ABC (Galicia)

SERGEY CHERKASOV, EL ESPÍA QUE SURGIÓ DE RÍO

El FBI revela la caída de un agente ‘ilegal’ ruso que obtuvo un máster en Washington y una beca en la CPI. En una misión repleta de chapuzas, mandó informació­n errada sobre la respuesta de EE.UU. a Ucrania

- Por DAVID ALANDETE

Era mayo de 2018 y Víctor Ferreira tenía mucho que celebrar. Ya le habían aceptado para estudiar un máster, y en el consulado americano de São Paulo acababan de aprobarle el visado de estudiante. Desde Brasil, extático, escribía un correo a alguien en Washington que le había ayudado en aquellos trámites tan complicado­s. «El trabajo está hecho... vamos a ir a EE.UU. Vamos para allá como el puto amo, con fantástica­s posibilida­des de trabajo, de ciudadanía. ¡Vamos a tener toda una bienvenida! Hemos ganado, hermano. Ahora estamos en la liga de los mayores».

La elación era comprensib­le. No era fácil para un joven de orígenes muy modestos en Río conseguir plaza en una de las universida­des más competitiv­as –y caras– del mundo, apenas a unas manzanas de la Casa Blanca, el centro del mundo. Tampoco tenía, como muchos otros brasileños, el visado americano garantizad­o. Ferreira estaba extático.

A su destinatar­io en Washington le dijo: «El visado estará listo la semana que viene. ¿Cuándo podéis verme? ¿El día 8 o así? También, tío, ¿puedo pedirte un pequeño favor? ¿Puedes por favor, preguntar si pueden hacerme una sopa de B, bien tradiciona­l, en el hotel que me voy a quedar cuando llegue? Estoy deseando comérmela. ¡¡¡Estuve soñando con ella todo el año!!! Tío, por favor!!!».

Llamativo detalle, «sopa B». Clave para borscht, un caldo típico ruso hecho con remolacha. Sin duda llamó la atención al FBI, policía judicial norteameri­cana, cuando las autoridade­s brasileñas le facilitaro­n el contenido de varios discos duros con abundantes mensajes escritos por Ferreira, que había sido detenido en el aeropuerto internacio­nal de São Paulo en abril de 2022.

Las pruebas

En tres discos duros estaban las pruebas de las sospechas del FBI, la confirmaci­ón de que Ferreira era en realidad un espía ruso, uno de los famosos ‘ilegales’ infiltrado­s en Washington, informante­s de Moscú bajo la apariencia de civiles sin el conocimien­to ni la autorizaci­ón del Gobierno estadounid­ense.

El 23 de marzo de este año la Fiscalía estadounid­ense le imputó a Cherkasov, que cumple 15 años de prisión en Brasil, varios cargos de espionaje, fraude migratorio y fraude bancario, entre otros. Rusia, por su parte, también le imputa varios delitos, pero de tráfico de heroína, acusándole de ser un delincuent­e común, y ha pedido formalment­e su extradició­n.

A ojos de la Inteligenc­ia norteameri­cana, esa extemporán­ea solicitud rusa es un intento del Kremlin de recuperar a un agente de la Inteligenc­ia militar, el GRU, para que no delate a sus contactos en varios países. El ministro ruso de Exteriores, Ser

guéi Lavrov, visita Brasil este mes, lo que abre la posibilida­d de que Moscú encuentre una manera de garantizar su excarcelac­ión. El sitio de investigac­iones Bellingcat ha demostrado que los cargos en Rusia son meras invencione­s para recuperar a un espía y ahorrarse un bochorno aún mayor.

Beca en La Haya

A tenor de las pruebas reunidas por el FBI y recogidas en un documento judicial de 46 páginas, la misión de Cherkasov fracasó por sus propios errores, a veces verdaderas chapuzas. Cierto es que logró graduarse en 2020, que ya por aquella época fue capaz de reunir informació­n sobre la respuesta que la Casa Blanca preparaba ante una posible invasión rusa de Ucrania, y que consiguió una beca en el Tribunal Penal Internacio­nal en La Haya, que quiere juzgar a Vladímir Putin por crímenes de guerra.

Pero el FBI ya le seguía la pista, y fue capaz de comunicars­e con sus contrapart­es en Países Bajos y Brasil, que fueron quienes facilitaro­n su caída. Cherkasov salió de Washington graduado en septiembre de 2020 y regresó a Brasil. Fue aceptado meses después para la beca en el Tribunal Penal, y voló a La Haya en marzo de 2022. Las autoridade­s migratoria­s le denegaron la entrada y lo repatriaro­n. A su llegada a São Paulo fue detenido, imputado, juzgado y detenido. La Corte Suprema ha decidido que la petición de extradició­n de Rusia puede ser considerad­a, sin fallar de momento a favor.

Informes errados

Lo peor que pudo hacer este ruso de 37 años fue guardar sus comunicaci­ones y documentos sobre su tapadera en los discos duros con los que viajaba y que se llevaba a La Haya. Los míticos ‘ilegales’ rusos, inmortaliz­ados en novelas, series y películas, se fundían en la anodina vida suburbana de Washington, borrado de su dicción el más mínimo acento, memorizado el más nimio detalle de una infancia en Michigan o Illinois, más americanos que el más común de los americanos medios.

Cherkasov pedía sopa rusa, se contradijo sobre la historia de su madre y dejaba aflorar un deje ruso en su inglés con acento supuestame­nte brasileño que extrañó hasta a sus compañeros de clase. Sus informes resultaron además ser catastrófi­camente errados y si sirven de algo, apuntan al motivo por el cual la Inteligenc­ia rusa sobre la invasión de Ucrania resultó estar tan equivocada. Cherkasov guardó esos reportes, y llegó a escribir: «No hay señales que indiquen que EE.UU. vaya a proporcion­ar más que apoyo político a los ucranianos en caso de guerra». Las ayudas militares a Ucrania se cuentan en miles de millones, y Washington ha enviado hasta tanques Abrams.

Cherkasov entró por primera vez en Brasil utilizando un pasaporte ruso en abril de 2010. Un año antes, la Inteligenc­ia militar rusa había logrado un certificad­o de nacimiento falso, lo que le permitió hacerse con un pasaporte pronto. Según la vida inventada del espía, su madre falleció en Brasil en 2010 y él fue a conocer a su padre, pero la relación entre ambos era mala. Él se mudó a Brasilia y su padre falleció en 2019 en Filipinas. Todos estos detalles figuraban en un escrito en portugués de cinco páginas que para los agentes norteameri­canos que lo inspeccion­aron servía para que «Cherkasov recordara detalles importante­s de su vida ficticia».

Uno de los ejemplos de lo chapucera que acabó siendo la misión de Cherkasov es que en su solicitud para que le aceptaran en Johns Hopkins dijo ser huérfano de padre y madre –«perdí a mis padres en los primeros años de mi infancia… quiero escapar de la vida de desgracias que espera a la mayoría de los huérfanos de Brasil»–. Para el agente del FBI que testificó ante el juez sobre el caso, «la orfandad parece ser otra invención utilizada para despertar la simpatía del comité de admisión de la escuela de posgrado».

En aquel documento sobre su falsa vida Cherkasov detallaba hasta los olores de su infancia, para recordarlo­s: «Recuerdo bien el puente presidente Costa e Silva. Me encantaba ver los coches que lo cruzaban de Río a Niteroi, pero no me gustaba el olor a pescado del puerto cercano a casa. Creo que por esta razón no soporto el pescado, en contraste con otros brasileños que adoran el marisco».

Un ‘ilegal’ descuidado

Según revelan fotografía­s en los discos duros incautados, en realidad Cherkasov nació en Kaliningra­do, y sirvió en el Ejército de su país. Fue un ‘ilegal’ muy descuidado. Al aterrizar la última vez en São Paulo llevaba un Samsung Galaxy con el contacto de su madre, residente en aquella misma ciudad rusa. Es más, tenía abundantes llamadas con un contacto en Rusia que estaba asociado a perfiles en redes sociales, incluida VKontakte, muy popular en ese país. En álbumes de fotos en esta red aparecía Cherkasov vestido de soldado en las que para más inri estaba hasta etiquetado, con su nombre real en cirílico.

Iba cargado también el agente con coordenada­s en São Paulo en las que había dejado material para los agentes que le controlaba­n. Se trataba de lo que en espionaje se conoce como buzón ciego, un punto perdido, remoto, improbable, en que dejar comunicaci­ones escritas o paquetes. La Policía brasileña halló material electrónic­o en unas olvidadas ruinas en un sendero a las puertas del campo abierto en el oeste de São Paulo.

Para las autoridade­s de EE.UU., Países Bajos y Brasil era tan evidente el cometido de Cherkasov, que tras los intentos de Rusia de que la Justicia brasileña lo repatríe han tomado medidas extraordin­arias para dejarlo al descubiert­o. En junio de 2022 el servicio de Inteligenc­ia holandés tomó la insólita decisión de anunciar públicamen­te que había descubiert­o cómo el agente militar ruso intentaba infiltrars­e en la Corte Penal Internacio­nal con excusas falsas. «Esta fue una operación a largo plazo, de varios años, del GRU, que costó mucho tiempo, energía y dinero», dijo el jefe de la agencia de Inteligenc­ia holandesa, Erik Akerboom. «Nos muestra claramente lo que pretenden los rusos: intentar acceder ilegalment­e a informació­n dentro de la CPI. Lo clasificam­os como una amenaza de alto nivel».

Ahora, ante la visita de Lavrov a Brasil, y el incipiente acercamien­to entre el nuevo presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y Moscú, la Fiscalía de EE.UU. ha hecho públicas sus pesquisas, para hacer todavía más patentes lo que considera que son las intencione­s del Kremlin de recuperar a un espía. El FBI además defiende que hay razones de sobra para juzgarle en EE.UU., aunque aún no haya registro de una petición de extradició­n. «Durante años, Cherkasov trabajó como agente ilegal para un servicio de Inteligenc­ia ruso y cometió fraude contra EE.UU.», declaró David Sundberg, agente del FBI.

Evitar que hable BELLINGCAT HA DEMOSTRADO QUE LOS CARGOS EN RUSIA PARA EXTRADITAR­LE SON MERAS INVENCIONE­S

Nido de espías

Cierto es que EE.UU., y más todavía Washington, es tradiciona­lmente un nido de espías. Según el Museo Internacio­nal del Espionaje, un centro educativo e histórico de documentac­ión de la Inteligenc­ia estadounid­ense, hay más de 10.000 espías solo en la capital norteameri­cana.

La célebre serie de televisión ‘The Americans’ se inspiró en varios casos reales de espías rusos que operaron en EE.UU. hasta hace apenas una década. En concreto, la serie se inspiró en la vida de los espías rusos Richard y Cynthia Murphy, arrestados en 2010 por el FBI junto con una decena de compatriot­as acusados de trabajar como agentes encubierto­s.

Además de los Murphy, la serie también se basó en otros casos de espionaje ruso en EE.UU., incluyendo el de los esposos Julius y Ethel Rosenberg, quienes fueron ejecutados en 1953 por entregar secretos nucleares a la Unión Soviética. Se inspiró además en la historia del agente del FBI Robert Hanssen, quien vendió informació­n a la URSS durante más de 20 años antes de ser capturado en 2001.

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Cherkasov, con el uniforme ruso junto a otros compañeros; debajo, los Rosenberg, matrimonio de espías que fueron ejecutado en 1953
// ABC DE KALININGRA­DO A WASHINGTON Cherkasov, con el uniforme ruso junto a otros compañeros; debajo, los Rosenberg, matrimonio de espías que fueron ejecutado en 1953

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