Los vetos del telepredicador
Fue gracioso mientras presentaba tertulias de borrachos en su TV
Lo mejor que se puede decir del mandato de Gonzalo Pérez Jácome al frente del Concello de Orense es que le queda mes y medio para que concluya. Las encuestas publicadas vaticinan que la ciudadanía parece dispuesta a poner fin al disparate populista que gobierna la ciudad en precario y entregarse al aburrido bipartidismo, menos chistoso y, al mismo tiempo, menos vergonzante.
Con la marcha del regidor orensano se irán también usos impropios de un sistema democrático, como los insultos y desprecios que gasta con los periodistas. La falta de educación dio paso a la desconsideración –basta ver sus redes y cómo se refiere a la prensa local– y por último a los vetos a profesionales de la información que cometen el pecado de informar libremente, sin someterse a sus estrechos dictados. A Jácome solo le gusta el trato que le dispensan en Auria TV, la televisión de su propiedad que él financia con el dinero público que recibe su grupo municipal. Todos los demás estamos vendidos al mal.
Que un personaje como Jácome intente vetar a la corresponsal de ABC y EFE en Orense, Lorena de la Torre, solo refleja su catadura moral. O su ausencia de ella, más bien. Pero, al mismo tiempo, habla bien de nuestra compañera, de su independencia y valentía para no arredrarse ante los desmanes de un telepredicador metido a alcalde. Fue gracioso cuando presentaba tertulias de borrachos; ahora, por el contrario, es descorazonadora la imagen que exporta de la tercera ciudad de Galicia.
Que nadie se engañe tampoco. Jácome no va a desaparecer fulminado por un rayo ni por efecto de las urnas. Conserva un férreo apoyo de una parte del electorado que quiere ver en él algo que al resto se nos escapa. No sabemos si identifican en él a un mártir que lucha contra poderes fácticos invisibles o, simplemente, les sigue haciendo gracia que un saltimbanqui los represente. Admito mi incapacidad para entenderlo. Pero lo que tampoco seré capaz de comprender es que PP y PSOE –y la derecha aquí tiene mucho que reflexionar– vuelvan a darle poder a quien nunca debió salir de su cutre televisión.