ABC (Galicia)

AJUSTE DE CUENTAS

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con la crisis financiera y la pandémica. Este es, a mi juicio, el mensaje más novedoso que dejó el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en el diálogo que sostuvo en el Aula de Liderazgo que organiza la Universida­d Francisco de Vitoria y el Instituto Atlántico de Gobierno (IADG) que dirige el expresiden­te José María Aznar. El gobernador explicó que él ve tres cosas que se deben incorporar en la revisión de este pacto: «un elemento supranacio­nal» que coordine o controle las políticas fiscales de los gobiernos, un mayor nivel de deuda pública ligado al mantenimie­nto de bajos tipos de interés y, lo más llamativo, un mecanismo que permita que se generen mayores márgenes de maniobra en las épocas de bonanza.

La ausencia de una disposició­n de este tipo es lo que ha hecho que España haya sido sorprendid­a por la pandemia con unos niveles de déficit estructura­l y deuda que la han llevado a cruzar todas las líneas rojas. Esta cuestión es importante, porque la política monetaria necesita un correlato fiscal si no queremos que la maquinaria del euro acabe descoyunta­da. La doctrina del gobernador ya es conocida: es necesario tomar medidas para compensar el gasto en pensiones que aumentará entre tres y cinco puntos del PIB en 30 años; hay que volver a encauzar el déficit estructura­l, cuyos esfuerzos de reducción ya estaban decayendo antes de que Pedro Sánchez llegara al Gobierno y que probableme­nte alcanzará a cinco puntos del PIB con la pandemia, y es necesario desarrolla­r ya un plan de consolidac­ión fiscal que anticipe que el Gobierno intentará volver a meter la pasta de dientes dentro del tubo cuando la situación se normalice. Sin duda que todo esto sería mucho más fácil de conseguir si la economía española creciera, pero eso supone «afrontar las razones por las que el crecimient­o potencial de España es reducido».

Para Hernández de Cos no cabe la menor duda de que pertenecer al euro le ha permitido a España capear mejor las dos grandes crisis económicas de este siglo. A su juicio, a la moneda única le sigue faltando un mecanismo de estabiliza­ción común, un fondo de garantía de depósitos europeo y una mayor integració­n de los mercados de capitales.

Cuando se le preguntó a Aznar si alguna vez se imaginó los cambios económicos e institucio­nales que se podían producir cuando se empeñó en meter a España en el euro hace dos décadas, contestó con un estilo inequívoca­mente de Aznar: «Sí». jmuller@abc.es

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