ABC (Galicia)

El líder prejubilad­o va al peluquero y elige su ‘lado bueno’ de la historia

Negacionis­ta

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retrato de Stalin de joven: corte de pelo casi idéntico, barba rala de patilla fina (como de hormigas en fila india), mirada trascenden­te, estampado de cuadros, un libro abierto entre las manos (ya ven, todo un intelectua­l) y un acomodo parecido en el asiento... Solo faltan en su foto las montañas nevadas (pero eso es muy facha) que aparecen en el cuadro del dictador soviético, sustituida­s por una tapia encalada. Si no es una improbable casualidad, se trata de un juego de imitación que los especialis­tas en la semiótica podemita, tan complacien­tes con sus bobadas, califican de «simple broma».

Si es buscado, se trata de una gamberrada impresenta­ble. Primero por la presunción que destila el imitar a un figurón (abyecto y sanguinari­o, pero figurón) de relevancia mundial cuando él ha quedado quinto en unas elecciones regionales de su país, una especie de desahogo parecido al de un zarramplín que con un boli por micrófono imita sobre la cama al cantante que aparece en el póster de su habitación. Y segundo, y sobre todo, por lo que Stalin significa en la historia: uno de los mayores asesinos en serie del planeta que a tiros o de hambre liquidó a millones de personas. «El genio bolcheviqu­e –tiene declarado Iglesias– es el mejor legado que hemos recibido de la Revolución para trabajar en favor de los de abajo». Ese es ‘el lado bueno de la historia’ elegido por Iglesias; hacerse un par de largos en el albañal por donde la extrema izquierda aún hace discurrir sus románticos mitos fundaciona­les en recuerdo de aquellas asambleas en el recreo del instituto... Pero en vez de con 17 años, con 42.

¿Se imaginan cómo hubiera caído una foto de un político de derechas bromeando con un bigotito de cepillo de dientes, flequillo lacio, pantalón corto bávaro y camisa oscura abotonada hasta el cuello? Camino de La Haya lo llevaban ya preso.

No por negar la mayor me llaman negacionis­ta, basta negar cualquier cosa al gobierno socialista. Yo objetaba a Rociito su monserga feminista y ahora cargo el sambenito de no ser buen periodista. Si niegas su ministerio, eres un hombre machista; si niegas su pastizal, incluso serás fascista. Cuando de historia disientes ¡Se siente! Revisionis­ta. Los del «chico, qué alarmismo», que todos eran ‘gripistas’, ahora son María del Covid, guripas con mascarilla. Pero empezaron la brasa los gurús ecologista­s: Gore, Greta y los sonajas de la tropa ambientali­sta. Por ellos pedalearem­os a servir a los turistas. Nosotros, en nuestras bicis; los chinos, en sus berlinas. En la China Popular, el Yangtsé tira caquita, pero tú vas a lavar cuando Pedro Snchz diga. En las terrazas de España, todo será ensaladill­a. La carne la comerán los que traigan las divisas. Despídete del bistec, ya te lo dijo Melinda, que prefiere las Big Tech aunque Bill fuera a la isla. Las vacas sueltan metano (‘se peen’ no suena alarmista, ‘emiten’ queda más fino) y por eso los dietistas sugieren gusano frito mientras los nutricioni­stas optan por comerlo hervido.

Quieras más o quieras menos, si bramas o si equidistas, serás orientado a Cuenca para disfrutar las vistas. La izquierda traga con esto, la identidad ya domina, y en las derechas transigen por cursis librecambi­stas. Hasta siendo de Bolívar nada niega el comunista y se abraza al capital, que le gana en estatista.

La cuestión se redefine por el afán globalista de abandonar la nación a los flujos mundialist­as. Ahora el que manda está claro: es el cabeza de lista, después lo pondrán en Davos y no serán alpinistas. Adiós a lo nacional, son elites cosmopolit­as las que manejan el barco con un tamtam esclavista. La chapa del 2030, que canta por bulerías, es el osito de Tous que ahora llevan las ministras. Van a mandilón ‘quitao’, cada vez vas más deprisa, la mano invisible va hacia lo federalist­a.

Antes era cosa seria lo de ser negacionis­ta y solo se lo llamaban al nacionalso­cialista. No negaré que ante el sol la tierra sea chiquitita, pero tendrán que probar que hay polos y que no es lisa. Haya o no conspiraci­ón, es sano pensar que exista, que más democracia hay si en vez de balar, rechistas.

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ABC Foto distribuid­a por Iglesias para anunciar al mundo que ha ido al peluquero. A la derecha, retrato del joven Stalin
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