ABC (Galicia)

El referencia­l viñetista e ilustrador logra el premio Mingote con un mensaje optimista

«Llevo haciendo chistes políticos 31 años, para odiarlo no está mal» ▶

- JAVIER VILLUENDAS MADRID

Tras acordar el veredicto, Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente del jurado, llamó a Ricardo para anunciarle que su viñeta del 14 de febrero de 2020 en ‘El Mundo’ era la ganadora del premio Mingote. Sorpresa, alegrón, quizá un elogio al maestro («recibir un premio que lleva el nombre de Mingote es como recibir un premio que lleva el nombre de Dios», dijo luego a este periodista)... y también un ‘autofact-check’ celebrator­io, por si las moscas. Porque al dibujante le sonaba la viñeta de Tiananmen mentada, pero revisando en su trabajo, que guarda con mimo, ¡no la encontraba! Así, llamó de vuelta al académico para decirle «que se había equivocado, no era un chiste mío». En un último giro de guión, la buscó por internet y, efectivame­nte, sí era. «Por alguna razón, perdí la carpeta de las viñetas de febrero de ese año», cuenta entre risas.

Recreando la histórica foto en la plaza china de Tiananmen, en el dibujo vemos a un hombre frente a una ristra de enormes coronaviru­s, en donde Ricardo quiso «decir algo optimista, que el ser humano puede hacer frente a esos tanques-virus que tiene enfrente de él». ¿Hay que intentar reírse, incluso ahora, para aliviar el drama? «Al principio del confinamie­nto, tuve una pancreatit­is y estuve en el hospital un mes y pico. En una habitación de tres camas, todas las personas que llegaban tenían coronaviru­s. Uno a mi derecha se me murió un día. Era todo un espectácul­o... Creo que la única forma de superar todo eso es hacerlo con humor».

Creador de Goomer

Nacido en Chile en 1956 y de padre pintor, la carrera de Ricardo Martínez Ortega ‘Ricardo’ comenzó en ‘The Miami News’, donde aprendió la técnica de ‘scratchboa­rd’ de su admirado Kent Barton, rival en el ‘Miami Herald’. Nadie en España la practica. Curiosamen­te, Mingote se interesó por ella hace 30 años, y le pidió el material, un papel estucado negro («se dibuja con un papel negro con una cuchilla raspando»), que nuestro premiado le envió. Y sacó un chiste en ABC. «Yo nunca he utilizado esa técnica en viñetas, solo lo ha hecho Mingote. Fue una cosa rarísima». Volviendo a su primer trabajo, al principio hacía cosas pequeñas hasta que llegó el dibujo de Ronald Reagan. Y de ahí, a ‘Ricardo’, en su mesa de trabajo. Arriba, la viñeta premiada hoy. A sus más de tres décadas haciendo viñetas de humor político. Una temática que, por cierto, detesta...

«Ni me interesaba ni me interesa la política. Llevo haciendo chistes políticos 31 años. O sea, para odiarlo no está mal», bromea Ricardo, que trabajaba con su inseparabl­e Nacho (con quien continuó con las tiras de cómic de Goomer) para luego ya ir en solitario. «Él y

Ricardo Martínez yo empezamos a hacer esto en ‘El Mundo’ en el 90. El caso es que en 2000 Nacho se fue a vivir al Puerto de Santa María y me dijo que no quería saber nada de chistes políticos. Y yo me planteé dejarlo también», confiesa el humorista, que, en esa dubitativa tesitura, se marchó a Estados Unidos y lo habló con Don Wright, su máxima influencia artística: «Le dije que estaba pensando en dejar el chiste. Y él me preguntó: ‘¿Por qué lo vas a dejar?’. Y yo: ‘Detesto la política y detesto a los políticos’. Y él me dijo: ‘Precisamen­te por eso, tienes que seguir’».

Así, multipliqu­emos. 240 por 31 años... casi 7.500 viñetas e ilustracio­nes. ¿Algún truco? «La única mecánica es darle muchas vueltas, y, de paso, contabiliz­o los pasos para hacer ejercicio. Ahí se me ocurren cosas y las grabo con una de esas ‘apps’ del móvil. Y, luego, a dibujarlas. Pero es difícil, soy muy inseguro». ¿Pero la nueva clase política no se lo pone fácil? «Son demasiado jovencitos, nos faltan políticos con más referencia­s. Antes estaba Felipe González, que le gustaban los bonsáis; a Rajoy, el ciclismo; Aznar, con su carácter... Ahora son un poco impersonal­es. No digo que sean peores, pero cuesta cogerles el truquillo. Pablo Casado, por ejemplo, no hay por dónde pillarle. Además, como él mismo va cambiando de criterio... Pedro Sánchez es un poquito más fácil. Pero cuando tienes el personaje del político cogido, como Aznar o Felipe, ellos solos casi te hacían la viñeta». Y, además, lo ha dejado Pablo Iglesias, que igual lo ponía fácil, ¿no? «Hombre, yo estoy de luto».

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