El doble calvario del exilio venezolano
Miles de huidos de la represión chavista se ven devueltos a México tras cruzar ilegalmente la frontera de EE.UU
Hubo un momento, la madrugada del pasado 27 de octubre en que Sikiu Soteldo, de 43 años y natural de Maracay, Venezuela, pensó que ya no podía más. El agua del río Grande a su paso por Piedras Negras le llegaba al hombro. Adelante, el coyote que los estaba cruzando ilegalmente a Estados Unidos desde México se había cargado al hombro a su hijo, de 10 años, para que no se ahogara. Su hija, Wileska, de 15 años, iba con una maleta delante. Sikiu los veía alejarse, poco a poco, de camino a una nueva vida, a verse por fin con su padre al otro lado, mientras ella era incapaz de dar un paso más. «Perdonadme por todo esto. Dejadme aquí. Perdonadme», les dijo llorando, quieta en medio del río. Su hija le dio la maleta al coyote, se dio la vuelta y le tiró del brazo: «¡Ya, mamá, vamos por favor!».
Al ver a su hija dando media vuelta, con el agua cada vez más alta, Sikiu salió de su estupor, y reaccionó. Le dio la mano a Wileska, y volvió a armarse de las fuerzas que la habían llevado a salir de Venezuela ocho días antes, incapaz de soportar un día más las amenazas y extorsiones del régimen chavista: los robos, los allanamientos, las amenazas, las visitas de los colectivos. Sikiu avanzó, y llegó a la orilla de la mano de su hija. Hoy dice que no recuerda exactamente el cruce del río. Sólo que se sentó con los niños, mientras el coyote al que le había pagado 300 dólares huía. En unos minutos llegó la policía fronteriza de EE.UU. y se llevó detenidos a la madre y a los hijos. Ella por un instante pensó que ya, que lo habían logrado, que pedirían asilo y se reunirían con su marido en Georgia, donde este vive. Libres al fin, de la miseria y el miedo de estos últimos años en Venezuela.
Pero no. Tras dos días detenida en las celdas de la agencia fronteriza, esta familia fue expulsada tras pedir asilo. El mismo país que ha acusado a Nicolás Maduro de incontables tropelías, que le ha llamado dictador, torturador y asesino, causante de un éxodo de 5,5 millones de personas de un país de 28,5 millones, les daba con la puerta en las narices. Deportados de nuevo a México, uno de los países más peligrosos para los inmigrantes, más si son madres con niños menores. Sikiu lo supo bien. Nada más llegar a Monterrey recibió una llamada del cártel Jalisco Nueva Generación, que la amenazó. «No llames a la policía», le dijeron. «Recuerda: eres venezolana y aquí estás sola». No sabe cómo se hicieron con su número. Les prometió que no les daría problemas, que su familia estaba pasando hambre y sólo querían cruzar. Cambió de número de teléfono y de apartamento, y confió en que se hiciera un milagro. Para ello, se vino con otros venezolanos a Ciudad Juárez, uno de los lugares más peligrosos del mundo, sobre todo para mujeres.
Las cifras del éxodo
Como Sikiu y su familia, en los pasados meses casi 7.000 venezolanos han pasado ilegalmente desde México a EE.UU., cruzando el río, el desierto, o saltando el muro, según datos del Proyecto de Inmigración del Centro de Intercambio de Acceso a Registros Transaccionales de la Universidad de Syracuse, que reúne información sobre la justicia federal en EE.UU. Cuando Donald Trump dejó el poder a finales de enero, había 1.657 venezolanos que habían pedido asilo en la frontera, y que en virtud del llamado Protocolo de Protección a Migrantes, vigente desde enero de 2019, habían sido deportados para que esperaran en México una decisión del juez. En el primer trimestre de 2021 se les sumaron 1.317, según datos del mismo Proyecto de Inmigración. A fecha de hoy, han sido admitidos legalmente en EE.UU. casi 3.800.
En realidad son muchos más los venezolanos que se han unido a los centroamericanos que tratan de entrar ilegalmente en EE.UU. para pedir asilo, pero al no ofrecer el régimen chavista cifras reales del verdadero éxodo humanitario en su país es imposible saber con certeza cuántos son. Muchos están en México ilegalmente, a la espera de cruzar, y por lo tanto no figuran en las estadísticas oficiales. En este país no reciben ayuda, pues el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador sigue reconociendo a Maduro como legítimo gobernante de Venezuela, y el Gobierno interino de Juan Guaidó no tiene representación ni presencia aquí. Estos inmigrantes han pedido auxilio a la misión diplomática opositora en EE.UU., pero aseguran que esta les ha dicho que no les puede ayudar porque en realidad no están dentro de EE.UU.
Adriana González sabe muy bien lo
Adriana se entera de que pasa a EE.UU. Sikiu está a su derecha.
que es ser un opositor al chavismo que trata de subsistir en México a la espera del cruce. De 37 años, farmacéutica de formación, dejó su casa de Maracaibo el 16 de julio de 2019 porque ya no podía más. «Entraron a mi casa, violentaron las puertas, golpearon a mi esposo, lo enviaron al hospital», recuerda hoy desde Juárez. Si no pagaba la «vacuna», la mordida, la mataban y se quedaban con sus negocios. De Maracaibo, Adriana salió con su marido y sus hijos de 14 y 16 años, por tierra a Maicao, en Colombia, tras pagar 300 dólares por niño a los agentes del chavismo. De Medellín voló a Panamá, y de Panamá a Ciudad de México. Sus problemas acababan de empezar.
Tras entrar en México, Adriana y su familia fueron detenidos supuestamente por no tener los papeles de entrada en regla. «Pero yo sí tenía todo en regla, pasaporte vigente, partidas de nacimiento, acta de matrimonio, carta de invitación de un ciudadano mexicano, todo», recuerda hoy. Pasaron en total dos semanas en la cárcel, asegura ella que la razón es que se negó a pagar a los agentes mexicanos que los atendieron 500 dólares por pasaporte. Les soltaron finalmente sin darles razón alguna, sin acuse de recibo, y sin devolverles los pasaportes. Abocados estaban a cruzar ilegalmente si querían poner un pie en EE.UU.
Sí le dijeron a Adriana por aquel entonces que estaba entrando en vigor un acuerdo que obligaba a los peticionarios de asilo de EE.UU. a esperar una decisión en México, por lo que se arriesgaban a ser deportados. Era aquel el año en que Trump reconoció a la oposición al chavismo, comandada por Guaidó, como representante legítima de los venezolanos; el del pronunciamiento del 30 de abril; el de las repetidas amenazas de que el uso de la fuerza estaba sobre la mesa para poner fin a los graves abusos contra los derechos humanos de Maduro. «A los venezolanos atrapados en esta pesadilla, sepan