ANÁLISIS
Una cuestión crítica
La política y la sociedad italiana han cogido el toro por los cuernos al convocar lo que se ha denominado Estados Generales de la Natalidad. El presidente Matarella no ha dudado en calificar la cuestión como «el punto de referencia más crítico de este tiempo» y ha señalado sin rodeos que «las familias son Italia». ¿Podemos imaginar un escenario semejante en España? Para abrir el debate, los organizadores han pedido una intervención al Papa Francisco, que ha ofrecido una lección magistral sobre la génesis de la reconstrucción social a través de la centralidad de la familia, condición esencial para transmitir el don de la vida.
Al escuchar al Papa se entiende hasta qué punto se ha desgastado la gramática esencial de la cultura europea. Por ejemplo, cuando Francisco sostiene que «la primacía del don es el código fuente de la vida en común». En la raíz del invierno demográfico, que atenaza el presente y bloquea el futuro de nuestras sociedades, está la pérdida del sentido elemental de que la vida humana, siempre, es un bien.
No hay fórmulas mágicas, pero el papa propones tres líneas: una educación que prime el significado sobre las habilidades; una política que coloque a la familia en el centro sin complejos, y una comunicación que abandone el actual sesgo suicida contra la familia y la vida. Urge que políticos, periodistas y líderes sociales aprendan esta gramática porque sin natalidad no habrá futuro.