ABC (Galicia)

Los radicales del ‘procés’, un viejo boomerang que se vuelve contra ERC

▶ Junts moviliza sus bases para evitar un pacto de Aragonès con los comunes

- MIQUEL VERA BARCELONA

gonès se lee como la demostraci­ón de que ERC se ha finalmente emancipado. «No es fácil aceptar que los aparceros vayan por delante cuando siempre has sido señor», apuntó en su momento el exdiputado Tardà cuando ya las negociacio­nes se torcían.

La manifestac­ión ante la sede de ERC de los sectores más ultras próximos a Junts no ayuda precisamen­te, y mañana mismo está prevista una nueva convocator­ia de lo que los republican­o ven como otro ejemplo de las malas artes de sus pretendido­s nuevos socios. En ERC se apunta que Junts ha estirado demasiado la cuerda. «Cuando en la mesa de negociació­n se alcanzó un acuerdo en un punto clave como el del Consejo por la República y el papel de Puigdemont, a los dos días nos dicen que eso no valía», añaden fuentes del partido, que ven en las grietas internas de Junts –«son una banda», añaden– la explicació­n a tantos requiebros.

La división entre los partidario­s de alcanzar un acuerdo con ERC y quienes no tienen nada que perder si se van a la oposición es un hecho. La presión de los cerca de 200 altos cargos que podría perder Junts si no entran en el Govern es un factor a tener en cuenta.

En este escenario, y sin descartars­e que se alcance un acuerdo antes del día 26, unos y otros comienzan a hacer cálculos sobre el impacto de este sainete en unos hipotético­s nuevos comicios en julio. ¿Podrá Junts endosar a ERC la responsabi­lidad de la falta de acuerdo? ¿Tiene límites la paciencia del votante independen­tista? Una conclusión sí parece clara, y esta en clave de lectura política nacional: otras elecciones en Cataluña muy probableme­nte no harán más que prolongar el bloqueo. Un nuevo triunfo de ERC sobre Junts reproducir­ía el esquema actual, mientras que una victoria de Junts sobre ERC daría a los republican­os la posibilida­d de pagar a los de Puigdemont con la misma moneda negándose a apoyar la investidur­a por la que ahora suplican.

La portavoz catalana Budó, ayer tras la reunión del Govern «Junqueras, traidor, púdrete en prisión». Esta frase, escuchada el lunes en una manifestac­ión convocada de forma anónima ante la sede de Esquerra, no salió de la boca de ningún antiindepe­ndentista. De hecho, según fuentes de ERC consultada­s por ABC, fue Fredi Bentanachs, fundador de la banda terrorista Terra Lliure y hoy alineado con Carles Puigdemont, quien la expresó en una cita donde abundaban las ‘esteladas’ y los lazos amarillos y que tenía detrás a agitadores cercanos a Puigdemont como el empresario Mark Serra.

La proclama de Bentanachs, que ha provocado un notable enfado en ERC, no es baladí. En la práctica, cataliza la presión a la que están siendo sometidos los republican­os por parte de un sector permanente­mente movilizado que, excitado ahora por Junts, pretende forzarles a aparcar su intento de orillar a Puigdemont del Govern probando una fórmula alternativ­a de soberanism­o ‘light’ de la mano de los comunes de Ada Colau. El propio Bentanachs resume este perfil con una trayectori­a que lo ha llevado de Terra Lliure, banda de la que es fundador, al ‘activismo procesista’. El barcelonés, que participó en el asalto a un furgón en el que murió una persona y acabó cumpliendo cuatro años de prisión, ha mostrado recienteme­nte una alineación total con el líder de Junts. De hecho, este lo recibió en su Casa de la República de Waterloo en 2019 y posó junto al exterroris­ta en unas fotografía­s que luego compartió en sus redes sociales, campo de acción favorito de Bentanachs tras dejar de lado las armas.

El problema con estos radicales independen­tistas viene de lejos y bebe de la incapacida­d de ERC y Junts para desligarse de este reducido grupo cercano al fanatismo ultranacio­nalista que

Bentanachs y Puigdemont se ha convertido, con los años, en una útil arma arrojadiza que republican­os y postconver­gentes usan a convenienc­ia para presionars­e entre sí cuando uno de los dos pretende dejar de pisar el acelerador. Además, son fieles votantes, acuden sin dudar a cuanta manifestac­ión se convoque y sostienen económicam­ente iniciativa­s como el Consell per la República o la Caixa de Resistènci­a con la que se pagan multas y fianzas.

«155 monedas de plata»

Aunque ERC sea ahora quien sufre la campaña de presión de este grupo, los republican­os han estado también al otro lado. No en vano, los de Oriol Junqueras echaron mano de este sector de activistas muy ruidoso en la calle y en las redes sociales en octubre de 2017, cuando lograron movilizarl­os para obligar a Puigdemont a inmolarse declarando la independen­cia tras el 1-O cuando lo que pretendía el entonces presidente era convocar elecciones autonómica­s para evitar la intervenci­ón de la Generalita­t y la destitució­n del Govern.

«155 monedas de plata». Esa fue la frase disparada en aquel momento por Gabriel Rufián para poner a Puigdemont en la diana del sector más fervorosam­ente independen­tista. Finalmente, el expresiden­te sucumbió para evitar ser señalado como traidor ante los suyos. Cuatro años después, las tornas han cambiado y los radicales apuntan a ERC. Preparan más manifestac­iones para cercar a los republican­os, que siguen buscando la forma de escapar del chaparrón y lograr la investidur­a de su candidato, Pere Aragonès, antes de que este boomerang ‘procesista’ vuelva de nuevo hacia ellos.

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EFE
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