Macron: «No son las cacerolas las que harán progresar Francia»
▶ El presidente francés es recibido con ruidosas protestas en la primera etapa de una gira por ciudades de provincia
La cacerolada es una de las más antiguas expresiones de la fronda y la protesta popular contra el poder político, cuyos orígenes se pierden en la Edad Media. Durante la ‘monarquía de julio’ (1830-1848), cobró una dimensión contemporánea, que hoy amenaza a Macron de manera muy ruidosa.
La noche de su gran discurso a la Nación el pasado lunes, cuando presentó su plan de «relanzamiento» de Francia, el presidente fue boicoteado por un rosario de caceroladas en París y diversas ciudades de Francia. Inasequible al desaliento y al rechazo sindical y popular, Macron ha iniciado una gira por varias ciudades de provincias con el fin de defender su proyecto reformista. Ayer, a primera hora de la tarde, en la pequeña localidad de Muttersholtz (Alasacia), el presidente de la República fue recibido por un ‘concierto de cacerolas’, «interpretado» por varios centenares de sindicalistas, que le hicieron esta advertencia: «Ojo, colega, que vamos a cortar la luz de tu casa». Cuando Macron inició su discurso, la fábrica donde se encontraba sufrió un corte de corriente, impidiendo que el jefe del Estado utilizara su micrófono.
Visiblemente irritado, tras un breve discurso improvisado para defender sus proyectos, Macron dejó escapar esta respuesta: «No son las cacerolas las que harán progresar Francia». Un dirigente local de la CGT, segundo sindicato francés, respondió con sorna: «Vamos a poner un poco de sobriedad energética en los discursos del presidente, con música de cacerolas». Macron tiene previsto otro viaje, el jueves, para presentar en la ciudad de Ganges (Hérault) su proyecto para el futuro de la escuela francesa. Las siguientes citas serán en Montpellier, Béziers y Bédarieux.
Nuevas líderes sindicales
Por vez primera en muchos años, la totalidad de los sindicatos franceses están unidos y se dicen dispuestos a prolongar indefinidamente su contestación de la Ley que aprobó la reforma del sistema nacional de pensiones, pasando de 60-62 a 64 años la edad de jubilación. Ante del Primero de Mayo, los dos principales sindicatos, la CFDT y la CGT, se han radicalizado con cambios importantes y simbólicos en la dirección. En la CGT, Philippe Martinez (62 años), que fue considerado como un «duro», formado en la militancia comunista del PCF tradicional, ha sido sustituido por Sophie Binet (41 años), curtida en la militancia estudiantil y en el feminismo radical, y cuyas primeras declaraciones auguran mucha guerra contra Macron: «¿En qué país vive el presidente? Vive en su burbuja, habla como una máquina artificial y tecnocrática. No se ha enterado que los franceses no quieren saber nada de su ley. No pararemos hasta que la retire».
En la CFDT, Laurent Berger (55 años) anunció ayer que dejará la secretaria general a primeros de junio. Marylise Léon (47 años), secretaria general adjunta, es presentada como su probable sucesora. Berger pasaba por ser conciliador y moderado, mientras que Léon es mucho más radical. Sus primeras declaraciones también han sido muy críticas: «Este Primero de Mayo va a ser la hostia. Se van a enterar. El resentimiento social, consecuencia de la sordera del Ejecutivo ante la movilización sindical pacífica, es de una amplitud desconocida desde hace décadas».
El Constitucional avaló la Ley de reforma del sistema nacional de pensiones, promulgada por Macron, que debería entrar en vigor el mes de septiembre. La CFDT, la CGT y el resto de los sindicatos franceses no aceptan esa Ley, que Macron defiende de este modo: «Nuestra vida constitucional y democrática tiene un sentido. La Ley cumple todos los requisitos institucionales. El tiempo de la política ha puesto en evidencia que no hay mayoría parlamentaria alternativa y las mociones de censura han sido rechazadas. Las cacerolas no harán progresar Francia».