ABC (Galicia)

Un conocido cirujano, imputado tras deformar el pecho a una paciente: «Me ha destrozado»

▶ El doctor Mato tendrá que declarar como investigad­o el 17 de mayo por un delito de lesiones

- ADRIANA CABEZAS MADRID

«Me ha destrozado la vida. Yo era una persona sana». M. T. N. no quiere que se conozca su identidad pero sí su historia. En el verano de 2021 se sometió a una operación de pecho con un doctor reconocido en el mundo de la cirugía plástica. «Ahí comenzó mi calvario», cuenta a ABC.

No salió bien. Ni en aquella primera ocasión –en la que le dieron el alta con una hemorragia interna– ni en ninguna de las otras tres veces que tuvo que pasar por el quirófano del doctor Javier Mato Ansorena. Cada vez iba a peor. De los puntos pasó a las grapas y se le llegó a formar un «agujero negro» por donde se salía el implante. «Me deformó el pecho, perdí tejido mamario y me lo han tenido que reconstrui­r con músculo dorsal de la espalda». Los dolores llegaron a ser insoportab­les.

Cuenta cómo cuatro meses y cuatro intervenci­ones después llegó a rastras a otro hospital en el que la acabaron operando de urgencia. «Al final acabo yendo a la Seguridad Social con una hemorragia tremenda detrás del pecho. Me extraen el implante por el riesgo que suponía para mi salud tenerlo cuando ese señor (el doctor Mato) decía que todo iba bien».

No obstante, cree que podría haber sido mucho peor. «Espero que ni una mujer tenga que salir de una camilla muerta de la mano de ese doctor. Espero que se le retire la licencia», explica. «Me dejó tantas secuelas fuertes que ha sido y está siendo muy duro».

Por ello, M. T. N. ha presentado una querella contra el doctor Mato Ansorena por un delito de lesiones. El cirujano tendrá que declarar en calidad de investigad­o el próximo 17 de mayo, después de que el Juzgado de Instrucció­n número 14 de Madrid, en el que recayó la denuncia, solicitara un informe a un médico forense independie­nte que ya ha emitido sus conclusion­es.

«El cirujano Javier Mato realizó múltiples actos médicos que considero que no fueron adecuados a la praxis médica en la materia, desde el punto de vista médico forense valorador», se puede leer en el informe que obra en la causa, a la que ha tenido acceso ABC.

La lista es larga. Según el perito, tras la primera operación, Mato no tendría que haber dado el alta a la paciente. Pero lo hizo a pesar de la fiebre y malestar de M. T. N. y en contra del criterio de otro médico que examinó a la paciente. Asegura el perito que no consta que el doctor Mato le hiciera seguimient­o alguno y le recetó un antibiótic­o que de nada servía para la infección que presentaba. «Había datos claros a lo largo de esos días de que se estaba produciend­o una hemorragia en la mama izquierda grave, con afectación hemodinámi­ca, y que llevó a una marcada anemia, con oliguria y aumento de creatinina (principio de un fallo renal)

En total M. T. N. ha tenido que pasar hasta seis veces por quirófano. Cuatro de la mano del doctor Mato; una quinta de urgencias en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahond­a (Madrid); y una sexta en la que otros médicos expertos le reconstruy­eron el pecho durante nueve horas extrayendo parte del músculo dorsal de la espalda.

Se ha querellado contra al doctor Mato por un presunto delito de lesiones. En un primer momento fue citado para declarar en abril, si bien finalmente la comparecen­cia se ha pospuesto al 17 de mayo. con riesgo grave para la salud de la paciente», concluye el informe.

Además, según el perito, el cirujano tendría que haber retirado la prótesis. Pero a pesar de las quejas, los dolores, las visitas y el aspecto que tenían los pechos de M. T. N. , el doctor «seguía sin darle suficiente importanci­a. Me curaba con Betadine. También me dijo que me pusiera Thrombocid», recuerda M. T. N. Ante su insistenci­a, el doctor le sacó el implante, lo lavó y se lo volvió a meter, tres veces. Llegó a cerrar la incisión con grapas en forma de cruz que le recubriero­n todo el pecho. «Mi pecho acabó negro». A la tercera, le cosió. Le salió un «agujero negro». «Empecé a echar agua, sangre, coágulos...». Este diario ha podido comprobarl­o en las fotografía­s que obran en la causa.

Ella recuerda esos cuatro meses como un «infierno». «Me dejó tantas secuelas fuertes que ha sido y está siendo muy duro». Ahora, tras la querella que han presentado sus abogados, Francisco Jiménez Zaballos, director del despacho ‘Zaballos Abogados’ y Emilia Zaballos, fundadora del mismo, espera que se haga justicia. Hay en juego 100.000 euros por los daños causados.

ABC se ha puesto en contacto con el doctor Javier Mato Ansorena para recopilar su versión. Defiende que no hay ninguna lesión negligente ni ha hecho nada mal. «No me arrepiento de nada». En la conversaci­ón mantenida con este diario recuerda que su nombre se encuentra entre los diez mejores cirujanos españoles y está considerad­o el mejor cirujano plástico de 2018.

Asegura que M. T. N. padece anemia falciforme y se le informó sobre la posibilida­d de sangrado. «Se le explican todas las posibles complicaci­ones y firma un consentimi­ento informado general y uno específico donde asumía que tenía un mayor riesgo de sangrado», prosigue.

«La (primera) intervenci­ón fue absolutame­nte satisfacto­ria», dice. Y asegura que si M. T. N. fue dada de alta al día siguiente de su primera intervenci­ón es porque sus parámetros eran «normales». Justifica así la falta de un seguimient­o presencial: «Yo no pude estar en el hospital ya que estaba en mi clínica de Sevilla, pero le di el alta después de hablar con el equipo de enfermería y médico».

Sobre el informe del médico forense designado por el juzgado para evaluar su caso Mato asegura que «manifiesta un claro desconocim­iento quirúrgico no entendiend­o que el tratamient­o de un hematoma de forma conservado­ra es muy efectivo y disminuye riesgos». «No valora ni el cuidadoso y continuo seguimient­o por mí», asegura. Y habla de 29 visitas a la consulta y llamadas casi a diario.

JOSÉ FRANCISCO SERRANO OCEJA sus hijos de acuerdo con sus conviccion­es morales y religiosas». Un dardo en la línea de flotación de la política educativa del Gobierno de Sánchez.

Con sibilina retórica eclesiásti­ca añadió: «Nuestro sistema de enseñanza concertada, que podría ser una buena solución, está siempre en riesgo de ser recortado o de sufrir arbitrarie­dades por parte de los poderes públicos».

Si algo les importa a los obispos es el sistema educativo. La Iglesia es consciente de lo que supone ser titular del 25,4% de la educación en España a través de los conciertos. Sólo la patronal de los colegios de religiosos, Escuelas Católicas, representa cerca de 2.000 centros. No se trata solo de defender el negocio educativo. Lo que preocupa a los obispos es la libertad efectiva de los padres a la hora de elegir la educación de sus hijos, la seguridad jurídica para garantizar un proyecto que aporte valor añadido a la sociedad, la obsesión del Gobierno por legislar educativam­ente contra y no a favor del pluralismo efectivo y que cada ley educativa haga tierra quemada con la anterior. Y que Sánchez esté más preocupado por imponer un modelo ideológico que en alcanzar un pacto de Estado sobre una cuestión en la que la sociedad se juega su futuro.

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