Alarma en el Gobierno ante el efecto en sus planes de otros comicios catalanes
▶Crece en el Ejecutivo la sensación de que la repetición electoral es factible y se reconoce que su agenda catalana va con retraso y las alianzas sufrirían
a posibilidad de que la inestabilidad catalana se enquiste y conduzca a una repetición electoral empieza a verse como una posibilidad real en distintos estamentos del Gobierno. Una eventualidad que no cuadra con los planes de Sánchez. Su portavoz, María Jesús Montero, verbalizó ayer la preferencia del Ejecutivo al señalar que es «absolutamente prioritario» que Cataluña pueda conformar un nuevo gabinete y «que no haya que volver a preguntar a los ciudadanos sus preferencias y apetencias». En cierta forma el Gobierno trata de empujar el acuerdo trasladando que con esta interinidad «se está produciendo un retraso sobre la hoja de ruta prevista para normalizar la situación del conflicto en Cataluña».
Fuentes gubernamentales confían en que haya «capacidad de entendimiento» y se evite la repetición electoral. El riesgo es real. Un alto cargo del Ejecutivo con buena información sobre la situación en Cataluña ve el escenario electoral como la principal posibilidad.
Otro miembro de la dirección socialista cree que ya se ha llegado a un punto en el que «no podemos descartar nada, y nada es nada». Otro integrante del Consejo de ministros reconoce que la situación «no pinta nada bien». Mientras que otro integrante del gabinete cree que «en el último momento llegarán a un acuerdo».
Pese a que las perspectivas que tienen respecto al resultado del PSC son positivas, se reconoce que difícilmente unas nuevas elecciones cambiarían el panorama. «Es volver a la casilla de salida», reconoce un miembro del Ejecutivo. Se volverían a repartir las cartas. Para el Gobierno es importante que el liderazgo en el independentismo lo ejerza ERC y no Junts. Nada garantiza que unos nuevos comicios no alteren ese equilibrio.
El Gobierno quiere pasar página del
Lmal resultado que las urnas madrileñas han arrojado para la coalición. Y vincular ese día después de los comicios con el inicio de una nueva etapa de dos años y medio hasta que finalice la legislatura. Con el adiós de Pablo Iglesias y su sustitución por Yolanda Díaz el Gobierno se afana en trasladar una imagen de reforzada unidad. Y cualquier alteración que prolongue este escenario de «excepcionalidad permanente», como lo define un ministro, es una mala noticia para el Ejecutivo. Además, unas elecciones a finales de julio en Cataluña garantizan que el pulso en el independentismo se prolongaría.
Al Gobierno le disgusta esta posibilidad por varios motivos. La principal es que su empeño es enfocar la segunda parte del mandato a las reformas legislativas y a su «agenda progresista». La convulsión del tablero catalán hace muy inestable la relación con ERC. Que es fundamental para el día a día del Gobierno.
La nueva vicepresidenta Yolanda Díaz asume ahora el reto de engrasar una relación que no siempre ha sido sencilla. La dependencia de los independentismos representa el triunfo de la tesis política de Pablo Iglesias sobre el PSOE. Pero, pese a eso, en la práctica, las relaciones entre ERC y los socialistas han sido más constantes que con Unidas Podemos. Los republicanos, como muchos socios del Ejecutivo, están molestos por las formas que tiene la coalición a la hora de relacionarse con sus socios. La ministra de Trabajo está explorando con ellos un nuevo canal de comunicación.
Irreversible
En Cataluña, la percepción de que la ruptura entre Esquerra y Junts es irreversible es un hecho, y fuentes del partido republicano confirmaban ayer a ABC que ahora mismo la única negociación posible es la relativa a la investidura de Pere Aragonès, y que en ningún caso es posible abordar antes del día 26 la formación de un ejecutivo a medias con los de Puigdemont o el programa de gobierno, algo que se dejaría, si se da el caso, para más adelante. Los canales entre ambos partidos siguen abiertos, aunque las intenciones de unos y otros difieren.
Mientras ERC solo quiere hablar de la investidura, desde Junts zanjan que la posibilidad de apoyar a ERC para un gobierno en solitario no es posible, pese a lo planteado hace poca semanas. Los de Puigdemont lo dejaron claro ayer: o hay acuerdo de legislatura, o hay nuevas elecciones. En ningún caso dejarán a ERC gobernar en solitario. Quedan 15 días para evitar los comicios, y los equipos negociadores hablaron ayer tras una llamada de desbloqueo entre Pere Aragonès y Jordi Sànchez.
Se desconoce aún si habrá acuerdo, lo que sí está claro es que el órdago lanzado el sábado por Aragonès cerrando la posibilidad de un acuerdo de gobierno con Junts es fruto del profundo enfado con los herederos de CDC, a los que acusan de torpedear cualquier acuerdo e incluso de faltar en las formas. El eterno complejo de partido subalterno del que siempre ha adolecido ERC se disipó el pasado sábado, apuntan desde dentro del partido quizás con exceso de entusiasmo. El puñetazo encima de la mesa de Ara
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