ABC (Galicia)

La confesión más íntima

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«Voy a contar algo que nunca conté: yo, Andrés Roca Rey, quise retirarme del toreo cuando murió Iván Fandiño»

Los miedos

«La forma más fácil, y a la vez más difícil, de vencer tantos miedos es estar preparado para el peor que existe: la muerte»

Eco en la eternidad

«Estoy seguro de que lo que hacemos en la vida tiene su recompensa en la eternidad. Si no, ¿para qué el esfuerzo?» te, del sacrificio, de la entrega, del triunfo, del fracaso y de la gloria. Se habla de palabras muy fuertes, y dígame si hay algo más bonito que estar en una profesión en la que hay verdad por todos lados. Fuera del ruedo quizá sí o quizá no, pero delante del toro, con el toro dándote su vida y tú entregándo­le la tuya en busca de un sueño, es lo más puro y verdadero que existe. Si te pillan en frío y te preguntan, reflexiona­s, es muy fuerte... Pero merece la pena sin duda. Y lo afirmo porque he estado dispuesto muchas veces a entregar mi vida.

—No hay precio más alto que la muerte. ¿Acaso no importa?

—Claro que me importa, porque cuando venga quién sabe si veré de nuevo a mi familia y mis amigos. La muerte va a llegar seas torero o no, arriesgues o no. Tienes que jugártela, porque la muerte va a llegar de todas formas y el día que venga te va a sorprender. —¿Alguna vez se la ha imaginado? —Soy un poco hipocondrí­aco. Alguna vez me he encontrado muy mal por un dolor de barriga o por una deshidrata­ción y he pensado: «A que me muero...» Las enfermedad­es, los problemas y el contacto con el toro, que en cualquier momento te arrebata la vida, te hacen sentir y disfrutar al máximo. —Reaparece en la tierra de los Califas. ¿Querencia por algún maestro? —Soy admirador de Manolete por todo lo que ha significad­o. Vivió y murió en torero. Lo que recordamos de él es por lo que verdaderam­ente merece la pena este mundo. Dejó un gran legado. —Se anuncia mano a mano con Pablo Aguado, el torero al que, según decían, usted no quería ni ver tras la famosa tarde de Sevilla.

—Hubo malos entendidos con la afición. Yo nunca le he dado la espalda a ningún torero, y menos a Pablo Aguado. Cuando él triunfó en Sevilla, la temporada estaba prácticame­nte hecha y no coincidíam­os casi en ningún cartel. La temporada anterior, en Sevilla, él no quería la corrida de Garcigrand­e y a mí no me importaba torearla. Ahora parece que nos hemos puesto de acuerdo y las dos primeras tardes que tengo son con él. —Bienvenida sea la rivalidad.

—El toreo estaba un poco falto de lo que la gente demanda, ver algo que la jale y la motive a ir a la plaza. Aparte de que un torero vaya a crear su arte y su obra, no podemos olvidar que toreamos con otros compañeros y uno intenta estar mejor que el otro. Es lo bonito del toreo, que haya rivalidad, querer mandar en todos los sentidos. No se trata de dinero, es un tema de ambición. Este año quiero hacer manos a mano, buscar esa competenci­a con los jóvenes, figuras consolidad­as y emergentes. Centrado siempre en mi toreo y por mi camino, competir con los demás. Para ser el mejor, uno tiene que medirse con todos. —¿Qué hay de cierto en eso de que los de valor a mandar y los de arte a acompañar?

—A lo largo de la historia, y la historia está ahí, los toreros de valor son los que han mandado. A mayo de 2021 eso se ha cumplido, el de valor siempre ha aguantado más el ritmo.

—¿Se considera un torero de valor? —Me considero un torero que se entrega cuando hay que entregarse. Y de valor, pues no sé, porque paso mucho miedo, tengo que mentalizar­me, tener una disciplina y llevar un sacrificio diario; de lo contrario, no sé si mi corazón estaría preparado para ponerse delante de un toro con dos puntas.

—Asusta en el tendido su bravo desafío al de los pitones, ¿no me dirá que en algún momento se ha sentido cobarde?

—Se pasa mucho miedo, sobre todo en tardes claves. Según mi experienci­a, llego a la conclusión de que hay muchos miedos: el miedo escénico, el miedo a que un toro te coja y te pegue una cornada fuerte, el miedo a morir, y yo digo: ¿Cómo haces para aliviar todos esos miedos de golpe? ¿Cómo haces para superarlos? De uno en uno es imposible, pues tienes muchos. La forma más fácil, y a la vez más difícil, es estar preparado para el peor miedo que existe para el ser humano: la muerte. Si uno llega a estar dispuesto a morir y a entregar su vida, y sabe que está preparado para lo que sea, lo demás pasa a segundo plano. Si estás dispuesto a morir, ¿cómo te va a asustar el miedo escénico o que un toro te coja? Cuando estás dispuesto a morir, que, ojo, no se consigue todos los días, es cuando más sientes el toreo, cuando más lo disfrutas y, como decía Juan Belmonte, te olvidas de que tienes cuerpo y surge la magia.

—Tiene dos citas en Vistalegre. ¿Impone Madrid aun fuera de Las Ventas? —Nunca he toreado allí y me causa motivación. Cada plaza tiene su personalid­ad, pero al ser de las primeras y anunciada como San Isidro, no es una feria cualquiera. Me las tomo como dos corridas muy importante­s en las que me gustaría enseñar cómo será esta nueva temporada de Andrés Roca Rey. —¿Alguna sorpresa?

—No sé, algo me inventaré.

—Una figura con su poder, ¿tiene más de agua, tierra, fuego o aire?

—Hay que tenerlos todos metidos en el cuerpo y en el alma y sacarlos a su debido momento. Al toreo le hace falta despertar la competenci­a, y la rivalidad es fuego, incendio por

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J. M. SERRANO/RAÚL DOBLADO
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