Colombianos y mexicanos: la ‘narcoalianza’ llega a España
El mayor laboratorio de cocaína de Europa, descubierto en Galicia, certifica la nueva estrategia del narco
El desmantelamiento a mediados de marzo en Galicia del mayor laboratorio de Europa de transformación de pasta base de cocaína en el producto que finalmente llega al mercado, una operación liderada por la Policía española en la que además han participado la Policía Judiciaria portuguesa y la Dirección Antinarcóticos de Colombia, pone sobre la mesa tres conclusiones inquietantes: la primera, la tendencia a que las redes de narcos exporten cada vez más esa pasta base a los países de destino para que sea en ellos donde se procese en laboratorios; segunda, que la ‘narcoalianza’ entre colombianos y mexicanos ha llegado a España; y la tercera, que instalaciones como la ahora descubierta suponen un peligro medioambiental importante, porque los residuos de los procesos de fabricación son arrojados a los ríos o zonas rurales.
Por todo ello, y por la capacidad del laboratorio descubierto en Cotobade (Pontevedra) de producir hasta 200 kilos diarios de cocaína base, estamos ante una de las operaciones contra el tráfico de droga más importantes realizadas en España en los últimos años.
Una de las cosas que llaman la atención es que en este laboratorio no estaban directamente relacionadas ninguna de las organizaciones de narcos que operan en Galicia, aunque los colombianos implicados sí podían tener contacto con alguna de ellas. El hecho de escoger esa comunidad para instalarlo obedeció sobre todo a su cercanía con el puerto de Oporto –unas tres horas por carretera– y a que en el medio rural hay muchas casas aisladas y grandes que son ideales para este tipo de actividades.
La organización tenía un reparto de roles. Los españoles ponían la infraestructura, el transporte y la distribución; parte de los colombianos, ‘cocineros’, controlaban la producción y otros financiaban las operaciones; y de los dos mexicanos detenidos, uno era el ‘notario’, que ponía al corriente de las novedades al ‘jefe’ de toda la trama, que está fuera de España, y el segundo, ‘el ingeniero’, que extraía la pasta base de cocaína de los cilindros de hierro en los que estaba oculta.
En 14 registros, los agentes intervinieron 1.300 kilos de pasta base de cocaína –la mayor incautación hasta la fecha fuera de las zonas de producción–, 151 kilos de cocaína, y más de 23.000 litros de precursores.
La investigación comenzó el octubre pasado cuando los agentes detectaron que unos viejos conocidos de la Policía, de entre 30 y 40 años, contaban con una potente infraestructura que les permitía introducir grandes cantidades de droga. Los sospechosos mantenían un alto nivel de vida y seguían relacionados con colombianos que les daban la mercancía.
El ‘conseguidor’
Estos individuos, además, viajaban de forma constante entre Las Palmas, Madrid y Pontevedra. Asimismo, la Policía averiguó que la red disponía de un chalé en Colmenar Viejo (Madrid) para el almacenaje de una gran cantidad de productos químicos.
La trama recurrió a varias empresas logísticas para transportar los productos químicos simulando tener una actividad legal. De estas gestiones se ocupaba un empresario del País Vasco quien, gracias a sus contactos, servía de ‘conseguidor’ en la Península a los investigados canarios. El seguimiento de uno de estos transportes permitió localizar una nave, en una localidad de Pontevedra, utilizada al principio como centro logístico para abastecer el macrolaboratorio.
El octubre pasado, los investigadores observaron un aumento exponencial de las actividades de la trama. De nuevo, y tras un tiempo prudencial, comenzaron a mover los productos químicos, la maquinaria y los útiles para montar el laboratorio. Fue entonces cuando los agentes consiguieron localizar la casa rural que lo albergaba. Era un chalé grande, alejado de otras viviendas y rodeado de una gran parcela. Por tanto, muy difícil de vigilar sin ser descubierto. Poco después llegaron tres suramericanos.
En paralelo, la organización pretendía importar desde Colombia una máquina de triturar piedra de grandes dimensiones a través del puerto portugués de Leixoes (Oporto). Era una maniobra extraña porque esa maquinaria allí es más cara que en España. Fue el empresario de Bilbao el que dio la cobertura al crear una sociedad ‘ad hoc’ con el objetivo de asegurar la entrada de la droga oculta en el interior de dos cilindros mecánicos que componían la trituradora de piedra.
Detrás de los españoles estaban dos potentes organizaciones –una colombiana y otra mexicana- que se habían unido para poder financiar un laboratorio capaz de producir 6.000 kilos de cocaína en diferentes fases. La intención del entramado era introducir otras tres máquinas trituradoras más.
Los sospechosos sometían sus comunicaciones a un estricto protocolo de seguridad. En ellas cobraban especial relevancia ‘los señores’, que daban órdenes, desde sus lugares de origen, a sus subalternos en España. Pagaron unos dos millones de euros para montar el laboratorio.
Dos mexicanos
El siguiente paso fue la llegada a España de dos mexicanos cuya misión era desmontar la máquina y recuperar la cocaína base oculta en su interior. A una de estas personas, como ya se ha señalado, se referían como ‘el ingeniero’, encargado de extraer la droga para trasladarla al laboratorio, y a la otra como el ‘notario’, la persona de confianza de la organización mexicana.
También se detectó la llegada de seis individuos de origen colombiano. Fueron trasladados a un piso de seguridad y, tras retirarles sus teléfonos y esperar un tiempo prudencial, los llevaron al laboratorio de forma escalonada. Eran los ‘cocineros’, es decir, los encargados de procesar la droga
Cuando ‘el ingeniero’ logró extraer la base de cocaína del interior del primer cilindro de la trituradora comenzaron los traslados de la sustancia desde la nave hasta el laboratorio. Los seis colombianos y los dos mexicanos vivían en régimen de esclavitud, solo dedicados al laboratorio. De ellos, el único que podía salir y comunicarse con sus jefes era el ‘notario’. El resto, lo máximo que se permitía era abrir una ventana para fumar.
Atasco kilométrico
La Policía tuvo que precipitar la operación porque en poco tiempo el laboratorio comenzó a funcionar. Tras finalizar el proceso de producción de la primera partida de droga, la red comenzó a preparar su distribución valiéndose de una furgoneta de reparto de una conocida empresa de mensajería. Simulando la recogida de cuatro bultos, transportaron 100 kilos de cocaína que los agentes incautaron al interceptar dicho vehículo en la autopista A-6, en el peaje de Adanero y en plena operación retorno del puente de San José. El control ‘ad hoc’ que montó la UIP provocó un atasco kilométrico sin que los conductores sospecharan de las razones del mismo.
A partir de ese momento había que hacer las detenciones de forma simultánea, en varias comunidades -Galicia, Madrid, País Vasco y Canarias-. De madrugada, los geos entraron en el chalé y detuvieron a los moradores. El resto de los arrestos se hicieron sin novedad.
Los narcos exportan cada vez más pasta base para que sea transformada en laboratorios que instalan en los países de destino
Los españoles ponían la logística; los colombianos, la producción y un mexicano daba fe de que los pactos se cumplían