ABC (Galicia)

Helmut Jahn (1940-2021)

Con el Sony Center, Helmut Jahn aseguraba que era posible una arquitectu­ra de vidrio

- ROSALÍA SÁNCHEZ

El acero y el vidrio componían el sello indiscutib­le de sus creaciones. El Sony Center de Berlín supuso su definitiva consagraci­ón. Helmut Jahn lo diseñó en la década de los noventa, cuando Berlín se aprestaba a retomar su papel como capital de Alemania y buscaba un nuevo rostro que presentar al mundo. Jahn estableció el concepto de transparen­cia y proyección al futuro que transmite el páramo urbano más grande de Europa, ubicado en el epicentro de lo que hasta pocos años atrás era conocido como ‘la franja de la muerte’, junto al Muro. En el triángulo entre Tiergarten, Leipziger Platz y Potsdamer Straße, Jahn construyó un complejo marcado perimetral­mente con fachadas de vidrio liso, como contrapart­e de la torre de ladrillos de Hans Kollhoff, y cuyo corazón convirtió en un techo de carpa de circo transparen­te que se ilumina en todos los colores del espectro cada noche. El Sony Center, inaugurado en 2000 y que ya no pertenece al gigante japonés, fue una póstuma de Helmut Jahn, la promesa basada en el espíritu de optimismo del Berlín posterior a la reunificac­ión y que aseguraba que era posible una arquitectu­ra de vidrio que rompiese con la rigidez lineal de la historia.

La maldición y la bendición a veces están muy juntas en la arquitectu­ra de Helmut Jahn, quien nació el 4 de enero de 1940 en Zirndorf en Franconia Central y se graduó en la Universida­d Técnica de Múnich. Ya en 1966 fue a Chicago para realizar estudios de posgrado y pronto consiguió un trabajo en el estudio de arquitectu­ra C. F. Murphy Associates. Conoció a Ludwig Mies von der Rohe y estudió el modernismo del vidrio y el acero de manos del exdirector de la Bauhaus en el exilio. En 1971 le rindió homenaje con el centro de exposicion­es McCormick Place, que con su fachada de vidrio bajo el techo de estructura de acero en voladizo parece una versión estirada del templo de la modernidad de Miesschen. Pero pronto se aburrió del ‘estilo internacio­nal’ y rompió moldes con su torre Xerox de espejo vidriado (1980) en Chicago, una esquina que sobresalía como un cilindro truncado. Se volvió cada vez más virtuoso al unir cristales y estructura­s de acero. También quería agregar color a sus edificios, no ya a través de la refracción de la luz prismática, sino a través de vidrios de colores, polarizado­s y estructura­s de colores. Recibió grandes muestras de reconocimi­ento por el Thompson Center (1984) de Chicago, claro anticipo del Sony Center. Después diseñaría un viaje en las cintas transporta­doras del aeropuerto O’Hare de Chicago (1986) como un viaje de LSD e introdujo la luz en el aeropuerto burocrátic­o de ColoniaBon­n (2000).

Nunca se jubiló ni dejó de pensar en el futuro. Casado desde 1970 con un ciudadana norteameri­cana, tenía las dos nacionalid­ades y residencia­s en Chicago, Nueva York y Berlín. Tras su muerte en accidente, mientras circulaba en bicicleta en el estado de Illinois, autoridade­s de sus dos patrias han homenajead­o su obra.

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