Laporta no convence a nadie
Javier Tebas tilda de «inentendibles, no aclaran nada» las explicaciones del presidente del Barcelona ▶Los clubes reclaman la investigación del caso Negreira en la Asamblea Extraordinaria de LaLiga
Dos días después de abrazarse al victimismo y atacar al Real Madrid en una evidente huida hacia delante para no aclarar la razón por la cual el Barcelona pagó 7,1 millones de euros al ex número dos de los árbitros, Joan Laporta acudía en la mañana de ayer a la Asamblea Extraordinaria de LaLiga con una difícil misión: tratar de explicar a sus semejantes, los presidentes de los equipos de Primera y Segunda, que en el tenebroso caso Negreira no existió la compra de árbitros. La rueda de prensa del lunes había acabado en aplausos; como cuando se anuncian las presentaciones y los futbolistas posan con su nuevo dorsal o cuando un histórico se retira entre lágrimas. Era el Camp Nou, era la primera vez que, tras dos meses abriendo informativos, el máximo dirigente azulgrana trataba en público el asunto que opaca hasta la resurrección liguera de su equipo.
Lejos del abrigo del Camp Nou, LaLiga pedía ayer explicaciones en una Asamblea Extraordinaria. Con Javier Tebas al frente, y la animadversión obvia que existe entre ambos dirigentes, la reunión se intuía larga, sinuosa. Laporta llegó pronto, media hora antes del inicio de la Asamblea (sobre las 10.30 horas de la mañana), sonriente y aparentemente desinhibido. Pero ya en pleno mediodía, tras más de dos horas y media de asamblea, mientras un mar de periodistas aguardaba su salida y sus palabras, el presidente del Barça esquivó los micrófonos, se subió en la parte de atrás de un elegante
Mercedes que esperaba en la misma puerta de la sede de LaLiga y abandonó el lugar sin dar declaraciones.
Orquestado, al compás de la salida de Laporta, Javier Tebas acudió a una rueda de prensa cuya celebración estuvo en el aire durante la tediosa y larga antesala. Parecía una cadena de acontecimientos obvia: si hablaba Tebas, respondería Laporta; sin embargo, más allá de un inocuo comunicado del Barça, no hubo réplica alguna. Tebas cruzó la sala de prensa pletórico, consciente de que había manejado los tiempos a la perfección. Con una media sonrisa ganadora, conversó largo y tendido sobre el comportamiento de Laporta durante unas explicaciones que no convencieron a nadie.
En primer lugar, confirmó el malestar del resto de clubes ante aquellas palabras del presidente azulgrana en las que afirmaba que el pago a organizaciones similares a la de los Negreira resultaban una tónica habitual entre los equipos de Primera. Luego tildó de inentendible un discurso que danzó de manera similiar al del lunes en la Ciudad Condal y aprovechó el momento para ahondar en un sentimiento generalizado: LaLiga y los clubes reclaman que se investigue al Barcelona. Es más, el aragonés pidió que Javier Enríquez, hijo de Negreira y autor de los famosos informes, también sea investigado. Hasta se mencionaron sus supuestas cenas con los árbitros en la víspera de los partidos en el Camp Nou.
Sea como fuere, pese al intercambio de cuchilladas públicas durante los últimos meses –uno llamando irresponsable al otro, el otro pidiendo la dimisión del primero–, las rencillas se suavizan en los encuentros personales. Producto de ello, tras criticar la falta de autocrítica del barcelonés, Tebas señaló que ambos tuvieron una charla muy educada y, además, le agradeció que diera la cara.
Silencio blanco
Como no podía ser de otra manera, el único club que se ha personado hasta el momento contra el Barcelona por el caso Negreira fue uno de los actores relevantes de la Asamblea. Florentino Pérez, como acostumbra, no acudió a la cita de LaLiga. Las relaciones están rotas; la sombra de la Superliga, CVC y compañía es demasiado alargada. En representación del Real Madrid acudió José Ángel Sánchez, el director general, que no fue embestido por ningún sobresalto. Ni el club blanco intervino en la Asamblea cuando se discutía el caso Negreira, ni Laporta lo mencionó esta vez en su alegato. Solo habló cuando el tema fue la reforma arbitral.