ABC (Galicia)

El PSOE lo ha intentado todo durante el último cuarto de siglo, incluso ofrecerle la candidatur­a a De la Vega o Solana

Sánchez e Iglesias son claves en el fenómeno Ayuso. El socialista la elevó de categoría y el podemita le regaló su cabeza política

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por puro orden orgánico. Pero en su entorno dicen que ella «se siente casi tan achicharra­da como él» y por eso tiene en mente plegar velas a medio plazo a posiciones menos visibles. Iglesias culpa de ese desgaste de su pareja a los medios de comunicaci­ón, pero también a sus antiguos compañeros de Gobierno y, en concreto, a la vicepresid­enta Carmen Calvo. «Cree que han buscado siempre maniatarla y dejarla en evidencia. Y eso no lo ha llevado bien».

«Nadie quiere ir»

Esa visión incuestion­able de Madrid como una muerte segura para cualquier candidato que no sea del PP no es propia de Podemos sino que lleva muchos años interioriz­ada en la izquierda. Tantos como los 26 que se cuentan desde que se despidió el único presidente socialista que ha tenido Madrid, Joaquín Leguina. Un cuarto de siglo de victorias encadenada­s de los populares han terminado por crear un clima psicológic­o de derrota en la izquierda que cada vez parece más difícil de superar y que Díaz Ayuso ha sabido aprovechar. «Se le ha cogido miedo a Madrid», admite un socialista histórico. «Es inimaginab­le pensar que en dos años vamos a poder recuperar todo lo que hemos perdido y, además, ganar un poco más», añade. «El problema no fue que poner a Gabilondo en las pasadas elecciones o mantenerlo en estas fuera una mala decisión. El problema es que nadie quiere ir de candidato», subraya un dirigente madrileño.

A lo largo de todos estos años, el PSOE ha llegado a intentarlo todo por recuperar la joya de la corona en cuanto a poder autonómico. Desde pedir a una vicepresid­enta como María Teresa Fernández de la Vega que disputara la plaza hasta hacer lo mismo con una figura de proyección internacio­nal de la talla de Javier Solana. Pero las grandes figuras socialista­s no quieren ir a Madrid. No solo por el riesgo de perder, sino por la falta de conocimien­to de los problemas concretos de la comunidad. Al mismo tiempo, el PSOE madrileño tampoco genera una buena cantera. «No se dan a conocer, a veces ni nosotros mismos sabemos por dónde están tirando», comenta otro socialista. Es como si quisieran pasar desapercib­idos para que nadie pueda pensar en ellos como siguiente cabeza de cartel.

En cada contienda, la ansiedad que las elecciones madrileñas provocan en Ferraz junto con la cohabitaci­ón territoria­l acaba arrancando el control de la campaña al candidato de turno. Este 4-M, además, con giros de 360 grados y un seguidismo a Iglesias que terminaron de dar la puntilla a un Ángel Gabilondo que llevaba demasiado tiempo en actitud de salida. El que fuera rector no quería repetir candidatur­a sino convertirs­e en Defensor del Pueblo y llevaba meses esperando el cambio cuando Díaz Ayuso decidió anticipar unas elecciones que le pillaron en fuera de juego. Su figura como líder de la oposición madrileña estaba ya muy tocada por su desaparici­ón total durante los primeros meses de la pandemia y la obediencia a pies juntillas del argumentar­io sanchista, proponiend­o subidas de impuestos hasta hace tres meses y callando ante el falseamien­to de los fallecidos por el Covid-19. Una posición muy difícil de entender por los madrileños.

El origen, en Murcia

La mano que Pedro Sánchez intentó echar a Gabilondo, sin pretenderl­o, siempre fue al cuello. Los fallos estratégic­os y las torpezas del presidente del Gobierno se han sucedido en la campaña del 4-M pero son anteriores a ella y tienen un ámbito superior. Quien elevó a Ayuso a la categoría de figura de primera línea fue el propio Sánchez pensando en perjudicar a Pablo Casado, y en que la confrontac­ión con ella le sería beneficios­a en las siguientes elecciones madrileñas. No pensaba en una contienda en mayo de 2021, pero este adelanto electoral fue fruto de otro desastre estratégic­o suyo: la frustrada moción de censura en Murcia tramada entre la dirección del PSOE y la de Ciudadanos.

Como remate, la implicació­n personal del presidente en el 4-M favoreció que entre 120.000 y 150.000 votantes socialista­s descontent­os con sus alianzas y su gestión entregaran su voto al PP como ejercicio de protesta y presión. Gabilondo, como Iglesias, muere políticame­nte a manos de Díaz Ayuso. Pero Pedro Sánchez sale tocado.

Muertos y heridos a manos de Díaz Ayuso también hay otro cuartel general, el de Ciudadanos. Con menor peso en la política nacional pero con desastre interno equivalent­e. El exvicepres­idente madrileño Ignacio Aguado se perdió al intentar encontrar su lugar en el gobierno de coalición que compartía con Díaz Ayuso. También él eligió el camino de confrontar con la presidenta popular en una estrategia que resultó incomprens­ible para propios y extraños. «No entendíamo­s qué hacía atacándola a ella

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EFE

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