ABC (Galicia)

Ana Obregón revela la última voluntad de su hijo en su libro

▶En ‘El chico de las musarañas’, la actriz narra su lucha por curar a su hijo. Y que con su nieta ha cumplido su promesa

- P. VIDAL MADRID

El desgarrado­r relato de Ana Obregón, una madre que durante dos años no se separó de su hijo Aless ni un minuto con la esperanza de poder vencer al cáncer, ha visto la luz. No la frenaron las distancias ni la ciencia. «En esta obra explico todo el huracán de sentimient­os de una madre ante la pérdida de un hijo y el largo camino para llegar a esta bendición y milagro de bebé, Anita, que es tu hija», comenta la autora al respecto del libro. La promoción del libro la ha pillado en Miami, donde el pasado 20 de marzo nació su nieta Ana Sandra. Una noticia que a ella le hubiese gustado desvelar como el final apoteósico de su libro, pero ‘¡Hola!’ se le adelantó hace tres semanas. Sobre la polémica gestación subrogada y el famoso testamento hológrafo que habría sido elevado a notario y en el que Aless les habría pedido tener descendenc­ia post mortem con las muestra congeladas antes de su tratamietn­o en Nueva York, no revela nada. Se limita Obregón a recrear la escena ocurrida una luminosa mañana de finales de abril cuando Aless abrió los ojos: «Mamá, papá… Si me pasa algo, acordaos de la muestra que dejé en el laboratori­o de Nueva York. Quiero tener hijos, aunque ya no esté. Es mi deseo… Prometedme que lo vais a hacer… Por favor… –suplicó emocionado–. Según relata Obregón, tanto Alessandro padre como ella se lo juraron allí mismo en la habitación. Por lo tanto Lequio padre, a pesar de no haberse mostrado muy ilusionado con este milagro de la ciencia, estaría al corriente de todo como ha dicho e incluso le juró a su hijo que así se haría. Ha sido él mismo el que ha querido contestar a la publicació­n del libro en el programa ‘AR’ donde colabora. «Llevo 25 años casado, yo tengo otra familia. Mi vida es otra», expresó con rictus serio. Tampoco se ha querido pronunciar sobre si conocerá o no a su nieta. A lo largo del libro Ana le echa en cara algunas ausencias, como la del penúltimo cumpleaños de su hijo, donde dice que no pudo acudir al tener que quedarse cuidando de su hija en España. La postura de Lequio es entendible una vez dicho que cada uno lleva el duelo como puede y quiere. La sobreexpos­ición mediática de su hijo Aless, tristement­e fallecido, le está provocando mucho dolor. Sin embargo, Ana Sandra le ha devuelto la sonrisa y la felicidad a la actriz, que ha pasado de no querer vivir a pasear por las calles de Miami a su nieta. «Durante tres años he guardado en secreto tu testamento, ese pacto que hicimos en el hospital que solamente sabíamos tu padre, tus tías y yo. He luchado sola en silencio para conseguir lo imposible. Te juré en el hospital que cumpliría tu última voluntad, y ese milagro se ha hecho realidad. Pronto tendré en mis brazos a tu hija, mi nieta. Se llamará Ana Sandra. Mi corazón estallará de amor y emoción al abrazarla. Será el milagro único jamás contado, fruto del amor infinito de una madre a un hijo, de un amor que traspasa todos los límites, uniendo el cielo y la tierra», escribe Obregón en las últimas líneas de ‘El chico de las musarañas’.

Intento de suicidio

Aunque ahora para Ana la vida se ha teñido de rosa y ha cambiado las lágrimas por los pañales. Horas después de aquel fatídico 13 de mayo en el que perdió a su hijo Aless, intentó quitarse la vida en el apartament­o de Barcelona que había alquilado en la última fase del tratamient­o de su hijo. «Saltar al abismo era mi única opción para seguir viviendo», confiesa la actriz en el libro. En ese momento, dice, lo veía como una salvación, aunque deja claro que el suicidio no es una opción, ni en la peor de las tragedias que se puedan vivir. «Tu última voluntad me salvó la vida», recuerda, haciendo referencia a los encargos que Aless les dejó antes de marcharse y en el que se incluía traer al mundo descendenc­ia suya.

El resto del libro está lleno de idas y venidas a hospitales, de días que parecían no acabar nunca y de una madre y un hijo que no se rindieron hasta el último momento en el que se despidiero­n abrazados en la cama de un hospital. «Fuiste el gladiador que venció al cáncer y a la muerte con una sonrisa». Y cada día se reencuentr­an a las nueve en punto cuando quedaron en mirar al cielo y decir ‘God bless you, Aless’ y él les estaría escuchando. Los beneficios obtenidos por los derechos del libro irán destinados a la investigac­ión contra el cáncer, a través de la Fundación Aless.

«Quiero tener hijos, aunque ya no esté. Es mi deseo, prometedme que lo vais a hacer», dijo Aless en el hospital

«Solo tu padre, tus tías y yo, conocíamos el contenido de tu testamento»

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// GTRES Ana Obregón, Aless y Lequio padre en Nueva York durante el tratamient­o. Abajo, durante la graduación de Aless en la Universida­d norteameri­cana de Duke

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