Los radicales del ‘procés’, un viejo boomerang que se vuelve contra ERC
▶ Junts moviliza sus bases para evitar un pacto de Aragonès con los comunes
gonès se lee como la demostración de que ERC se ha finalmente emancipado. «No es fácil aceptar que los aparceros vayan por delante cuando siempre has sido señor», apuntó en su momento el exdiputado Tardà cuando ya las negociaciones se torcían.
La manifestación ante la sede de ERC de los sectores más ultras próximos a Junts no ayuda precisamente, y mañana mismo está prevista una nueva convocatoria de lo que los republicano ven como otro ejemplo de las malas artes de sus pretendidos nuevos socios. En ERC se apunta que Junts ha estirado demasiado la cuerda. «Cuando en la mesa de negociación se alcanzó un acuerdo en un punto clave como el del Consejo por la República y el papel de Puigdemont, a los dos días nos dicen que eso no valía», añaden fuentes del partido, que ven en las grietas internas de Junts –«son una banda», añaden– la explicación a tantos requiebros.
La división entre los partidarios de alcanzar un acuerdo con ERC y quienes no tienen nada que perder si se van a la oposición es un hecho. La presión de los cerca de 200 altos cargos que podría perder Junts si no entran en el Govern es un factor a tener en cuenta.
En este escenario, y sin descartarse que se alcance un acuerdo antes del día 26, unos y otros comienzan a hacer cálculos sobre el impacto de este sainete en unos hipotéticos nuevos comicios en julio. ¿Podrá Junts endosar a ERC la responsabilidad de la falta de acuerdo? ¿Tiene límites la paciencia del votante independentista? Una conclusión sí parece clara, y esta en clave de lectura política nacional: otras elecciones en Cataluña muy probablemente no harán más que prolongar el bloqueo. Un nuevo triunfo de ERC sobre Junts reproduciría el esquema actual, mientras que una victoria de Junts sobre ERC daría a los republicanos la posibilidad de pagar a los de Puigdemont con la misma moneda negándose a apoyar la investidura por la que ahora suplican.
La portavoz catalana Budó, ayer tras la reunión del Govern «Junqueras, traidor, púdrete en prisión». Esta frase, escuchada el lunes en una manifestación convocada de forma anónima ante la sede de Esquerra, no salió de la boca de ningún antiindependentista. De hecho, según fuentes de ERC consultadas por ABC, fue Fredi Bentanachs, fundador de la banda terrorista Terra Lliure y hoy alineado con Carles Puigdemont, quien la expresó en una cita donde abundaban las ‘esteladas’ y los lazos amarillos y que tenía detrás a agitadores cercanos a Puigdemont como el empresario Mark Serra.
La proclama de Bentanachs, que ha provocado un notable enfado en ERC, no es baladí. En la práctica, cataliza la presión a la que están siendo sometidos los republicanos por parte de un sector permanentemente movilizado que, excitado ahora por Junts, pretende forzarles a aparcar su intento de orillar a Puigdemont del Govern probando una fórmula alternativa de soberanismo ‘light’ de la mano de los comunes de Ada Colau. El propio Bentanachs resume este perfil con una trayectoria que lo ha llevado de Terra Lliure, banda de la que es fundador, al ‘activismo procesista’. El barcelonés, que participó en el asalto a un furgón en el que murió una persona y acabó cumpliendo cuatro años de prisión, ha mostrado recientemente una alineación total con el líder de Junts. De hecho, este lo recibió en su Casa de la República de Waterloo en 2019 y posó junto al exterrorista en unas fotografías que luego compartió en sus redes sociales, campo de acción favorito de Bentanachs tras dejar de lado las armas.
El problema con estos radicales independentistas viene de lejos y bebe de la incapacidad de ERC y Junts para desligarse de este reducido grupo cercano al fanatismo ultranacionalista que
Bentanachs y Puigdemont se ha convertido, con los años, en una útil arma arrojadiza que republicanos y postconvergentes usan a conveniencia para presionarse entre sí cuando uno de los dos pretende dejar de pisar el acelerador. Además, son fieles votantes, acuden sin dudar a cuanta manifestación se convoque y sostienen económicamente iniciativas como el Consell per la República o la Caixa de Resistència con la que se pagan multas y fianzas.
«155 monedas de plata»
Aunque ERC sea ahora quien sufre la campaña de presión de este grupo, los republicanos han estado también al otro lado. No en vano, los de Oriol Junqueras echaron mano de este sector de activistas muy ruidoso en la calle y en las redes sociales en octubre de 2017, cuando lograron movilizarlos para obligar a Puigdemont a inmolarse declarando la independencia tras el 1-O cuando lo que pretendía el entonces presidente era convocar elecciones autonómicas para evitar la intervención de la Generalitat y la destitución del Govern.
«155 monedas de plata». Esa fue la frase disparada en aquel momento por Gabriel Rufián para poner a Puigdemont en la diana del sector más fervorosamente independentista. Finalmente, el expresidente sucumbió para evitar ser señalado como traidor ante los suyos. Cuatro años después, las tornas han cambiado y los radicales apuntan a ERC. Preparan más manifestaciones para cercar a los republicanos, que siguen buscando la forma de escapar del chaparrón y lograr la investidura de su candidato, Pere Aragonès, antes de que este boomerang ‘procesista’ vuelva de nuevo hacia ellos.