Zverev aumenta su prestigio
▶ El alemán impone su mayor veteranía ante Berrettini y logra su cuarto Masters 1.000
Se le exigía a esta hornada de jóvenes talentos tenísticos algo más de cabeza para aceptar los grandes retos, tan fuertes de físico y mano, pero no así de regularidad; clave para consolidarse en la élite y desbancar a los tres más grandes. Y aparece este Alexander Zverev, de pulso firme, calmado en sus gestos y mentalidad ganadora para mostrar que él ya ha dado el paso. Que tiene tenis, de sobra, y, por fin, la mentalidad preparada para incluso dar lecciones a los novatos. Ayer, la experiencia, la paciencia y la serenidad en los momentos clave fueron los elementos con los que frenó los ímpetus de Matteo Berrettini y levantó su segundo título en la Caja Mágica, cerrada por lluvia, su cuarto Masters 1.000.
En 2017, Zverev comenzó a llenar las conversaciones del planeta tenis. Casi dos metros, paso lento, pero mano rápida, saque estupendo. Empuja a Rafael Nadal hasta el límite a cinco sets en el Abierto de Australia (6-4, 3-6, 76 (5), 3-6 y 2-6), vence a Novak Djokovic en la final del Masters 1.000 de Roma y a Roger Federer en la final del Masters 1.000 de Canadá. Una carta de presentación envidiable que alargó con otro curso prodigioso en 2018: final en Miami, título en Madrid ante Dominic Thiem, final en Roma, y maestro en las ATP Finals con 21 años y con victoria sobre Nadal, además. En 2020, para guinda, por el momento, finalista de su primer Grand Slam, cinco sets contra Thiem en el US Open.
Todo eso se ha acumulado ya en su mano y en su mochila, superior ayer a Berrettini justo cuando hay que serlo: para sufrir los ímpetus del rival en un primer set en el que también hubo muchos errores propios (cuatro dobles faltas), y levantarse cuando el encuentro exige más cabeza que fuerza. «Me lo ha puesto muy difícil», exponía el alemán, sonriente después de una conversación a gritos de dos horas y cuarenta minutos, la más larga del Mutua Madrid Open desde que se celebra a tres sets.
Porque si Zverev encendió el partido con un saque a 215 kilómetros por hora, con varios respondió Berrettini a 230. Bienvenidos al tenis del futuro, hoy. No hubo momento de alivio, tormenta de latigazos de drive, saque o revés. Algún recurso más intentó el italiano, 25 años, 10 del mundo, con reveses cortados que incomodaron al alemán, 198 centímetros de cuerpo, pero también se enredó con las dejadas que, o no salían o leía perfectas Zverev. Y acabó pagando la novatada. La potencia y el control de sus golpes fueron dejando paso al cansancio y a los errores. Una cincuentena firmó al final, cada vez menor el porcentaje de primeros servicios.
Y allí, para aprovechar cualquier resquicio, la calma de Zverev. Paso de maestro veterano en los momentos donde ir a favor de marcador hace que tiemble la mano: noveno juego del segundo set merced a una doble falta del italiano, y quinto del tercer parcial, tres errores de derecha del rival.
A por París
Zverev parece haber superado ese momento crítico en el que también sufría el vértigo de la victoria. Se ha marcado una semana de órdago en Madrid, despachando consecutivamente a Daniel Evans, Rafael Nadal y Dominic Thiem y no falló cuando tocaba rubricar la hazaña. Al resto puso más cabeza que mano para presionar, y Berrettini, cabeza alta en la derrota, impactó un remate fácil en el pasillo. La novatada. Aunque resolvió la primera bola de partido, no pudo hacerlo con la segunda, ya con el saque muy mermado en efectividad y fuerza.
Zverev levantó los brazos al cielo de Madrid, su segunda corona, decimoquinto título. Con una lección de serenidad y de sufrimiento que lo elevan ya a cotas mayores. Un bagaje estupendo al que le falta la guinda de su asignatura pendiente: los Grand Slams. Pero este Zverev está muy serio.