero­n no esperar más y sellar una relación que comenzó hace ya dos años y medio gracias a unos amigos en común.

Ambiente rural

Bajo una carpa exterior, los invitados, repartidos en mesas de seis, disfrutaro­n de un menú que combinó los sabores de Andalucía y Asturias. Para los postres se decantaron por los típicos de Semana Santa por la devoción de ambas familias.

En cuanto a la decoración, la discreta pareja de recién casados optó por algo rural y sencillo, con predominio de flores. En lo que no escatimaro­n fue en sorpresas para los invitados y alguna que otra que recibieron los felices novios. Se proyectaro­n además fotografía­s de familiares que ya no están para tenerlos muy presentes en ese gran día.

Alejandra Ruiz Rato confió en Alessandra Rinaudo, directora creativa de Pronovias, para su gran día. Fiel a su estilo, optó por un vestido blanco de corte clásico y sencillo con un cuello barco muy favorecedo­r y botonadura en las mangas. Lució además un acertado recogido que daba mayor protagonis­mo al velo de encaje y los espectacul­ares pendientes de pedrería, que pertenecie­ron a su abuela materna, Felicidad Salazar-Simpson, fallecida en 2016.

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